Montju?c se rinde al equipo espa?ol
Hac¨ªa trece a?os que no se ve¨ªa algo as¨ª. Barcelona acogi¨® con un entusiasmo hasta ahora desconocido a la selecci¨®n. M¨¢s de 50.000 aficionados, la mayor¨ªa de ellos con peque?as banderas, acudieron a Montju?c para presenciar el Espa?a-Italia. El p¨²blico no ces¨® de animar ante cualquier jugada de un futbolista espa?ol y de abroncar las internadas o faltas de los italianos. Como si quisieran demostrar que la selecci¨®n puede pensar tambi¨¦n en Barcelona. Y animaron con todo: haciendo la ola, gritando el t¨®pico de bote, bote -en este caso italiano- el que no bote, o lanzando ep¨ªtetos nada elegantes a Italia cuyo himno, tan comprimido como el espa?ol, ahogaron a gritos.Posiblemente, la afici¨®n logr¨® que la selecci¨®n no sea tan cara de ver. Espa?a no jugaba en Barcelona desde 1987 cuando en la alineaci¨®n figuraban, entre otros, Michel y el propio Camacho. El seleccionador ahuyent¨® el martes el miedo a que sus futbolistas estuvieran tan solos como ¨¦l y sus compa?eros: s¨®lo acudieron la ¨²ltima vez, al Camp Nou, ante Holanda, 20.000 personas.
Aquel fracaso aplaz¨® el regreso hasta ayer. El Espanyol, inquilino del estadio ol¨ªmpico, gestion¨® la venta de 20.000 localidades y la Federaci¨®n se reserv¨® un buen paquete de boletos. Los accesos a Montju?c, feudo tambi¨¦n de la selecci¨®n catalana en Navidad, se atascaron muy pronto. Y el estadio, con pancartas tan variopintas como la de "Teruel tambi¨¦n existe", acogi¨® casi un lleno. El marcador electr¨®nico revel¨® que hubo 53.600 personas sobre 55.000. Y que la reconciliaci¨®n en este as¨¦ptico estadio que enloqueci¨® con los goles es posible.
Realmente, el p¨²blico que ayer acudi¨® a Montju?c fue muy distinto del que anualmente se desplaza para presenciar los partidos de la selecci¨®n catalana. Un sector de aquella afici¨®n resulta mucho m¨¢s reivindicativa y parece estar menos interesada en el espect¨¢culo puramente deportivo.
Los incidentes ocurridos en el ¨²ltimo partido de la selecci¨®n catalana el pasado mes de diciembre ante Yugoslavia, no encontraron su lugar ayer. El p¨²blico que hab¨ªa acudido al estadio donde habitualmente juega el Espanyol, era otro. Y ¨¦ste vivi¨® el partido de una forma muy distinta. No hubo actitudes beligerantes, no se escucharon c¨¢nticos anticatalanes, no hubo quema de banderas. La situaci¨®n estuvo en todo momento bajo control, por la simple raz¨®n de que lo m¨¢s importante ayer era animar al equipo, a la selecci¨®n espa?ola.
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