Una exposici¨®n re¨²ne en Par¨ªs el arte del ¨²ltimo cambio de siglo El Grand Palais exhibe 400 obras, mezcla de fin de una ¨¦poca y utop¨ªa
El paso del XIX al XX tiene algunos puntos en com¨²n con el del XX al XXI -la generalizaci¨®n de la electricidad, por ejemplo, ocupa el lugar que hoy corresponde a la comunicaci¨®n electr¨®nica-, pero el clima pol¨ªtico, art¨ªstico e intelectual no es el mismo. En una muestra que dura hasta el 26 de junio, el Grand Palais de Par¨ªs evoca, a trav¨¦s de 400 obras, una ¨¦poca en la que coexisten el sentimiento de fin de civilizaci¨®n con el de nueva era, la decadencia con la utop¨ªa, el refinamiento individualista con el entusiasmo colectivo.
Es un momento de apoteosis de los arquitectos. Son ellos los que se transforman en artistas totales, en los primeros dise?adores, capaces tanto de resolver el coronar un edificio con una c¨²pula como de dibujar las sillas o la cuberter¨ªa que encontraremos bajo el citado techo. Victor Horta, Charles Rennie Mackintosh, Antoni Gaud¨ª, Otto Wagner, Henry van de Velde, William Morris, Josep Puig i Cadafalch, Lars Sonk, Frank Lloyd Wright, Hector Guimard o Harvey Ellis son personalidades en sinton¨ªa con una ¨¦poca que defiende la uni¨®n de las distintas artes.Este deseo de s¨ªntesis va hermanado a un retorno a la naturaleza. De pronto los hierros se curvan, las maderas adquieren formas redondeadas, las bocas de entrada al metro pueden ser accesos a una gruta, los jarrones de cristal semejar gigantescas gotas de lluvia, las patas de las sillas ser troncos que surgen del suelo.
El hombre no puede cortar con la naturaleza, la tecnolog¨ªa no ha de hacernos olvidar nuestros or¨ªgenes, y de ah¨ª tambi¨¦n las formas que sugieren una cierta regresi¨®n hacia lo vegetal o lo acu¨¢tico, la opci¨®n biom¨®rfica. Una foto de caminos radiales que se abren paso en la nieve lleva el t¨ªtulo de The octopus porque el asfalto dibuja los tent¨¢culos de un pulpo, la pintura de Munch puede convertir la melena de una mujer en inquietante laberinto crom¨¢tico, mientras Louis Bonnier imagina una gran flor de hierro y cristal como quiosco period¨ªstico en medio de un parque.
Talentos agrupados
En algunos casos los talentos se reagrupan, se establecen como colectivos que modificar¨¢n la vida de Glasgow, Viena o Darmstadt, colectivos cuya propuesta est¨¦tica deste?ir¨¢ sobre el nombre de la ciudad hasta convertir su nombre en bandera del movimiento. Muy a menudo, este buscar en la naturaleza una protecci¨®n ante el abismo unificador de la tecnolog¨ªa se complementa con la mitificaci¨®n del pasado hist¨®rico.
Estamos ante el auge del nacionalismo art¨ªstico, ante una recuperaci¨®n de los or¨ªgenes. El simbolismo se funde sin problemas en un discurso que busca en la historia una edad de oro fundacional y en la naturaleza una justificaci¨®n de todos los deseos o impulsos. El pintor polaco Jacek Malczewski, objeto simult¨¢neamente en el Museo d'Orsay de una magn¨ªfica retrospectiva, es una de las figuras de 1900, porque en su obra coinciden la inspiraci¨®n simbolista, la mitificaci¨®n nacionalista, el influjo del psicoan¨¢lisis, la equiparaci¨®n entre naturaleza y patria y las t¨¦cnicas pict¨®ricas realistas.
Las 400 obras escogidas por Philippe Thi¨¦baut, comisario de la exposici¨®n, cubren un periodo de 10 a?os, entre 1895 y 1905, y proceden de museos de toda Europa y EEUU. En filigrana a veces, en otras oportunidades de manera expl¨ªcita, en la mayor¨ªa de los casos de manera inconsciente, las piezas de 1900 nos hablan tambi¨¦n de la Exposici¨®n Universal de Par¨ªs, de la guerra del Transvaal, de la conquista de Madagascar, de la exploraci¨®n del Polo Norte, del asesinato de Sis¨ª, del proceso Dreyfus, del metro, del coche, de los rayos X, de las primeras pruebas de radiofon¨ªa, de la guerra ruso-japonesa o de la de los Boxers.
De ah¨ª que la exposici¨®n haya sido coproducida por un canal tem¨¢tico de televisi¨®n, el canal Histoire, que ha puesto en pie, con la colaboraci¨®n del Museo d'Orsay, una pel¨ªcula de 26 minutos y, a la vez, ha programado durante una semana emisiones de una hora sobre la ¨¦poca y sus protagonistas que, en parte, habr¨¢n sido grabadas en el propio Grand Palais.
La m¨²sica
En los filmes, CD-ROM y otros objetos derivados de 1900 se hace evidente la importancia de la m¨²sica en esos a?os. Nadie duda de que Debussy o Bizet son franceses de la misma manera que Granados, Alb¨¦niz o Falla son inconfundiblemente espa?oles y Wagner es la encarnaci¨®n misma de la germanidad o Bartok de la hungaridad.
La connotaci¨®n peyorativa tan frecuente que acompa?a la visi¨®n de un arte repleto de banderas y h¨¦roes se desvanece ante unos acordes que buscan su inspiraci¨®n en temas populares. De pronto el nacionalismo art¨ªstico aparece bajo otro prisma, se nos propone bajo enfoques diversos. No es ¨¦se el menor de los m¨¦ritos de 1900.
Babelia
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