La polic¨ªa ugandesa descubre m¨¢s v¨ªctimas en la casa de uno de los l¨ªderes de la secta
La polic¨ªa ugandesa descubri¨® ayer en Rugazi, cerca de Kanungu, al suroeste de Uganda, lo que parece ser una nueva fosa com¨²n de la secta de la Restauraci¨®n de los Diez Mandamientos de Dios, que el 17 de marzo provoc¨® la muerte de m¨¢s de 500 de sus seguidores. Un portavoz inform¨® el domingo de que las investigaciones realizadas en la casa de Dominic Kataribaabo, uno de los l¨ªderes que perdieron la vida en Kanungu, han conducido al hallazgo de restos humanos, por lo que se teme la existencia de otro enterramiento clandestino.Los m¨¦dicos forenses que investigan los 153 cuerpos encontrados el viernes en la aldea de Buhunga, repartidos en tres fosas, confirmaron ayer que 59 de ellos pertenecen a ni?os y el resto son mujeres; todos fueron estrangulados. Algunos pudieron morir hace varios meses, pero la mayor¨ªa pereci¨® en torno al 13 de marzo.
Mientras prosigue la fren¨¦tica b¨²squeda de cad¨¢veres en diversas aldeas del suroeste de Uganda -y de pistas que permitan dar con el paradero de los m¨¢ximos dirigentes de la secta, Joseph Kibweetere y Caledonia Mwerinde (a los que se supone vivos)-, crecen en Uganda las voces que exigen cambios dr¨¢sticos e inmediatos en la ley que ampara la libertad religiosa, restringi¨¦ndola al cristianismo, al islam y al juda¨ªsmo, como en la ¨¦poca de Idi Amin Dada.
El diario local New Vision informaba en su edici¨®n dominical de que Kibweetere hab¨ªa efectuado numerosos regalos a las autoridades locales y presionado para que su secta fuera reconocida como una ONG. En una carta, fechada el 15 de enero, y recibida en el registro de ONG de Kampala dos d¨ªas antes del suicidio colectivo de Kanungu, Kibweetere da las gracias a todos los que le ayudaron en su camino de redenci¨®n. Una investigaci¨®n oficial est¨¢ en marcha.
El modo en el que fallecieron las m¨¢s de 500 personas en Kanungu (abrasadas en un incendio preparado por los l¨ªderes mientras que los fieles aguardaban ansiosos la llegada de Dios), el hallazgo el viernes de tres fosas comunes en la aldea de Buhunga con 153 cuerpos, con signos de haber sido estrangulados, y el descubrimiento de ayer, en Rugazi, despejan las ¨²ltimas dudas de la polic¨ªa: se trat¨® de un asesinato masivo y planificado. ?El m¨®vil?: dinero.
Los seguidores de la secta de los Diez Mandamientos, muchos de ellos analfabetos, fueron invitados a vender todas sus propiedades y entregar las plusval¨ªas a Kibweetere ante la inminente llegada del fin del mundo, prevista por este visionario de 68 a?os para el 1 de enero de 2000. Sin el apocalipsis prometido, los fieles comenzaron a murmurar su descontento y exigir la devoluci¨®n de los bienes. El l¨ªder campe¨® la crisis con una nueva revelaci¨®n divina: Jesucristo le hab¨ªa informado de que el fin del mundo ser¨ªa un a?o despu¨¦s, 1 de enero de 2001. Con esa triqui?uela gan¨® el tiempo necesario para deshacerse de sus seguidores. Las muertes de Dominic Kataribaabo y John Mary Kasapuarli, los dos otros l¨ªderes, debieron de ser accidentales: perecieron mientras manipulaban los 86 bidones de gasolina y ¨¢cido sulf¨²rico con los que transformaron el templo de Kanungu en un infierno con las puertas y ventanas claveteadas por dentro y por fuera.
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