Vivimos m¨¢s
Los madrile?os son los los ciudadanos de Europa que m¨¢s viven. No lo dice un servidor, naturalmente, sino un informe del proyecto Megapoles, que financia la Comisi¨®n Europea.El informe se basa en los datos que ha recogido y estudiado en 18 grandes ciudades de Europa, como Londres, ?msterdam, Berl¨ªn y Copenhague, y su resultado final es que Madrid tiene el ¨ªndice m¨¢s bajo de mortalidad, y Copenhague, el m¨¢s alto.
?Por qu¨¦? Eso quisiera saber un servidor, ya que el informe no entra en las causas. Sim¨®n Vi?als, concejal de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Madrid, baraja algunas motivaciones interesantes. Por ejemplo, la altitud. Madrid, que se encuentra a seiscientos y pico metros sobre el nivel del mar, no padece los rigores de las alturas y las bajuras extremas. Por ejemplo, el aire de la sierra. Es, ¨¦sta, una opini¨®n discutible. Dec¨ªa el cl¨¢sico que el aire de la sierra madrile?a no apaga un candil, pero puede matar a un hombre. Sin embargo, el aire de la sierra madrile?a, con una sola r¨¢faga es capaz de barrer la contaminaci¨®n y dejar en su lugar un salut¨ªfero ambiente campestre. Por ejemplo -segu¨ªa sugiriendo el concejal-, la alimentaci¨®n, y en ella ha de entrar el cocido madrile?o, tan denostado por la intelectualidad hace apenas unas d¨¦cadas.
Uno barrunta que a lo mejor influye tambi¨¦n, en la longevidad, el car¨¢cter. El madrile?o siempre fue tolerante, acogedor y bienhumorado. Cierto es que se observa un cambio hacia el malhumor y la acritud, fruto amargo de la frustraci¨®n y la descortes¨ªa, muy llamativas sobre todo en alguna parte de las generaciones j¨®venes e intermedias. Aunque posiblemente se trate de unas pautas de comportamiento transitorias, quiz¨¢ por una aceleraci¨®n de la modernidad y de los cambios sociales mal asumidos, y, adem¨¢s, el efecto que vayan a producir en el tiempo de vida de esas generaciones ya se ver¨¢. La longevidad detectada por el informe Megapoles se refiere a los madrile?os que tienen m¨¢s de 60 a?os, y a ¨¦stos, que les quiten lo bailado.
Mucho garbanzo y mucho pan de borona o negro chimenea han comido los madrile?os maduros. Eso si com¨ªan, porque los septuagenarios -y de ah¨ª para arriba-, por mor de la guerra civil, de la escasez, del racionamiento y de tantas privaciones -incluso persecuciones-, vivieron una posguerra dura y pasaron m¨¢s hambre que el perro del hortelano. Todo lo cual no ha impedido -bien se ve- que lleguen a viejos y m¨¢s chulos que un ocho. Insondables misterios y extra?as inc¨®gnitas entra?an el asunto de la longevidad y de la calidad de vida -como se suele decir-. Otros informes llegan y nos dificultan entender por qu¨¦ los madrile?os somos los europeos m¨¢s longevos.
He aqu¨ª uno: los espa?oles (y, obviamente, los madrile?os) comen menos pan que el m¨ªnimo recomendado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Exactamente: 157 gramos por persona y d¨ªa frente a los 250 que establece aquel organismo. Ser¨¢ -se podr¨ªa barruntar- porque ha cundido la especie de que el pan engorda, en tanto la imagen de la modernidad virtual que nos infunden los medios audiovisuales s¨®lo acepta un canon de salud y belleza que se basa en la dieta y en la flaqueza. Y nos lo hemos cre¨ªdo.
He aqu¨ª otro: la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica por los ¨®xidos de nitr¨®geno y restantes venenos que emiten los veh¨ªculos de motor super¨® ampliamente el a?o pasado en Madrid los l¨ªmites que la Uni¨®n Europea considera tolerables para la salud, seg¨²n informa Ecologistas en Acci¨®n. Mientras la Uni¨®n se?ala que superar los 40 microgramos por metro c¨²bico es perjudicial para el cuerpo humano, en ciertos barrios madrile?os se alcanzaron 102 microgramos, lo que pudo afectar gravemente (qui¨¦n sabe si mortalmente) a los pulmones y a las v¨ªsceras de los madrile?os.
Y, con todo, Madrid tiene el m¨¢s bajo ¨ªndice de mortalidad de Europa.
Pero a¨²n hay un tercer dato inquietante en el informe de Megapoles, financiado por la Comisi¨®n Europea: teniendo tan baja mortalidad, Madrid es la ciudad de Europa que cuenta con mayor n¨²mero de fumadores.
A m¨ª, que me lo expliquen.
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