El chicle
Conozco pocos inventos que levanten tanta aversi¨®n como simpat¨ªas y pros¨¦litos. Hablo del chicle, esa goma de mascar y mascar cuya fama y origen se atribuye a los norteamericanos. Al parecer, fue un tal Curtis, feriante de profesi¨®n, quien all¨¢ por 1848 tuvo la ocurrencia de aromatizar con vainilla la resina de abeto. Posteriormente sustituy¨® la resina por parafina y la vendi¨® de pueblo en pueblo como un remedio eficaz contra las alteraciones del sistema nervioso debido a sus propiedades para generar bienestar, relax y alivio. Pero fue otro norteamericano, Thomas Adams, quien al ver el ¨¦xito obtenido por Curtis con su pasta de parafina, prob¨® suerte con el sapote, una sustancia que los ind¨ªgenas de M¨¦xico y Centroam¨¦rica masticaban desde sus ancestros. As¨ª fue como surgi¨® el chicle moderno en 1870, perfeccionado diez a?os despu¨¦s por William J. White, quien a?adi¨® jarabe de piperm¨ªn a una goma ins¨ªpida.Pero ?a qu¨¦ se debe el ¨¦xito de un producto tan aparentemente est¨²pido? Para una respuesta v¨¢lida debe remitirse uno a los intrincados laberintos de la psicolog¨ªa y los profundos descubrimientos antropol¨®gicos. Aunque para no entrar en consideraciones que exceder¨ªan lo que da de s¨ª esta columna, les resumir¨¦ que el chicle es algo as¨ª como el suced¨¢neo o el sustitutivo del pez¨®n materno, el consuelo m¨¢s c¨®modo para esa tendencia innata a la succi¨®n que caracteriza a los mam¨ªferos con capacidad de nostalgia. Y puede que tambi¨¦n sea ¨¦se el motivo de que resulte molesto para los detractores de su uso, fen¨®meno que se da con mayor frecuencia entre profesoras de educaci¨®n primaria y ense?anzas medias. No me extra?a en absoluto que el primer chicle de que se tiene constancia, una resina de abedul depositada en una estancia de la edad de piedra (hablo de 9.000 a?os atr¨¢s) perteneciera a un alumno de la prehistoria que se deshiciera discretamente de la gomita para evitar un castigo. En mis a?os de escuela el lugar id¨®neo era la parte inferior del pupitre, un espacio perfecto para marcar nuestro territorio y escribir en su peque?a historia que por all¨ª pas¨® un hom¨ªnido adiestrado para siempre en la nostalgia.
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