Error, tremendo error
Harto de sentirse comparsa en un contencioso ajeno, manipulado por unos y por otros, adem¨¢s de agraviado por no pocos, Jos¨¦ Sanle¨®n nos ha sorprendido a todos destruyendo su escultura. Genial. Ahora es cuando, al margen de sus connotaciones est¨¦ticas, esa pieza ya afamada, El Esclavo, ser¨¢ de perdurable memoria y doblemente simb¨®lica: de la autonom¨ªa del IVAM, por un lado, y de la dignidad de su creador -de todos los creadores, en realidad-, con rea?os para impedir que su obra sirva de pretexto y munici¨®n en litigios que la envilec¨ªan injustamente. Que se haya propiciado esta enormidad nos obliga m¨¢s si cabe a cuestionar algunos aspectos de este desgraciado episodio que ha conmovido la vida cultural dom¨¦stica tanto como la estatal.Y la primera cuesti¨®n nos remite al origen de esta infausta maniobra, pues resulta asombroso que se haya llegado a este extremo sin prever las consecuencias que fatalmente habr¨ªa de producir el menor intento de injerencia en el gobierno del citado museo. Asombra, decimos, que el Maquiavelo de turno, refundido en aprendiz de brujo, no reparase en la provocaci¨®n que supon¨ªa hollar por las bravas la joya de la corona muse¨ªstica valenciana. Hasta el m¨¢s lerdo hubiera podido anticipar la traca de las protestas y la belicosidad de los protestantes de todos los colores pol¨ªticos.
Puede arg¨¹irse -y se ha dicho- que instalar la escultura de Sanle¨®n en la explanada del museo era una acci¨®n de desagravio inspirada por la buena fe, un referente contra la intolerancia, o algo as¨ª. Pero tal alegato, si no es un insulto a la inteligencia, resulta un monumento a la torpeza, descalificador de quien lo patrocina. Ni siquiera se tuvo la cautela de proponer como provisoria este emplazamiento, por estar a la espera de hallar un espacio adecuado. Y no se tuvo porque se quiso tal como se intent¨®: dr¨¢stico e indefinido. La chuler¨ªa se dio la mano con la inhabilidad.
La tormenta medi¨¢tica -precursora de la pol¨ªtica- no se hizo esperar y tenemos la impresi¨®n de que los meteoros han chamuscado algunos prestigios. El del consejero de Cultura, Manuel Taranc¨®n, sin duda alguna. Fuera o no suya la iniciativa, a ¨¦l le incumbe la decisi¨®n ¨²ltima y su responsablidad. En su hoja de servicios ha de consignarse, de grado o por fuerza, este asalto frustrado al IVAM, agravado por la s¨®lida sospecha de que todo ha sido un montaje tortuoso para forzar la dimisi¨®n de su director, Juan Manuel Bonet. ?Pero tan dif¨ªcil es, si de eso se trata, licenciar a este caballero, siendo as¨ª que no es un puesto vitalicio y se pasa m¨¢s de media vida sin pisar el museo?
Tocado queda Taranc¨®n, tanto como el mentado director, y no a pesar de, sino precisamente por la numantina defensa que ha hecho de su plaza y estatuto. Ha rehuido el di¨¢logo, aun cuando toda la raz¨®n ca¨ªa de su lado, prefiriendo sacudir a rebato todos los badajos period¨ªsticos, con lo que un incidente que debi¨® resolverse en torno a una mesa se ha transformado en un conflicto escandaloso del que sale malparado el mismo gobierno auton¨®mico y su presidente, adalid liberal en las cruj¨ªas madrile?as. Eso siempre se paga caro. Cierto es que, taimadamente, se ha pretendido polarizar la culpa de este entuerto en la directora general de Patrimonio, Consuelo Ciscar, pero tal expediente no sirve m¨¢s que para desmerecer a quienes son sus superiores en rango, poder¨ªo y responsabilidad. Que algunos comentaristas hayan querido montarse su particular vendetta con la dama, por sus fobias o porque as¨ª se les ha intoxicado, no trastrueca la jerarqu¨ªa de los agonistas. A cada cual lo suyo.
El corolario de esta historia, a nuestro entender, es un error, un tremendo error que salpica al Consell y, especialmente, a la plausible pol¨ªtica cultural que viene desarrollando. A partir de ahora, y a la espera de que desfilen los ca¨ªdos en combate, este episodio ser¨¢ una cantinela y un apuntamiento. Hay p¨¢ginas que no es f¨¢cil pasar.
Cipri¨¤ Ciscar, el t¨¢ctico insondable
No pasa semana ni casi d¨ªa sin que Cipri¨¤ Ciscar nos deje estupefactos. Cuando cre¨ªamos tenerlo recuperado para la pacificaci¨®n y remonte del PSPV se nos descuelga con una ¨²ltima arbitraridad, como es la de desautorizar al presidente de la gestora del PSPV, Diego Maci¨¢, provocando su dimisi¨®n. El motivo ya es sabido: no transigi¨® con ninguno de los nombres consensuados por los socialistas valencianos para formar parte de la direcci¨®n provisional del PSOE y promovi¨® en su lugar a uno de los sus parciales m¨¢s belicosos, Javier Paniagua. Por cierto, un especialista en desestabilizaciones, como demostr¨® cumplidamente cuando le seg¨® la hierba a Joan Romero. No es ese su ¨²nico m¨¦rito. Con ello, Ciscar, ha vuelto a convulsionar las aguas del partido, acentuando las diferencias entre las distintas facciones. Adem¨¢s, ha terminado por desorientarnos a todos con su insondable t¨¢ctica de picapedrero. Desorientarnos y tomarnos por idiotas al alegar que nada tiene que ver con esta trapisonda. ?Qui¨¦n, entonces? Es posible que unifique al partido, pero contra ¨¦l.
Ha llegado la hora de fusionar las cajas
Como era de esperar, el presidente Eduardo Zaplana se ha puesto el traje auton¨®mico de faena y ha comparecido en las Cortes con una agenda bien nutrida de asuntos pendientes. Entre unas elecciones y otras apenas ha tenido oportunidad de aplicarse a ellos. Por suerte para ¨¦l, podr¨¢ recuperar el tiempo perdido, siendo as¨ª que la oposici¨®n no est¨¢ en condiciones de trabarle el tr¨¢mite parlamentario. Si no ejecuta su programa ser¨¢ porque no quiere o no le conviene. Sin embargo, entre los objetivos que anunci¨® en el hemiciclo hay uno que, a nuestro parecer, ocupar¨¢ la mayor parte de sus desvelos: nos referimos a la fusi¨®n de las cajas. El presidente ha sido expl¨ªcito: hay que unirlas para estar financieramente presentes all¨ª donde se cuecen las grandes decisiones econ¨®micas que afectan a la Comunidad. El ex consejero socialista Garc¨ªa Reche lleva a?os predicando esta necesidad, que no debe ser frenada por anacr¨®nicos provincianismos o las disputas por primac¨ªas y poltronas. El presidente est¨¢ por la labor y tiene poder para impulsar el proceso. Ha llegado la hora de las cajas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Eduardo Zaplana
- Fusiones empresariales
- Jos¨¦ Sanle¨®n
- IVAM
- Cipri¨¢ Ciscar i Casaban
- V Legislatura Comunidad Valenciana
- Escultura
- Opini¨®n
- Fusiones bancarias
- PSPV-PSOE
- PSOE
- Generalitat Valenciana
- PPCV
- Financiaci¨®n auton¨®mica
- Parlamentos auton¨®micos
- Museos p¨²blicos
- Museos
- Artes pl¨¢sticas
- PP
- Comunidad Valenciana
- Cajas ahorro
- Actividad legislativa
- Gobierno auton¨®mico
- Instituciones culturales
- Partidos pol¨ªticos