?Nos lavamos las manos?
Una buena parte de la prensa escrita y radiof¨®nica de Barcelona y Madrid acaba de protagonizar un grav¨ªsimo fiasco informativo. EL PA?S, en concreto, public¨® en las p¨¢ginas de Espa?a, el pasado mi¨¦rcoles, este titular, a tres columnas: "Una joven queda tetrapl¨¦jica tras ser apaleada por unos cabezas rapadas".La brutalidad del enunciado basta, en esta ocasi¨®n, para que tome cuerpo un concepto tan delet¨¦reo como la alarma social. Sobre todo porque varias emisoras de radio, especialmente en Catalu?a, difundieron el suceso a lo largo del martes d¨ªa 28 y al d¨ªa siguiente ocup¨® la primera p¨¢gina de varios peri¨®dicos.
Al final no hay caso. Una larga serie de equ¨ªvocos, sobreentendidos, medias verdades o incluso falsedades, por parte de la polic¨ªa, se han diluido en la nada. Por fortuna, no existe ninguna joven tretrapl¨¦jica por causa de una agresi¨®n que se habr¨ªa perpetrado a las seis de la tarde del 5 de febrero, en la plaza de Catalu?a de Barcelona.
Contado as¨ª tomar¨ªa cuerpo la afirmaci¨®n popular, excesivamente extendida y tan simplista, de que los periodistas inventan noticias.
Negar a estas alturas que, en alg¨²n momento, algunos periodistas han inventado algunas noticias ser¨ªa pueril. Pero la realidad es mucho m¨¢s complicada.
Una emisora de Barcelona propag¨® la noticia. Su gravedad oblig¨® a todos los medios de la ciudad a recabar informaci¨®n de la polic¨ªa. Y ah¨ª comienza el enredo.
El Defensor ha podido leer un informe policial seg¨²n el cual la jefatura de Barcelona no confirm¨®, en ning¨²n momento, la agresi¨®n brutal y sus terribles resultados. Se habr¨ªan limitado a decir que se estaba investigando, a partir de la inquietud que los periodistas hab¨ªan despertado en los investigadores, al tiempo que ped¨ªan colaboraci¨®n ciudadana, ya que ellos no lograban un solo dato sobre la supuesta agresi¨®n.
Sin embargo, los testimonios que ha recogido el Defensor coinciden en se?alar que la polic¨ªa s¨ª confirm¨® la noticia.
Puede haber matices, en el sentido de que la confirmaci¨®n fuese rotunda o m¨¢s o menos ambigua, pero lo cierto es que la polic¨ªa dio p¨¢bulo a la noticia de que unos cuantos cabezas rapadas hab¨ªan arruinado la vida de una joven en pleno centro de Barcelona.
El Defensor ha hablado con responsables de la emisora que divulg¨® la historia inicial, con periodistas del EL PA?S que intervinieron en la elaboraci¨®n de la noticia, y ha le¨ªdo un recuadro, publicado el jueves en La Vanguardia, en el que el redactor que firm¨® la informaci¨®n asegura que se la confirmaron "no una, sino innumerables veces".
Parece claro que alguien en la polic¨ªa pretendi¨® pasarse de listo y aprovechar el asunto para informar de una amplia operaci¨®n que estaba a punto de ponerse en marcha contra los cabezas rapadas en Barcelona.
Conviene que los lectores tengan alg¨²n dato m¨¢s sobre este formidable galimat¨ªas.
La informaci¨®n lleg¨® a la Redacci¨®n de EL PA?S, en Barcelona, sobre las siete de la tarde del martes. La peor hora posible para hacer nada serio sobre algo tan complicado. Confusa, sin un solo dato sobre la identidad de la v¨ªctima o de sus agresores, pero con la atracci¨®n, period¨ªsticamente fascinante, de un comportamiento despiadado y con los ingredientes sociol¨®gicos que rodean a los cabezas rapadas.
?Alg¨²n peri¨®dico es capaz de guardar la informaci¨®n hasta llegar a conclusiones irrebatibles? Ser¨ªa temerario contestar de forma rotunda, pero el Defensor piensa que, al menos en este pa¨ªs, resulta casi imposible. Sobre todo si la noticia se ha propagado por las emisoras de radio, con su atracci¨®n, en ocasiones fat¨ªdica.
Para colmo de males, y como otro dato que puede explicar el fiasco, conviene advertir que la noticia no perjudicaba a nadie: ni un solo dato sobre la v¨ªctima o sobre sus agresores, como mucho una gen¨¦rica atribuci¨®n a cabezas rapadas.
El Libro de estilo de EL PA?S se abre con unos 'Principios' tan contundentes que dejan poco margen para la duda en su formulaci¨®n.
"Los rumores no son noticia", dice, y se?ala que "el periodista transmite a los lectores noticias comprobadas y se abstiene de incluir en ellas sus opiniones personales. Cuando un hecho no haya sido verificado suficientemente, el redactor evitar¨¢ en las noticias expresiones como 'al parecer', 'podr¨ªa', 'no se descarta' o similares. Estas f¨®rmulas s¨®lo sirven para a?adir hechos no contrastados o rumores", y concluye as¨ª este apartado: "En ese caso deber¨¢ aportar los datos ciertos que le inducen a creer que algo 'podr¨ªa' ocurrir o que ha sucedido 'al parecer".
As¨ª las cosas, el peri¨®dico public¨® el viernes una informaci¨®n muy destacada, en las p¨¢ginas de Espa?a, con un titular rotundo: "La polic¨ªa de Barcelona invent¨® la agresi¨®n de los skins a una joven".
Lo mismo se dec¨ªa en el texto. Al Defensor le parece excesivo e inexacto. Parece cierto que la polic¨ªa propici¨® el enga?o de muchos informadores o, cuando menos, permiti¨® conscientemente que engordase una bola inexistente. Cuando se percataron del tama?o reaccionaron con desmentidos. Ya era tarde.
Ayer, EL PA?S public¨® un editorial en el que las cosas eran m¨¢s equilibradas. Se atacaba la postura policial, pero se admit¨ªa abiertamente que los informadores se dejan arrastrar con demasiada facilidad por fuentes policiales y judiciales.
El propio Libro de estilo establece que "la atribuci¨®n de la noticia a una fuente no exime al periodista de la responsabilidad de haberla escrito". Ni, por extensi¨®n, al peri¨®dico de publicarla.
La dosis de autocr¨ªtica que conten¨ªa el editorial era muy alta: "Los informadores hemos incurrido tambi¨¦n en una seria corrupci¨®n del oficio que tiene consecuencias autodestructivas para el periodismo y desmoralizadoras para la opini¨®n p¨²blica".
Nadie era capaz de aclarar ni uno solo de los muchos detalles que se ofrec¨ªan en la primera informaci¨®n sobre el feroz ataque. Una relectura del Libro de estilo debi¨® bastar para frenar la publicaci¨®n.
Como mucho, debi¨® quedar muy clara la ins¨®lita actitud de la polic¨ªa, al confirmar un hecho tan ayuno de datos, tan radicalmente misterioso. Pero aceptar la confirmaci¨®n policial, sin la menor advertencia al lector, para calificarla de "invento" 48 horas m¨¢s tarde, queda lejos del rigor que un peri¨®dico debe a sus lectores.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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