El cuadro imposible
Tengo colgada en casa una reproducci¨®n del cuadro Gran V¨ªa, de Antonio L¨®pez, comenzado a pintar en 1974. Pintura tan extraordinaria que con frecuencia me quedo mirando admirado.Como se sabe, es una panor¨¢mica de la Gran V¨ªa madrile?a desde su cruce con Alcal¨¢. Sobre
el edificio que separa ambas calles, a la izquierda del cuadro, el reloj se?ala la hora: 6.30 de la ma?ana. El asfalto y las aceras conservan todav¨ªa el gris cenizo, fr¨ªo de la noche; los chaflanes de los edificios aparecen desolados, tristes, y sobre los adornos de las azoteas emerge la luz primera, lev¨ªsima, que se va derramando hacia el fondo, sobre el edificio de Telef¨®nica, plantado ante la luz de esos rayos l¨ªquidos de un sol que apenas se entreabre por la l¨ªnea del horizonte.
Todo es soledad, todo silencio. El d¨ªa llega, pero a¨²n nada, salvo la mirada del pintor, advierte su presencia.
Pues bien. Esta obra existe porque en 1974, a las 6.30 de la ma?ana, exist¨ªa esa luz y ese silencio. Pero muy pocos a?os despu¨¦s se terminar¨ªa tal encanto y desde entonces el cuadro hubiera sido imposible de pintar. Para podernos encontrar con esa misma luz, el reloj hoy nos obligar¨ªa a pintar a las 7.30 y la Gran V¨ªa ser¨ªa un hervidero de ruidos, gentes y tr¨¢fico. Y si nos pusi¨¦ramos ante el reloj cuando indicase las 6.30, como en el cuadro, ser¨ªa de noche cerrada, con la iluminaci¨®n artificial encendida, porque para el sol ser¨ªan las 5.30, antes de amanecer.
A su valor de cuadro maravilloso se a?ade una nueva cualidad: es un cuadro imposible. Y, como la bella durmiente, ser¨¢ imposible mientras alguien no liquide la estulticia suprema del cambio de hora.-
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