Hay una huelga de hambre
Imag¨ªnate que una persona poderosa, elegida por la mayor¨ªa de vecinos de tu ciudad, te dice: por tu bien he decidido que vamos a cortarte las piernas, es la ¨²nica forma de salvar tu vida. Y que a?ade: hemos encuestado a tus conciudadanos y el sesenta por ciento cree definitivamente en la bondad de la amputaci¨®n. Podr¨ªas reaccionar como un anestesiado y asumir lo inevitable y justo de la castrante medida, mejor vivir sin piernas que morir. O podr¨ªas pensar que no quieres una vida obligatoriamente dolorosa y sedentaria y que quiz¨¢ existen otras salidas a la intervenci¨®n. Y negarte a que te corten las piernas, y exigir a la persona poderosa, que te representa y te sirve, que no te deje morir.Hace unos a?os el gobierno del Ayuntamiento de Valencia dijo a los vecinos del Cabanyal que deb¨ªan elegir entre la intervenci¨®n quir¨²rgica del pueblo -intervenci¨®n que se concreta en el derribo de una banda de m¨¢s de cien metros de ancho, desde el final de Blasco Ib¨¢?ez hasta el mar-, o la muerte por degradaci¨®n. O una cosa o la otra, sin m¨¢s alternativas. As¨ª, para demostrar que iba en serio fue tomando medidas, por acci¨®n y omisi¨®n, que han convencido a muchos vecinos de que contra el poder nada se puede, y que mejor rotos que muertos. Luego, para justificar el inter¨¦s general de la medida, ha repetido machaconamente a los valencianos que la relaci¨®n de la ciudad con el mar depende de que una gran avenida les deje a pie de arena, y ha basado su defensa en el siguiente argumento fuerte: "Es un proyecto que la ciudad necesita para recuperar su propia autoestima, su propia dimensi¨®n de grandeza y esa proyecci¨®n hacia el futuro que en su conjunto demanda" (sic). No necesita comentarios pero da un poco de verg¨¹enza.
A veces el poder miente, confunde y soborna, y retuerce las normas en su propio beneficio o en el de sus amigos, que es lo mismo. Cuando esto sucede los ciudadanos no pueden resignarse, es su obligaci¨®n pedir cuentas, exigir explicaciones convincentes, evitar la arbitrariedad; entre nosotros no hay costumbre pero debe hacerse, estamos en nuestro derecho. Por eso la Plataforma Salvem el Cabanyal est¨¢ en el Parterre. Por eso, para provocar un debate p¨²blico, cuatro vecinos est¨¢n haciendo huelga de hambre. Esto no es una frivolidad.
Dice el concejal de Urbanismo que la Plataforma es minoritaria, que no es representativa, que es radical. A sabiendas confunde la democracia y los derechos humanos con el voto y las encuestas: primero, la Plataforma s¨ª es representativa, la mayor¨ªa de los que visitaron el Cabanyal en la acci¨®n Portes Obertes han pasado a formar parte de la gran minor¨ªa que defiende un pueblo mar¨ªtimo ¨ªntegro y rehabilitado; por otra parte, que una mayor¨ªa (desinformada) piense que lo mejor es la prolongaci¨®n no justifica la intervenci¨®n, tambi¨¦n la mayor¨ªa de norteamericanos (desinformados) apoyaron la invasi¨®n de Vietnam, y ¨¦sta no parec¨ªa muy razonable. En ¨²ltimo t¨¦rmino, un gobierno elegido por la mayor¨ªa no puede violar los derechos de las minor¨ªas, pues en eso consiste el Estado de Derecho.
El Cabanyal no debe ser partido por la prolongaci¨®n de Blasco Ib¨¢?ez. En primer lugar porque el impacto da?ino ser¨ªa desproporcionado, desde el punto de vista patrimonial desde luego, pero sobre todo desde la perspectiva humana, pues se est¨¢ jugando con la vida de las personas, muchas de ellas mayores. En segundo lugar porque, a pesar de la insistencia interesada del gobierno del Ayuntamiento de Valencia, ni la prolongaci¨®n es necesaria, ni es de inter¨¦s general.
Existe cierto empe?o por parte de este gobierno -y cuenta con la inestimada y muy interesada colaboraci¨®n del canibalismo constructor-, en la destrucci¨®n met¨®dica de los espacios que en Valencia todav¨ªa guardan equilibrio y belleza. No responder a la imposici¨®n de una ciudad fea y sin personalidad, no protestar m¨¢s decididamente contra la informaci¨®n mentirosa que nos degrada como personas y como pueblo, no apoyar los actos de participaci¨®n pac¨ªfica, democr¨¢tica, arriesgada, de nuestros conciudadanos, ¨¦se s¨ª es un s¨ªntoma de muerte c¨ªvica. No dejemos que suceda.
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