Efecto distorsionador
KOLDO UNCETA
La resoluci¨®n aprobada en el recientemente celebrado congreso del sindicato LAB acerca de lo que se ha venido a llamar kale borroka, plantea que determinados hechos y acciones de ¨¦sta "han tenido un efecto distorsionador". Am¨¦n del lenguaje cr¨ªptico utilizado una vez m¨¢s para referirse al an¨¢lisis de los fen¨®menos violentos por las organizaciones de la ¨®rbita del MLNV, la citada resoluci¨®n evita cuidadosamente entrar en el fondo del asunto. La kale borroka no ha sido buena o mala, sino simplemente inoportuna y, adem¨¢s, parece que no en su conjunto, sino s¨®lo algunas de sus acciones.
Durante el a?o y medio que dur¨® la tregua de ETA, la ausencia de atentados de dicha organizaci¨®n -y especialmente de asesinatos- constituy¨® el principal argumento utilizado para plantear la existencia de un nuevo escenario en el que proponer nuevos caminos hacia la paz. La persistencia de las acciones violentas en la calle contra personas, sedes de partidos pol¨ªticos, estaciones de tren, tiendas de autom¨®viles, cabinas de tel¨¦fonos, contenedores de basura, cajeros autom¨¢ticos, autobuses, y un largo etc¨¦tera, constitu¨ªan, a los ojos de casi todo el mundo, episodios lamentables y rechazables, pero sin llegar a provocar el grado de preocupaci¨®n de las acciones de ETA. Llev¨¢bamos mucho tiempo sin funerales -se argumentaba una y otra vez- y ello constitu¨ªa la novedad m¨¢s importante del panorama vasco desde hac¨ªa much¨ªsimos a?os. La denominada kale borroka parec¨ªa representar sobre todo un serio contratiempo para avanzar hacia una soluci¨®n dialogada, pero se confiaba en que fuera desapareciendo conforme dicha soluci¨®n se dibujara en el horizonte.
No ser¨¦ yo quien reste importancia a los largos meses vividos sin atentados de ETA, per¨ªodo que nos hizo concebir no pocas esperanzas e ilusiones, con independencia de lo que luego hemos ido sabiendo sobre los trabajos log¨ªsticos desarrollados durante todo ese tiempo por la citada organizaci¨®n. Pero da la impresi¨®n de que la insistencia en la ausencia de atentados mortales hizo que el asunto de la kale borroka acabara plante¨¢ndose en un plano relativamente secundario, tanto en su valoraci¨®n ¨¦tica como en lo referido a sus repercusiones pol¨ªticas. Durante varios a?os la llamada violencia callejera se hab¨ªa venido centrando en acciones contra bienes (cabinas, contenedores, autobuses...) en tanto la violencia contra las personas parec¨ªa reservada a ETA. Sin embargo, la generalizaci¨®n de la violencia contra las personas por el simple hecho de pensar de manera diferente, en el marco de la kale borroka, sin que ello haya provocado durante todo este tiempo una reacci¨®n c¨ªvica de suficiente calado, es un asunto que afecta a la salud moral de nuestra sociedad y que deber¨ªa mover a reflexi¨®n.
No son menos importantes los efectos pol¨ªticos derivados del mantenimiento de este tipo de violencia. A estas alturas parece evidente que el avance hacia la paz requiere movimientos y no atrincheramientos. ?Pero c¨®mo pedir que se mueva a quien sufre la agresi¨®n d¨ªa a d¨ªa, a quien ve c¨®mo le queman la vivienda, el coche, o c¨®mo atentan contra sus familiares?, ?c¨®mo pedir audacia para explorar alternativas pol¨ªticas, sin ofrecer y hacer visible al tiempo la m¨¢xima solidaridad ante la agresi¨®n?, ?y c¨®mo hacer compatible dicha solidaridad con otras solidaridades en el plano pol¨ªtico, derivadas de los acuerdos suscritos al comienzo de la tregua con quienes se han mostrado remisos para condenar expl¨ªcitamente dichas agresiones? Dif¨ªcil, muy dif¨ªcil.
En cualquier caso, de la experiencia vivida en los ¨²ltimos meses convendr¨ªa sacar una conclusi¨®n: cualquier intento de reconducir las cosas a partir de una nueva tregua de ETA -aunque ¨¦sta se planteara como definitiva- estar¨ªa condenado al fracaso si no se contempla al mismo tiempo el cese de todas las agresiones que se llevan a cabo bajo la denominaci¨®n de kale borroka. Primero porque no tendr¨ªa credibilidad suficiente. Y segundo porque la mayor parte de la ciudadan¨ªa dif¨ªcilmente va a aceptar convivir con la violencia ejercida contra las ideas del vecino, aunque ¨¦sta no se traduzca en muerte.
Aunque para algunos s¨®lo cree un efecto distorsionador.
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