Baile de disfraces parlamentario
Hoy se constituyen formalmente las C¨¢maras de las Cortes Generales elegidas en las urnas el pasado 12-M; la designaci¨®n de las presidencias del Congreso y del Senado (Luisa Fernanda Rudi y Esperanza Aguirre son las pregonadas candidatas del PP para esos cargos) y la formaci¨®n de sus Mesas correspondientes ser¨¢n las primeras decisiones adoptadas por los representantes parlamentarios tras jurar o prometer acatamiento a la Constituci¨®n. Antes de la solemne apertura -en presencia del Rey- de la s¨¦ptima legislatura y de la investidura del presidente del Gobierno, las C¨¢maras reci¨¦n estrenadas celebrar¨¢n un baile de disfraces a fin de que los partidos puedan negociar pr¨¦stamos y emparejamientos temporales de diputados o senadores destinados a burlar los requisitos reglamentarios exigidos para la creaci¨®n de grupos parlamentarios y posibilitar as¨ª su irregular proliferaci¨®n. Sentencia el dicho popular que quien hace la ley hace la trampa; as¨ª ocurre con la interpretaci¨®n -entre forzada y fraudulenta- de la letra de los Reglamentos del Congreso y del Senado realizada por los estados mayores de los partidos a fin de procrear nuevos grupos parlamentarios mediante el adulterio pol¨ªtico.En t¨¦rminos estrictamente utilitarios, la importancia del objetivo perseguido en esa veneciana fiesta de disfraces justifica las pr¨¢cticas torticeras aplicadas para alcanzarlos. Porque los aut¨¦nticos motores de la actividad del Congreso y del Senado no son los diputados o senadores a t¨ªtulo individual, sino los grupos parlamentarios: como se?ala el profesor Francisco Rubio Llorente en uno de los trabajos de su libro La forma del poder (Centro de Estudios Constitucionales, 1993), tales grupos ostentan la efectiva representaci¨®n pol¨ªtica de los electores y son los verdaderos actores de las C¨¢maras. A ellos les corresponde -entre otras decisivas atribuciones- el gobierno de la Junta de portavoces, la asignaci¨®n de los parlamentarios a las diferentes comisiones y la tramitaci¨®n de las enmiendas; de a?adidura, el Congreso y el Senado les proporcionan los locales y el material necesarios para llevar a cabo su tarea y les asignan una sustanciosa subvenci¨®n econ¨®mica. De ah¨ª que los diputados y senadores de los partidos inhabilitados reglamentariamente para formar grupo propio corran en el Parlamento la misma triste suerte que los inquilinos del purgatorio o del limbo en el m¨¢s all¨¢; hacinados dentro del grupo mixto, se ven condenados a compartir con sus compa?eros de infortunio dentro de ese coche-escoba el tiempo de intervenci¨®n en los plenos y los recursos econ¨®micos.
Si bien el Congreso exige como regla general quince diputados para la creaci¨®n de un grupo parlamentario, su Reglamento admite como alternativa de consolaci¨®n una f¨®rmula m¨¢s flexible en beneficio de las minor¨ªas: as¨ª, tambi¨¦n podr¨¢n constituir grupo las formaciones pol¨ªticas que hayan obtenido cinco esca?os y el 15% de los votos en el conjunto de las circunscripciones provinciales donde se hayan presentado (un supuesto ideado para favorecer a los partidos nacionalistas y regionalistas) o el 5% en toda Espa?a. Para el Senado, en cambio, resultan siempre imprescindibles diez esca?os. Los r¨¢bulas de turno, sin embargo, han dado con un trapacero procedimiento que permite a los partidos constituir grupo parlamentario propio aunque no re¨²nan los requisitos legalmente establecidos para obtenerlo; su retorcida y torturada interpretaci¨®n de los Reglamentos de las C¨¢maras abre a las formaciones deficitarias de esca?os la tramposa posibilidad de recibir de otros grupos el n¨²mero de diputados o senadores -prestados temporalmente- suficiente para alcanzar la cifra m¨¢gica de los cinco parlamentarios.
Este a?o el baile de los pr¨¦stamos temporales de pareja -que cerrar¨¢ sus puertas cinco d¨ªas despu¨¦s de ser inagurado- se presenta muy animado. Alg¨²n diputado elegido en las listas del PP se disfrazar¨¢ por un tiempo de guanche para ayudar a los cuatro representantes de Coalici¨®n Canaria a constituir grupo propio; los tres representantes del nacionalismo gallego en el Congreso han solicitado los favores temporales de los nacionalistas vascos y catalanes para completar su quinteto; en la C¨¢mara alta, el PP se desprender¨¢ por unos d¨ªas de cuatro esca?os para que los seis senadores canarios alcancen la decena exigida. El fraude de ley elevado, en suma, a la condici¨®n de espect¨¢culo coreogr¨¢fico.
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