La prioridad: desbloquear el PSOE
La noche m¨¢s triste de la izquierda espa?ola fue la del 12-M. Nunca hab¨ªa sido tan derrotada por la sola voluntad de los ciudadanos. Como todo acontecimiento decisivo, el tiempo decantar¨¢ su verdadera magnitud, pero est¨¢ llamada a tener hondas repercusiones. En 1996, la direcci¨®n del PSOE se equivoc¨® diametralmente al analizar la situaci¨®n que lo hab¨ªa llevado a la oposici¨®n y, por tanto, los problemas no se solucionaron -es m¨¢s, empeoraron-, aunque se pod¨ªa ver que eran profundos (Leviat¨¢n, oto?o 1996). Ahora ni siquiera se percibe un bosquejo de an¨¢lisis, s¨®lo agitaci¨®n que responde a la l¨®gica del poder interno. Pero, en pol¨ªtica, tener un an¨¢lisis de la situaci¨®n es decisivo, ya que de ¨¦l derivar¨¢ la acci¨®n. Un an¨¢lisis equivocado puede llevar al PSOE a permanecer en la oposici¨®n m¨¢s de los ocho a?os (m¨¢s) que pueden entreverse; carecer de ¨¦l puede llevarlo a la decadencia, siguiendo el camino de la SFIO francesa (o el PSI) en los 50 y 60: un partido con cuadros envejecidos, un declinante apoyo electoral -que dej¨® surgir a otros partidos de izquierda- y escasa afiliaci¨®n, con pol¨ªticas oportunistas (guimolletismo). Se dir¨¢ que esta perspectiva es exagerada, pero baste recordar la trayectoria del PSOE como partido de oposici¨®n para que se haga evidente que no hay exageraci¨®n: desde 1986, no ha recuperado ni una comunidad o ciudad importante perdida; las recuperadas en 1999 lo fueron con pactos y en condiciones tan precarias como han mostrado estas elecciones (Arag¨®n, Asturias, Baleares, Sevilla) y en su primera legislatura en la oposici¨®n ha perdido 15 diputados, un mill¨®n y medio de votos, y su distancia con el PP ha pasado del 1,5% al 10%. Con este balance, ?cabe imaginar lo peor?En estas elecciones el PP ha ganado medio mill¨®n de votos, procedentes del PSOE e IU y de nuevos votantes. El PSOE ha perdido mill¨®n y medio e IU otro mill¨®n y medio. O sea, dos millones y medio de votantes de izquierda se han abstenido y no han querido votar a estos partidos. Al dimitir, Almunia atribu¨ªa esta abstenci¨®n a la falta de inter¨¦s por la democracia; mostraba as¨ª la desconexi¨®n de la direcci¨®n del PSOE con la realidad. Estos dos millones y medio de electores son fervientes dem¨®cratas y exigentes con el partido al que votan en cuanto a programa y l¨ªderes. Las tensiones durante 15 meses para "dar la vuelta a las primarias", la suspensi¨®n de congresos (Valencia), la campa?a electoral, el bajo aprecio al previsible equipo de Gobierno del PSOE, fueron elementos, entre otros, que se acumularon hasta el hast¨ªo, que condujo a la abstenci¨®n de este fragmento, decisivo, de mayor¨ªa social progresista. Mientras que la sensaci¨®n de desgobierno que ha emanado del PSOE en estos cuatro a?os hace dif¨ªcil suponer que el moderado votante de centro pensara en serio en ¨¦l. Todo ello tampoco llev¨® a votar con entusiasmo a quienes votaron al PSOE. Se equivocan, y pertenecen a la vieja pol¨ªtica, quienes opinan que los ciudadanos no est¨¢n interesados en la vida interna de los partidos.
No hay crisis de la socialdemocracia. Es que el PSOE est¨¢ muy mal como instrumento pol¨ªtico. Datos: la edad media de los delegados a los congresos de 1984 y 1994 creci¨® siete a?os. S¨®lo el 54% de los afiliados oficialmente inscritos vot¨® en las primarias, lo que revela censos inflados. Hay toda una bater¨ªa de mecanismos para estabilizar a los dirigentes: de los partidos relevantes en Europa, el PSOE es el que celebra los congresos en plazos m¨¢s dilatados (tres o cuatro a?os), mientras en Alemania se celebran cada dos y en el Reino Unido son anuales; las ejecutivas hacen las listas electorales, internamente son cerradas y bloqueadas... Todo ello, sumado, lo convierte en un partido r¨ªgido, sin capacidad para reaccionar a los cambios: ha asumido insensiblemente haber perdido todas las elecciones en los ¨²ltimos siete a?os (desde 1993) sin agitaci¨®n interna relevante, incluso con la enso?aci¨®n de ganarlas, con derrotas dulces...
La acumulaci¨®n de problemas es de tal calibre que llama la atenci¨®n la falta de discurso sobre ellos por parte de quienes compiten ya por la secretar¨ªa general. Ser¨¢ porque la debilidad viene a refugiarse en la confianza en el milagro, como dec¨ªa Marx, y de ah¨ª nazca la fe en soluciones simplistas: caras nuevas y j¨®venes, m¨¢s mujeres, pol¨ªticos experimentados, esperanza en un congreso que solucione m¨¢gicamente los problemas o candorosos llamamientos a que se deje paso a una nueva generaci¨®n. Pero ni los congresos tienen propiedades m¨¢gicas ni hay soluciones milagrosas, ni la nueva generaci¨®n que haya de dirigir al PSOE -si lo logra- llegar¨¢ a hacerlo sin ganarle la partida -d¨¢ndole la r¨¦plica interna y venciendo con los votos- a la actual. Nada va a evitar al PSOE un arduo trabajo -en carne viva, es decir, tocando los m¨¢s ¨ªntimos resortes de poder interno- para ponerse en orden y seleccionar una nueva generaci¨®n de dirigentes que no podr¨¢n ser los herederos leg¨ªtimos de los actuales si desean ganar elecciones. Ganar esa batalla ser¨¢ el primer paso para ganar las elecciones. En democracia, los pueblos prueban a sus l¨ªderes en sus propios partidos, eso no debe olvidarse.
Desbloquear el PSOE como instrumento pol¨ªtico es la prioridad y s¨®lo sobre esa base ser¨¢ posible generar nuevos programas, dirigentes y formas de hacer pol¨ªtica. El PSOE no se mirar¨¢ al ombligo si trabaja en su reforma interna; al rev¨¦s, rendir¨¢ un gran servicio al pa¨ªs si produce un nuevo modelo de partido m¨¢s amplio y democr¨¢tico (y eficaz). La tentaci¨®n de volver a los 80, al partido disciplinado -similar al PP actual- es fuerte, pero a la larga inservible. El PSOE debe modernizarse, generar nuevas estructuras que permitan formas de participaci¨®n menos rudimentarias que las actuales -limitadas a las agrupaciones territoriales- que den cabida a cientos de miles de ciudadanos, aplicar primarias para elegir sus candidatos a cargos p¨²blicos, instaurar el voto a las personas en todos los niveles de su organizaci¨®n, establecer congresos cada dos a?os -o cada a?o hasta desatascarse- y hacerlo lealmente y sin trampas a s¨ª mismo. Todo esto es imprescindible para construir una estructura m¨¢s acorde con la Espa?a del siglo XXI, capaz de ganar la confianza de los ciudadanos de la izquierda, que requieren partidos con capacidad intelectual: gabinetes de estudios influyentes con propuestas sobre la marcha del pa¨ªs, programas que hablen en serio de Internet, telecomunicaciones, las condiciones de empleo... Construir este nuevo partido es el af¨¢n del momento. Que quienes est¨¢n en condiciones de dirigir el PSOE no hablen de estas cosas hace temer que el PSOE vaya a convertirse en una reedici¨®n de la SFIO, y por ese camino habr¨¢ m¨¢s noches tristes para la izquierda durante muchos a?os.
Jos¨¦ Antonio G¨®mez Y¨¢?ez es soci¨®logo y miembro del PSOE.
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