Entre el rencor y el olvido
Todo es nuevo en Valdebernardo. El barrio madrile?o, exponente del mayor fiasco cooperativista, el de la PSV, vale m¨¢s ahora. La urbanizaci¨®n ha cambiado mucho desde que se empezaron a entregar en 1997 los primeros pisos de los 2.900 proyectados: hay dos colegios, metro, autobuses, peluquer¨ªas, bares y farmacias. Tras muchas manifestaciones y dolores de cabeza, los cooperativistas ya ocupan las viviendas que les hab¨ªan prometido. Los ¨¢nimos se han calmado. Pero, a medida que se iba acercando el juicio que comienza hoy, algo se ha vuelto a mover en Valdebernardo.Todos los vecinos del barrio, situado en la zona este de Madrid, muy cerca de la autov¨ªa que lleva a Valencia, se conocen. No tienen m¨¢s remedio. "Las desgracias unen", afirma Juan Antonio Monge, que fue presidente de la Asociaci¨®n de Futuros Vecinos de Valdebernardo en los d¨ªas de mayor tensi¨®n. Llegaron a ser 2.370 los asociados. Hoy son algunos menos, pero no han suprimido la palabra futuros de sus siglas -en el nombre oficial s¨ª- aunque viven all¨ª hace casi dos a?os. "Se ha mantenido para el recuerdo", dicen.
Los que estuvieron m¨¢s implicados en la lucha para que les entregaran el piso por el que pagaron, cada uno, un adelanto de m¨¢s de cinco millones de pesetas afrontan el juicio entre nerviosos y optimistas. Quieren olvidarse del esc¨¢ndalo de la PSV, pero tampoco van a permitir que la vista pase inadvertida.
"Yo me voy a plantar frente a la Audiencia Nacional para hacer presi¨®n, pero no seremos muchos", asegura Juan Antonio Herrand¨®n, de 41 a?os; "la gente ha empezado a pasar de todo". La sensaci¨®n que hay en el barrio es la de que, despu¨¦s de lo que han tenido que pasar, se ha conseguido el objetivo b¨¢sico: un piso.
Muchos han tirado la toalla. Cuando los inquilinos empezaron a llegar, a goteo, en 1997, no hab¨ªa nada en Valdebernardo. S¨®lo bloques. Ahora tienen dos colegios, una parada de metro y tres l¨ªneas de autobuses. Los bajos destinados a comercios est¨¢n casi todos ocupados. Los problemas del barrio son otros: inseguridad ciudadana y falta de plazas de colegio y de un centro de salud.
El fraude de la cooperativa PSV ha cambiado la vida de muchos vecinos. En el barrio se comentan casos de matrimonios que acabaron divorciados y gente que tuvo que recurrir a un psic¨®logo. Muchas parejas tuvieron que esperar a?os para tener hijos porque deb¨ªan pagar un alquiler mientras esperaban su vivienda y el dinero no les llegaba. Elisa, por ejemplo, quer¨ªa una casa mejor, pero no muy cara. "Mi familia es muy obrera", dice. Y se apunt¨®. Cuando por fin consigui¨® el piso, su vida hab¨ªa dado tantas vueltas que tuvo que ced¨¦rselo a su hija. As¨ª que vive en el mismo sitio. "Me he tirado a?os cosiendo como una loca todas las noches para tener una casa digna para nada", se lamenta.
El mal trago que tuvo que pasar esta ama de casa de 61 a?os para conseguir una vivienda se puede aplicar a cientos de casos. Elisa se enter¨® de que una cooperativa de la UGT, cuyo secretario general era entonces Nicol¨¢s Redondo, pon¨ªa a la venta pisos. Pag¨® algo m¨¢s de cinco millones de pesetas de adelanto. "Con el tiempo vimos que pon¨ªan muchas oficinas, pero que daban poca informaci¨®n", dice Isabel, de 48 a?os, miembro activo de la asociaci¨®n de actuales vecinos.
Empezaron los rumores. Los cooperativistas afiliados a la UGT acogieron con excepticismo las advertencias de los desconfiados. Fue el caso de Juan Antonio Herrand¨®n: "?C¨®mo nos iba a hacer esto Nicol¨¢s?". Cuando la PSV present¨® suspensi¨®n de pagos, quem¨® el carn¨¦.
Empezaron las manifestaciones, que fueron m¨¢s intensas entre finales de 1993 y principios de 1994. "Nos pegaron muchos palos", cuenta Elisa, que ha estado en "esta lucha" desde el principio. Sali¨® por la televisi¨®n, en los peri¨®dicos, pero ahora ya no quiere identificarse ni dar su apellido. "Ya no tengo ganas de nada", confiesa.
Los afectados est¨¢n convencidos de que, si no hubieran armado tanto jaleo, nadie les habr¨ªa hecho caso. Al final, tuvieron su piso, pero los 9,5 millones que iba a costar se convirtieron en m¨¢s de 13. Admiten, sin embargo, que ahora el barrio se ha revalorizado y que hay vecinos que han vendido su vivienda por m¨¢s de 20 millones. "Hab¨ªa carteles de se vende en las fachadas. Eso es ilegal [los propietarios de un piso subvencionado no pueden venderlo antes de los 10 a?os]. Pues que vengan los inspectores", dice Herrand¨®n.
Despu¨¦s de tanto tiempo, el juicio empieza hoy. Hay un sentimiento com¨²n en el barrio: tienen la esperanza de que "sacar¨¢n algo", hay cierto optimismo, pero tampoco esperan mucho. "Nos lo tomamos con calma. Algunos est¨¢n m¨¢s nerviosos. Pero no se nota el agobio de aquellos d¨ªas", comenta el ex presidente de la asociaci¨®n.
Otros son menos optimistas, pero tienen claro que no volver¨¢n a repetir la experiencia. Isabel lo resume: "?Comprarme un piso con una cooperativa? Ser¨ªa lo ¨²ltimo que har¨ªa. Muy desesperada tendr¨ªa que estar".
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