El monos¨ªlabo
J. J. P?REZ BENLLOCH
La diputada socialista Mar¨ªa Antonia Armengol formul¨® en noviembre pasado unas preguntas que el Gobierno auton¨®mico ha respondido ahora por boca de su vicepresidente primero, Jos¨¦ Luis Olivas. La morosidad de las respuestas sugerir¨ªa que las cuestiones eran tan enjundiosas como incompatibles con la diligencia del tr¨¢mite y a¨²n con la cortes¨ªa parlamentaria Pero no es as¨ª. Las cuestiones eran de lo m¨¢s corriente y lo cierto es que los interpelados se lo han tomado con evidente cachaza, lo que no contribuye demasiado a la dignificaci¨®n de la C¨¢mara.
Quer¨ªa saber la diputada, entre otros extremos, si el ex ch¨®fer del presidente Zaplana, mientras lo fue, antes de emprender su mete¨®rica escalada laboral, reun¨ªa los requisitos necesarios para ejercer de conductor del Molt Honorable. "S¨ª", ha sido la monosil¨¢bica respuesta que le ha enviado el mentado prohombre del Ejecutivo. Otras interrogantes en torno a este mismo asunto quedan igualmente atendidas por el socorrido m¨¦todo de echar balones fuera, pero ninguna con tan espartana econom¨ªa literaria.
Verdad es que el vicepresidente hubiera podido optar por la f¨®rmula contraria y que a la postre es asimismo elusiva, s¨®lo que por saturaci¨®n de datos y papeles. Acontece cuando la se?or¨ªa interpelante es invitada a enfrascarse en una pila de expedientes donde supuestamente figura la respuesta buscada cuyo hallazgo es m¨¢s que problem¨¢tico sin los debidos asesoramientos. En suma, que no hay respuesta.
Se trata, como se ve, de versiones distintas de una misma picaresca cameral mediante la que se combate el vicio, inercia y tambi¨¦n picaresca de preguntar por preguntar con el ¨²nico prop¨®sito de chinchar al Gobierno, olvidando, o no olvidando, que cada cuesti¨®n debidamente diligenciada obliga a movilizar no pocos recursos humanos, m¨¢s necesarios a menudo en otras ¨¢reas administrativas. De ello se quejan los populares tanto como hac¨ªan los socialistas cuando ten¨ªan mando en plaza.
Estas observaciones no pretenden deslegitimar las preguntas planteadas por la diputada, que a nuestro entender son pertinentes y acerca de las cuales el Ejecutivo ha desperdiciado la oportunidad de explicar y justificar el tutelaje que le viene otorgando al tan tra¨ªdo y llevado ex ch¨®fer, de quien dir¨ªase haber sido el motor y causa incausada del triunfo zaplanista. Pero tambi¨¦n es probable que, no habiendo nada que explicar, lo aconsejable e inevitable era esta faena de ali?o, que no sirve sino para agudizar las sospechas de un descarado amiguismo.
Ni tampoco deslegitiman, obviamente, el derecho y deber de los diputados a pedirle cuentas a los gobernantes, siempre y cuando sus preguntas sean algo m¨¢s fundadas que la mera reproducci¨®n de titulares de prensa, como a menudo acontece, o reiteren otras harto contestadas, lo que tampoco es una rareza, y cuyo ¨²nico objetivo es dar p¨¢bulo para la noticia y la sensaci¨®n de que el diputado se curra el salario. Triqui?uelas, en suma, que trivializan el trabajo parlamentario, con el riesgo de que alg¨²n d¨ªa los ciudadanos, requeridos sobre la necesidad y seriedad de las Cortes, contesten con un sonoro e indubitado monos¨ªlabo: "No". Tanta cachaza y picaresca propicia que nos los tomemos a cachondeo.
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