Ciudad sitiada

Madrid es, en estos d¨ªas, una ciudad sitiada por la m¨²sica de Bach y la multitudinaria respuesta del p¨²blico da fe de lo placentero del asedio.Philip Pickett es, mutatis mutandis, una suerte de Jordi Savall brit¨¢nico, capaz de abarcar un repertorio de ocho siglos de m¨²sica. En su versi¨®n de la Misa en Si menor confirma que no es el barroco el terreno en el que se mueve con m¨¢s desenvoltura. Su muy heterog¨¦neo conjunto vocal nunca son¨® ni como un coro ni como un grupo de solistas, en parte porque s¨®lo pudo escucharse a un cantante de verdadera altura: la joven soprano Joanne Lunee. Por actitud, estilo y expresividad fue la mejor con mucho de un grupo que parec¨ªa confeccionado ad hoc y en el que emocionaba ver a¨²n al trompetista Michael Laird.

Los instrumentos, mal colocados, se oyeron a duras penas y, con s¨®lo un cuarteto de cuerda, Pickett nos escamote¨®, por ejemplo, una de las tres partes de viol¨ªn del Laudamus te. En los coros a cuatro voces interpretados con sus 10 cantantes, el desequilibrio a favor de las sopranos fue ostensible, como notorio fue su desapego del componente emocional de una obra que qued¨® reducida en demasiadas ocasiones a un seco ejercicio de contrapunto severo.