Boadella en "la televisi¨®n del se?or Pujol"
Albert Boadella acudi¨® la noche del lunes al programa de Canal 33 ?gora para hablar de su nuevo espect¨¢culo, Daaal¨ª. La ins¨®lita aparici¨®n del director de Els Joglars en "la televisi¨®n del se?or Pujol", como ¨¦l mismo la denomin¨® en el curso de la entrevista con Josep Puigb¨®, ten¨ªa morbo. No s¨®lo por el contencioso hist¨®rico de la compa?¨ªa con la televisi¨®n auton¨®mica -que, denuncian, les ignora tradicionalmente-, sino por el hecho de que el programa de mano de Daaal¨ª hace constar: "Compa?¨ªa vetada por TV-3 y perseguida personalmente por el presidente de la Generalitat". En esa tesitura estaba claro que la entrevista en Canal 33 no iba a ser de guante blanco. Lo que era dif¨ªcil de imaginar es que la provocaci¨®n fuera a ponerla no Boadella, que se mostr¨® hasta comedido, sino "la televisi¨®n del se?or Pujol".La cosa empez¨® en un ambiente amable y con Boadella muy c¨®modo hablando sobre su espect¨¢culo. Se ofreci¨® luego un fragmento grabado del montaje: una secuencia de la escena de Dal¨ª aleccionando a los pintores vanguardistas caracterizados de payasos tontos. Y entonces Puigb¨®, director y presentador del programa, reproch¨® a Boadella exagerar respecto al arte contempor¨¢neo. Comenzaba el verdadero gui¨®n. El director de Els Joglars defendi¨® su opini¨®n, bien conocida, de que nada sobrevivir¨¢ del arte del siglo XX. Puigb¨® le se?al¨® las actitudes de Dal¨ª como enfrentadas al progresismo. Y Boadella cuestion¨® el concepto, apuntando que Picasso, Mir¨® y Tapi¨¨s constituyen desde hace a?os un arte oficial. Boadella segu¨ªa hablando en un tono afable, distendido y simp¨¢tico -as¨ª lo hizo hasta el final (evidenciando unas tablas de aqu¨ª te espero)-, haciendo re¨ªr en m¨¢s de una ocasi¨®n al p¨²blico presente en el estudio. Puigb¨® se meti¨® entonces, ¨¦l solo, en materia inflamable: le pregunt¨® si la obra sobre Dal¨ª, junto a las dos anteriores (sobre Pla y -ay-, sobre Pujol) compon¨ªan una trilog¨ªa sobre el ser catal¨¢n. Boadella puso cara de p¨®ker y explic¨® que uno era el artista extrovertido, otro el introvertido y el tercero, el pol¨ªtico (no lo nombr¨®), el hombre que se aprovecha del pa¨ªs. Se pasaron entonces dos fragmentos de las obras: el elegido de La incre¨ªble historia del Dr. Floit & Mr. Pla fue la del monaguillo de Montserrat y el empresario catal¨¢n fundador de ?mnium. Y la de Ub¨² president, nada menos que la del pol¨ªtico (Pujol) que seduce a la bandera catalana en la cama. Curiosa autoprovocaci¨®n pasar precisamente esos fragmentos. Puigb¨®, tenso, le espet¨® a Boadella si no pensaba que pod¨ªa molestar a la gente al hacer uso de s¨ªmbolos que les merec¨ªan respeto. Boadella, zorro viejo, pareci¨® o¨ªr c¨®mo se cerraba la trampa. Pero ni se inmut¨®. Explic¨® con pedag¨®gica claridad que el esc¨¢ndalo est¨¢ en la mirada y no en la obra de arte, y reivindic¨® el papel transgresor del artista. Puigb¨®, visiblemente nervioso, le pregunt¨® a Boadella por su filiaci¨®n pol¨ªtica -el director dijo que hab¨ªa sido del PSC pero que ya no lo era- y por su relaci¨®n con Borrell: Boadella se?al¨® que son buenos amigos. Puigb¨® le interrog¨® sobre las clases que le hab¨ªa dado al pol¨ªtico. Y Boadella, siempre sin alterarse, explic¨® que fueron para ense?arle a concentrarse en un discurso aunque hubiera ruido alrededor.
Si la idea al invitar a Boadella era demostrar que ¨¦ste tiene complejo de persecuci¨®n, el fracaso fue completo.
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