Ninguna instituci¨®n acoge a una mujer parapl¨¦jica con sida terminal y sin casa El caso de Aida Neves pone de relieve una laguna en el sistema sociosanitario espa?ol
Aida Neves, de 39 a?os, tiene un pasado de drogas y convive con el sida desde 1984; est¨¢ parapl¨¦jica desde que quiso suicidarse en 1998 y padece problemas ps¨ªquicos. Desde su silla de ruedas sabe que nunca podr¨¢ salir a la calle sin ayuda, porque vive en un cuarto piso sin ascensor, y ve la terraza por la que se tir¨®. La casa no es su casa, sino de su ex marido, Marcos, que la recogi¨® hace 20 d¨ªas ya que ninguna instituci¨®n parece poder acogerla. El caso revela una laguna en el sistema sociosanitario: ni se la puede hospitalizar ni hay centro especializado para ella.
Fuma y llora a la vez, en silencio. Es dura, pero est¨¢ acorralada. Seg¨²n evaluaciones del Inserso -Instituto Nacional de Servicios Sociales, del ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales- en octubre de 1998, est¨¢ inm¨®vil en un 92%. Tiene una pensi¨®n de gran invalidez de 123.000 pesetas, pero su vida ha encallado en un laberinto burocr¨¢tico cuyo ¨²nico fruto bueno es que una mujer del barrio (La Fortuna, en Legan¨¦s, Madrid) viene a atenderla dos horas al d¨ªa, gracias a la Junta Municipal.Aida apenas habla, pero reconoce que est¨¢ "confusa". Marcos, en cambio, tiene bien documentado el calvario desde aquel 1 de enero de 1998 en que Aida intent¨® matarse. Fue el fin del matrimonio y el principio de un largo desastre.
Aida salv¨® la vida en el Hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s. Luego permaneci¨® 15 d¨ªas en el Hospital Nacional de Parapl¨¦jicos de Toledo. Seguidamente estuvo tres meses internada en el Hospital Virgen de la Poveda, de la Comunidad de Madrid. Pas¨® un a?o en un centro de las Hermanas Misioneras de la Caridad -fundadas por la Madre Teresa- pero la dej¨®, seg¨²n Marcos, "porque no reun¨ªa los requisitos sanitarios".
De finales de junio a finales de febrero Aida estuvo en una casa de acogida de C¨¢ritas para enfermos de sida, de la que se march¨® tras m¨²ltiples incidentes. Pas¨® d¨ªas en la calle. Recurri¨® a Marcos, que intent¨® ingresarla en el Severo Ochoa pero sin resultado:no hay motivos para su hospitalizaci¨®n.
Recorrieron un rosario de refugios: Albergue San Isidro (no admiten sillas de ruedas), una residencia de Cocemfe; una instituci¨®n privada de desintoxicaci¨®n, Remar, la acept¨®, pero Aida rechaz¨® que la impidiesen fumar, y no quer¨ªa dejar de tomar las 25 pastillas diarias de medicaci¨®n que consume.
Marcos se resisti¨® a acogerla en casa, pero ella fue con un cerrajero y forz¨® la entrada. Acabaron en comisar¨ªa. Marcos incluso firm¨® una denuncia. "Quise forzar que alguna instituci¨®n hiciera algo por ella", dice. La polic¨ªa llev¨® a Aida al Severo Ochoa, pero el hospital no pudo admitirla como enferma. Marcos tir¨® la toalla y la recogi¨®. Hoy, 20 d¨ªas despu¨¦s, ambos est¨¢n contra las cuerdas.
"A un hospital s¨®lo le compete la asistencia sanitaria", explican fuentes del Insalud. "Pero mediante sus trabajadores sociales y el servicio de atenci¨®n al paciente se contacta con otras instituciones y se brindan recursos: el Severo Ochoa lo ha hecho siempre con Aida Neves. Ella lo ha ido dejando todo".
"Cuando nos lleg¨® Aida no sab¨ªamos que estaba inv¨¢lida, y nuestra casa de acogida no es un hospital", dice Cristina Benito, responsable de Mujer Marginada de C¨¢ritas. " Su comportamiento fue muy dif¨ªcil, tuvo hasta un intento de suicidio. El 28 de febrero acept¨® firmar un documento de abandono voluntario por el que asum¨ªa las consecuencias de esa decisi¨®n".
Benito indica que C¨¢ritas no rechaza ayudar en el futuro a Aida: "Pero tendr¨ªa que hacer una solicitud nueva y ponerse en la lista, que es larga, y s¨®lo tenemos 13 plazas. Para m¨ª, el sida en Aida es secundario, porque con los retrovirales ella lo tiene controlado. El problema es que no puede valerse. En Espa?a no hay un sistema sociosanitario para estos casos".
En noviembre de 1998 Aida solicit¨® ingresar en un centro de deficientes f¨ªsicos de la Comunidad de Madrid: se trata de una competencia a¨²n no transferida por el Inserso.
La solicitud se deneg¨® en enero de 1999 alegando que Aida "necesita de cuidados sanitarios de forma permanente", seg¨²n Mar¨ªa Rosa San Marcial, jefe de Centros del Inserso.
San Marcial, como Benito, reconoce que "no hay sitio especializado para casos as¨ª, y peores incluso que el de Aida, gente que est¨¢ en la calle y sin un duro; ni por ejemplo para alguien que sufra un derrame cerebral y quede estabilizado, al cuidado s¨®lo de su familia".
Tierra quemada
"Ha ido quemando todos los sitios", constata Marcos. "No ser¨¦ yo quien diga que Aida es una perita en dulce". Aida le oye y, en su inmovilidad, otorga. Pero, si se le pregunta d¨®nde volver¨ªa, dice: "A la casa de acogida de C¨¢ritas".
Adem¨¢s de todos sus problemas f¨ªsicos, Aida tiene en contra un car¨¢cter aut¨¦nticamente kamikaze, que le ha hecho siempre chocar con las normas. Si se le recuerda, por tanto, que en C¨¢ritas ha quedado claro que hay normas y que ir contra ellas tiene su precio, Aida acepta que ha aprendido la lecci¨®n.
Aida recuerda que se salt¨® todas las reglas. "Me pillaron pidiendo a la puerta de una iglesia". Y de su trabajoso relato se deduce que es consciente de que se pas¨® la estancia en C¨¢ritas rebel¨¢ndose contra las disposiciones. "Si volviera all¨ª", dice, "aceptar¨ªa todas las normas".
"Aida es extremadamente dif¨ªcil, y nadie lo sabe mejor que yo", se?ala Marcos. "Pero, ?qu¨¦ estamos buscando entre todos? ?Estamos buscando la foto de Aida muerta? Yo la he desenterrado ya un mont¨®n de veces, pero tiene que haber un sitio donde la cuiden".
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