Carta abierta a Cipri¨¤ Ciscar
Estimado se?or diputado:Me permito dirigirme a usted sirvi¨¦ndome del g¨¦nero epistolar sin ¨¢nimo de esgrimir aqu¨¦l "?Yo acuso!"; espero que mi egolatr¨ªa no me lleve a tanta inconsciencia. Pero me preocupa que su pasi¨®n de buen socialista le haya sumido repentinamente en una profunda reflexi¨®n acerca de los males que aquejan a un partido que usted y algunos de sus ac¨®litos dicen querer tanto. No creo que este repentino deseo de discurrir sesudas disquisiciones sobre el por qu¨¦ del malquerer de la ciudadan¨ªa hacia el socialismo obedezca a la intenci¨®n de dejar que el tiempo calme los ¨¢nimos s¨®lo para evitar retirarse de la pol¨ªtica activa antes de tiempo o al deseo de procurar unir la suerte de la federaci¨®n socialista valenciana a la ejecutiva federal, pues al fin y al cabo la decisi¨®n final acabar¨¢ estando all¨ª. Estas cavilaciones ser¨ªan propias de alguien que hubiera olvidado su condici¨®n primera de militante y hubiese perdido su sensibilidad socialista, buscando ¨²nicamente sobrevivir de la representaci¨®n org¨¢nica o ciudadana. Como sabemos que eso no es de desear, me permito contribuir a la discusi¨®n con mis cavilaciones, sobre todo cuando usted ha manifestado p¨²blicamente su intenci¨®n de aspirar a la direcci¨®n del PSPV-PSOE (porque tampoco creo que piense que la cr¨ªtica s¨®lo deba producirse en unos ¨®rganos de decisi¨®n internos en los que la mayor parte de la militancia no participa efectivamente y en los que el di¨¢logo ha tenido escasa fortuna, incluso despu¨¦s de haberse procedido a dirimir las diferencias mediante el voto, que por cierto le ha sido adverso).
Apenas quisiera extenderme en cuestiones que vienen de lejos, como la subordinaci¨®n de un partido, el PSOE, al gobierno durante las sucesivas legislaturas de mandato socialista, con los consiguientes problemas que ello ha ocasionado a la organizaci¨®n en el momento de tener que adaptarse de nuevo a los retos del presente con el objeto de ganar la confianza de los ciudadanos; siendo esto cierto, tambi¨¦n es una verdad a medias. La subordinaci¨®n del partido al gobierno no plante¨® problemas en la primera legislatura de mayor¨ªa absoluta socialista; despu¨¦s de todo, el modelo de partido pol¨ªtico basado en un liderazgo fuerte y un r¨ªgido control de la militancia y de los cuadros internos hab¨ªa sido eficaz en medio de la descomposici¨®n de UCD, reduciendo la capacidad de decisi¨®n a unos pocos dirigentes que, all¨¢ por octubre de 1982, accedieron al poder. S¨®lo cuando crecieron las discordias internas en el gobierno se comenzaron a levantar las primeras voces reclamando una mayor autonom¨ªa del partido. Otra cuesti¨®n diferente es la vigencia actual de aqu¨¦l modelo de organizaci¨®n del PSOE, cuya estructura federal, que usted contribuy¨® a implantar, apenas ha servido para avanzar en ese otro proyecto paralelo y necesario acerca de cu¨¢l debe ser el marco pol¨ªtico-institucional de convivencia nacional en Espa?a, cay¨¦ndose en discursos discordantes, cuando no en el oportunismo del pacto pol¨ªtico. Pero sobre todo no ha significado un avance en el respeto democr¨¢tico por parte de la ejecutiva federal respecto a las decisiones adoptadas en algunas federaciones territoriales, como la valenciana. En verdad que en el ejercicio de su cargo como secretario federal de Organizaci¨®n del PSOE poco ha contribuido al sosiego y la superaci¨®n consensuada de la crisis del socialismo valenciano al querer ser juez y parte, am¨¦n de implicarse en otras disputas de facci¨®n. La democracia interna en asambleas y congresos ni se puede obviar ni se debe manipular. Con seguridad que la renovaci¨®n comienza por algo tan obvio como el respeto a las reglas de decisi¨®n democr¨¢tica.
La segunda reflexi¨®n necesaria es c¨®mo articular un proyecto novedoso que, adem¨¢s, sea cre¨ªble por la ciudadan¨ªa. Una cuesti¨®n interesante es hasta qu¨¦ punto el PSOE debe recuperar un discurso social espec¨ªfico, cuando no de clase, y restablecer la buena sinton¨ªa con el sindicalismo obrero. Ciertamente el partido socialista tiene su historia, pero tambi¨¦n un futuro. La distinci¨®n entre derecha e izquierda sigue vigente en nuestras modernas sociedades, pero la desigualdad no s¨®lo es social, tiene asimismo edad y sexo, es cultural, se llama tambi¨¦n insolidaridad. El socialismo tiene que ser din¨¢mico y responder a tales retos de forma decidida, apelando en primer lugar a la responsabilidad y al civismo por encima del ego¨ªsmo exacerbado del mercantilismo. Un proyecto as¨ª no se hace s¨®lo con nuevas incorporaciones a las comisiones gestoras y las listas electorales, sobre todo si se trata de incondicionales que act¨²an de voceros, o manipulando groseramente la paridad para depurar a quienes no nos gustan. As¨ª, est¨¢ el problema de qui¨¦n debe dirigir el necesario proceso de cambio interno. No es una cuesti¨®n balad¨ª, pues en el devenir hist¨®rico el azar y la libertad humana, cuando no las individualidades, tienen su importancia. ?C¨®mo no deber¨¢ tenerlo quien dirija la renovaci¨®n del socialismo? En este sentido, quiz¨¢ sus reflexiones debieran comenzar por preguntarse si una buena parte de la precaria y ruinosa situaci¨®n del PSPV no es gracias a su genio y figura. Es posible tambi¨¦n que por ah¨ª empiece la soluci¨®n.
Francisco Sevillano es profesor de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad de Alicante.
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