Uqbar y Sealand
Esta historia acab¨®, quiz¨¢ para siempre, anteayer y en Madrid, pero hab¨ªa comenzado en un libro de Borges, hace ya mucho tiempo. El libro se public¨® por primera vez en Buenos Aires, en 1944, se llamaba Ficciones e incluye un relato en el que se cuenta la historia del pa¨ªs de Uqbar: una noche, al final de una larga sobremesa celebrada entre el propio Borges y su amigo Adolfo Bioy Casares en una quinta de la calle de Gaona, Bioy mencion¨® unas l¨ªneas sobre Uqbar que hab¨ªa le¨ªdo en una enciclopedia; a Borges le interes¨® el asunto, pero cuando fueron a comprobarlo en el ejemplar de esa misma enciclopedia que hab¨ªa en la casa, no encontraron por ninguna parte el nombre de ese sitio, que seg¨²n el autor de La invenci¨®n de Morel era una regi¨®n de Irak o del Asia Menor. Cuando se qued¨® solo, Borges sigui¨® buscando Uqbar en varios atlas, pero su examen fue est¨¦ril. Sin embargo, a la ma?ana siguiente, Bioy Casares le llam¨® por tel¨¦fono, le ley¨® el texto sobre Uqbar que en ese mismo instante ten¨ªa en las manos, en su ejemplar de la enciclopedia, y quedaron en reunirse para comparar los dos vol¨²menes. El examen no dejaba lugar a dudas, los tomos eran id¨¦nticos, salvo en un detalle: el de Bioy ten¨ªa cuatro p¨¢ginas m¨¢s que el de Borges y en ellas se hablaba de Uqbar, se describ¨ªan las tierras bajas de Tsai Jald¨²n, el delta del r¨ªo Axa, se analizaba su historia y su literatura, formada por libros que no est¨¢n firmados, que tienen todos el mismo argumento y nunca se refieren a la realidad, sino a los lugares imaginarios de Mlejnas y Tl?n.Borges olvid¨® el tema hasta que, a?os m¨¢s tarde encontr¨® por azar, en un hotel, un minucioso libro sobre Tl?n en el que se describ¨ªan su topograf¨ªa, su vegetaci¨®n, su zoolog¨ªa y su lengua, un idioma en el que existen poemas inolvidables de una sola palabra y monos¨ªlabos capaces de expresar sensaciones como la del sol y el agua contra el pecho del nadador o la de quien se deja llevar por un r¨ªo o por el sue?o. El libro tambi¨¦n inclu¨ªa una l¨¢mina del planeta Orbius Tertius, al que pertenece Tl?n. Al final del cuento, Borges sospecha que Orbius Tertius es un planeta inventado dentro de la Tierra y cuya misi¨®n es irla colonizando poco a poco, asumir su espacio hasta llegar a sustituirla.
Ahora, a principios de abril del a?o 2000, la polic¨ªa ha detenido en una casa del paseo de la Castellana a un almeriense de 46 a?os que se llama Francisco Trujillo Ruiz y dice ser el regente del Principado de Sealand, una naci¨®n que por el momento no es nada m¨¢s que una plataforma marina abandonada en el mar del Norte, cerca de la costa inglesa de Suffolk, que fue usada por los brit¨¢nicos para defender su isla de los alemanes durante la II Guerra Mundial y a¨²n tiene sobre su cubierta una bater¨ªa antia¨¦rea. Le acusan de vender por Internet pasaportes, t¨ªtulos universitarios y propiedades de su falso Estado y de cobrarle a sus v¨ªctimas un mill¨®n de pesetas por sus inversiones. Trujillo dice que Sealand existe, que tiene ministros, embajadores y Consejo de Estado, una bandera nacional roja, blanca y negra; tiene dos coches con distintivos diplom¨¢ticos, un Mercedes y un Volvo, que la polic¨ªa espa?ola ha escoltado m¨¢s de una vez por la calles de Madrid; tiene un folleto tur¨ªstico que lo sit¨²a a veinte minutos de Londres, treinta de Amsterdam y cuarenta y cinco de D¨¹sseldorf. Parece que, adem¨¢s, estaban a punto de emitir monedas y sellos de correos propios. Y es un hecho que, cuando lo detuvo la Guardia Civil, Trujillo le estaba concediendo una entrevista al corresponsal de un diario ruso. Entonces, si tiene todo eso, ?por qu¨¦ no va a existir Sealand, igual que existen Francia o Noruega? Yo lo lamentar¨¦ mucho por la gente a la que haya timado, si es que ha timado a alguien, su excelencia Francisco Trujillo, y desear¨¦ que la ley le haga reparar sus delitos. Pero ?y si lo que dice es ni m¨¢s ni menos que la verdad? ?Y si Sealand es s¨®lo otra regi¨®n de Orbius Tertius, un ed¨¦n sin hambre, sin avaricia, sin vanidad, sin curas franquistas y cardenales Roucos? Yo pienso informarme y si alguna compa?¨ªa a¨¦rea me vende un billete a Sealand subir¨¦ al avi¨®n llevando en el bolsillo el poema de Cavafis sobre ?taca: "Cuando emprendas tu viaje a ?taca / pide que tu camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias...".
Ojal¨¢ exista Sealand. Ojal¨¢ seamos capaces de encontrarlo.
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