Un debate para el cambio CONCHA CABALLERO
No s¨¦ cu¨¢ntas oportunidades habr¨¢ para que Izquierda Unida haga un proceso de an¨¢lisis y de cambios. Quiz¨¢ no sea la ¨²ltima, pero quedan pocas oportunidades m¨¢s. Los resultados electorales han sido sumamente malos pero hay algo m¨¢s importante: no son fruto de una coyuntura sino que responden a una ola de fondo que va aniquilando la propia existencia de la izquierda transformadora.Por ello, apuntar como causa principal el "ascenso de la derecha" no hace sino mirar los efectos y no las causas de este proceso, puesto que el ascenso de la derecha se ha producido justamente por la derrota previa y sistem¨¢tica de toda idea de cambio y de transformaci¨®n social. En todo caso, habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ frente a las ideas de la derecha no se han abierto paso alternativas y proyectos que ilusionaran a los ciudadanos. Habr¨ªa que analizar por qu¨¦ frente al triunfo de la derecha millones de electores, en vez de movilizarse, han tirado la toalla y se han salido del sistema pol¨ªtico, en lo que supone la declaraci¨®n m¨¢s rotunda de desconfianza. Eso apunta al necesario cambio de la izquierda.
A¨²n m¨¢s preocupante es que IU haya dejado de ser, a ojos de los ciudadanos, la fuerza distinta, alternativa, generadora de ilusi¨®n que en otros momentos fue. Hay quien opina que el pacto con el PSOE nos ha perjudicado y hay quien piensa que fueron los desacuerdos continuos anteriores, pero las dos perspectivas tiran balones fuera y olvidan interrogarse no s¨®lo por lo que declaramos ser sino por lo que somos y por c¨®mo somos. Quiz¨¢ haya razones sencillas que no queremos ver porque simplemente nos ponen en cuesti¨®n, quiz¨¢ a muchas personas no les gusta c¨®mo somos y c¨®mo hacemos las cosas.
El proyecto inicial de Izquierda Unida, Convocatoria por Andaluc¨ªa, proclamaba un cambio en la pol¨ªtica y en las formas de hacer pol¨ªtica sumamente revolucionario. Catorce a?os despu¨¦s cada vez nos parecemos m¨¢s al viejo modelo que dec¨ªamos hab¨ªa que superar. Dec¨ªamos que no hab¨ªa dogmas y ahora los hay, que no deb¨ªamos ser un partido pol¨ªtico y lo somos, que la pluralidad social y cultural era una riqueza a potenciar y la hemos extinguido o convertido en la pura ritualizaci¨®n o reparto entre los partidos, que deb¨ªa primar la voluntad de consenso y se ha extendido la exclusi¨®n, que no hab¨ªa jefes y dirigentes sino coordinadores y colectivos cuando cada vez hay m¨¢s jefes aunque sean de tribus, que ten¨ªamos que estar inmersos en los movimientos sociales y estamos fuera y "por encima" de ellos...
Ahora cambiar supone encontrar lo mejor de nuestras elaboraciones, recoger lo mejor de nuestra propia experiencia y de cientos de movimientos nuevos que quieren cambiar la sociedad, devolver la palabra a la militancia y a todas esas personas que se mueven en torno a la necesidad de este proyecto. Cambiar supone abrir un proceso muy amplio de libertad de expresi¨®n sin presiones.
Pero para cambiar es preciso estar dispuestos a cambiarse, para renovar hay que estar dispuestos a renovarse. No es cre¨ªble un proceso dirigido por quienes no quieren cambiar las cosas, en realidad no es necesario que nadie "dirija" este proceso sino m¨¢s bien que lo abra, lo coordine y lo dinamice.
Hoy, lo peor para IU-LV-CA es seguir con las mismas pr¨¢cticas pol¨ªticas, con los mismos m¨¦todos de decisi¨®n, y centrar la reflexi¨®n sobre la necesidad o no de acuerdos con el PSOE (con 20 diputados se pod¨ªa cambiar la pol¨ªtica andaluza, con seis es m¨¢s probable que lo que se cambie sea la propia Izquierda Unida).
Las fuerzas para el futuro hay que extraerlas de las reflexiones que ahora se realicen y, sin duda, hay lugar para la esperanza si recuperamos todo aquello que perdimos en el camino, si sabemos escuchar las nuevas demandas de cambio que la sociedad genera. Una parte importante de la sociedad andaluza tiene necesidad de una izquierda alternativa en la que reflejar sus esperanzas y proyectos.
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