Cinespa?a
Las victorias de Santana hace treinta a?os, los recientres triunfos de Indurain, el Nobel de Cajal hace casi un siglo o el flamante Oscar que acaba de obtener Pedro Almod¨®var se viven en este pa¨ªs cual si se tratara de gestas nacionales. El propio cineasta manchego se ha encargado de reforzar esta tradici¨®n al dedicar su premio, nada m¨¢s y nada menos, que a todos los espa?oles. Aficionados a la loter¨ªa y a todo tipo de juegos de azar, m¨¢s confiados siempre en la providencia que en el esfuerzo colectivo y amantes del culto a los caudillos, los espa?oles enloquecen con las grandes figuras del deporte o del espect¨¢culo. Si el origen de estos l¨ªderes es adem¨¢s una humilde cuna, la mitoman¨ªa se dispara. Que el hijo de una familia trabajadora de un pueblo perdido en el mapa como Calzada de Calatrava, antiguo empleado de Telef¨®nica por m¨¢s se?as, llegue a codearse con las estrellas de Hollywood supone un orgasmo de sublimaci¨®n para miles de personas. Es la versi¨®n espa?ola de esa filosof¨ªa americana que sostiene que en EEUU cualquiera puede llegar a presidente.Poco importa que Santana alcanzara la cumbre del tenis en una ¨¦poca en que era un lujo comprarse una raqueta o que Cajal realizara sus investigaciones en medio de un p¨¢ramo cient¨ªfico. Porque el imaginario colectivo apunta a que los h¨¦roes rediman a la sociedad. Servidos estos ingredientes, los poderes de turno s¨®lo han de encaramarse a la cresta de la ola del triunfalismo para ocultar sus verg¨¹enzas. El caso del cine espa?ol resulta paradigm¨¢tico. Recuperado en la ¨²ltima d¨¦cada de una larga crisis, el cine vive unos momentos de euforia que, no obstante, no pueden esconder una producci¨®n todav¨ªa d¨¦bil, una escasa colaboraci¨®n con las televisiones o una cuota de mercado que apenas rebasa el 12% de espectadores. Pero en contraste con esta especie de cruzada nacional que ha aupado a Todo sobre mi madre hacia el Oscar, la prensa francesa s¨®lo ha prestado una discreta atenci¨®n a la Vida prometida, la pel¨ªcula gala que compet¨ªa con Almod¨®var. Francia debe pensar que la grandeur se demuestra con un 30% de cuota de sus filmes en el mercado nacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.