Los libros verdes de la Inquisici¨®n
En Andaluc¨ªa se conserva un libro panfletario contra la nobleza aragonesa y fueron eruditos andaluces quienes le dieron una proyecci¨®n hace no pocos a?os. Hay otras ediciones, pero ninguna tan significativa como la de don Jos¨¦ Amador de los R¨ªos, el c¨¦lebre investigador de Baena, que tanto hizo para que podamos conocer la historia de jud¨ªos y judaizantes. En las Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses del c¨¦lebre Latassa, refundidas por G¨®mez Uriel (1786), hay un largo art¨ªculo dedicado al Libro Verde. No hace falta decir que la divulgaci¨®n del libro fue escandalosa: se trataba ni m¨¢s ni menos que de mostrar c¨®mo los m¨¢s ilustres linajes del reino estaban bajo la mancha de judaizantes.Al parecer, el autor del libro fue un tal Anch¨ªas que, aprovech¨¢ndose de su condici¨®n de ministro y asesor de la Inquisici¨®n, utiliz¨® los papeles que tuvo a su alcance como ministro y notario del tribunal de Zaragoza. Todo estuvo turbio y fue enfadosamente divulgado, pero si traigo a esta columna esta historia es porque el ejemplar que yo he estudiado es el de un c¨®dice sevillano, de la Biblioteca Colombina, que se salv¨® de la persecuci¨®n de que fue objeto el libelo.
El esc¨¢ndalo guard¨® el anonimato del autor, tanto que hizo falta tiempo y esfuerzos para llegar a esclarecerlo. Que el panfleto obtuvo los fines perseguidos es evidente: las copias se multiplicaron hasta el hast¨ªo y Felipe IV agradeci¨® a don Andr¨¦s Pacheco, obispo de Cuenca, el celo desplegado para destruir las copias infinitas. Pocos ejemplares se salvaron y por sorprendente que sea (o acaso, ?no?) en el sur de Espa?a he podido estudiar una recopilaci¨®n tan ajena a Andaluc¨ªa, y en Andaluc¨ªa fue estudiado, y muy bien, en el siglo pasado. Bastar¨¢ recordar la Historia social de los jud¨ªos de Espa?a (t. III, p. 257) y la edici¨®n completa de R. Amador de los R¨ªos. As¨ª que, andaluza es alguna de las fuentes que poseemos y andaluces fueron los dos editores m¨¢s importantes con que cont¨® la obra.
Pero no todo se resolvi¨® tan sencillamente, pues como se dijo en 1601 "no hay hombre vil y mec¨¢nico en aquella tierra que est¨¦ sin el libro". El esc¨¢ndalo era f¨¢cil: linajes muy ilustres eran envilecidos y un rasero unificador pas¨® sobre todas las clases sociales. En 1622 se quemaron cuantos ejemplares se pudieron allegar. De los que sobrevivieron, el m¨¢s afortunado fue el de la Biblioteca Colombina. La informaci¨®n que da sobre personas y linajes es harto minuciosa. Tal vez merezca la pena editar la obra con un criterio moderno. Pienso en el n¨²cleo investigador de Baena cobijado bajo la sombra de Amador de los R¨ªos. Desde las lejanas tierras de Arag¨®n a las apacibles campi?as y serran¨ªas cordobesas se puede entroncar un proyecto de investigaci¨®n que dar¨¢ no pocos frutos a nuestra historia social. Pensemos que Juan Alfonso, cuyo nombre sirvi¨® para bautizar al c¨¦lebre Cancionero, era de estirpe jud¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.