Cosas del escafoides XAVIER MORET
Hasta hace pocos d¨ªas, yo era un afortunado mortal que no ten¨ªa ni idea de lo que era un escafoides. Si me hubieran preguntado en un concurso televisivo, habr¨ªa podido responder sin sonrojarme que se trataba de un instrumento qur¨²rgico (bistur¨ª, escalpelo, escafoides...), de un fil¨®sofo griego (Plat¨®n, S¨®crates, Escafoides...) o de un primo lejano del batiscafo del comandante Cousteau. Ahora, por desgracia, mi brazo derecho enyesado me recuerda permanentemente que el escafoides es un hueso de la mu?eca y que lo mejor que puede pasarte en la vida es no saber por d¨®nde cae.Me romp¨ª mi querido escafoides jugando al baloncesto en el front¨®n Col¨®n. El escenario es bastante digno, en plena Rambla y con ecos de Genet, pero la verdad es que no hubo mucha ¨¦pica en el lance, uno de esos partidillos de veteranos en lucha contra el anquilosamiento y las barrigas fondonas. No hab¨ªa ni c¨¢maras ni p¨²blico y, ser¨¦ franco, hubo incluso problemas para reunir el m¨ªnimo de jugadores. Cuando ca¨ª, not¨¦ un dolor en la mu?eca, pero pens¨¦ que no era grave y continu¨¦ jugando. Los problemas vinieron horas despu¨¦s, cuando el dolor arreci¨® y una hinchaz¨®n considerable se empe?¨® en decorar mi mu?eca. Consult¨¦ con un amigo m¨¦dico y me mando de inmediato a Urgencias.
A diferencia de lo que ocurre en la serie televisiva, en Urgencias no vi a ninguno de esos doctores que, con una plancha en cada mano, se dedican a resucitar cad¨¢veres en fase dubitativa. Tan solo vi unos cuantos enfermos distribuidos en boxes, listos para la carrera terminal, y un incesante pulular de batas blancas.
-Escafoides -dictamin¨® un doctor joven con s¨®lo verme la mu?eca.
Pens¨¦ que era una expresi¨®n m¨¦dica -como ?eureka!-, pero de camino hacia Radiolog¨ªa un enfermero dicharachero me hizo ver mi error.
-Es un hueso muy peque?o de la mu?eca -aclar¨®-. Lo m¨ªnimo son tres meses escayolado.
-?Tres meses!
-Y no es seguro que quede bien -a?adi¨® sin piedad-. Lo m¨¢s probable es que despu¨¦s haya que operar. Es un hueso muy cabr¨®n.
Pasados unos minutos, radiograf¨ªa en mano, el doctor confirm¨® el diagn¨®stico y, al saber que me hab¨ªa ca¨ªdo jugando al baloncesto, sacudi¨® la cabeza en gesto de desaprobaci¨®n.
-Dicen que el deportes es sano, ?no? -alegu¨¦ en mi defensa.
-?Sano? No ser¨¢ para los traumat¨®logos... La de v¨ªctimas del deporte que me toca recomponer cada d¨ªa.
Sal¨ª de Urgencias con el brazo enyesado y con el semblante preocupado, ya que la perspectiva de tres meses en el dique seco no era demasiado halag¨¹e?a. Sin embargo, siempre hay un lado bueno, y en los ¨²ltimos d¨ªas he aprendido que un brazo en cabestrillo es un cebo excelente para trabar conversaci¨®n. Nada que ver con una ¨²lcera de h¨ªgado, pongamos por caso, unas hemorroides u otros dolores invisibles. El brazo enyesado es algo que no puede disimularse y que, ?oh milagro!, hace que la gente se preocupe por ti.
Desde que me paseo con el escafoides hecho polvo he podido fabricarme una versi¨®n digna de mi accidente, con una ¨¦pica superior a la real, y me he dado cuenta de que es mucha la gente que no s¨®lo sabe d¨®nde est¨¢ el escafoides, sino que incluso ha pasado por el trance de su rotura. En esta especie de Club de los Escafoides Rotos, la mayor¨ªa de comentarios son del tipo: "?Escafoides? ?Hum!, mal rollo", pero siempre hay alguna aportaci¨®n positiva.
"Yo tard¨¦ un a?o en recuperarme", me anim¨® un amigo; y, viendo la cara que pon¨ªa, a?adi¨®: "Rexach tambi¨¦n se lo rompi¨® cuando era futbolista".
?Por fin una buena noticia! Si un deportista como Rexach perteneci¨® al Club de los Escafoides Rotos, no tengo por qu¨¦ sentirme una lacra social. Mi lesi¨®n cobr¨® desde aquel momento un cierto pedigree.
Mi hermana tambi¨¦n le dio un toque original al asunto.
-Mi ex marido se lo rompi¨® -dijo (otro miembro del club)- y tengo un amigo que le puso Escafoides a su barco.
-Seguro que era traumat¨®logo...
-S¨ª, pero es que escafoides significa que tiene forma de barco. El hueso en cuesti¨®n es como un barquito que...
En fin, que gracias a mi adscripci¨®n involuntaria al Club de los Escafoides Rotos he aprendido unas cuantas cosas. Tantas que, mientras espero que pasen los meses de la escayola, suspiro porque suene el tel¨¦fono y una voz alborozada me diga:
-Llamo de un concurso de televisi¨®n. R¨¢pido: ?qu¨¦ es el escafoides?
Entonces sabr¨¦ que ha llegado mi momento. Tomar¨¦ aire, lanzar¨¦ una mirada c¨®mplice a mi mu?eca enyesada, responder¨¦ con aplomo y, si el premio vale la pena, hasta puedo mandarles una radiograf¨ªa por fax de mi querido escafoides.
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