Un americano afortunado
Jake Norton, de camino al Cho Oyu, relata el descubrimiento del cad¨¢ver de Mallory
ENVIADO ESPECIALHace escasamente un a?o, la imagen de un cuerpo semienterrado entre rocas, boca abajo, recorri¨® el mundo tras su difusi¨®n a trav¨¦s de Internet. El cad¨¢ver llevaba 75 a?os de esa guisa y conservaba aparentemente intacta la piel.
Se trataba del cuerpo de George Leigh Mallory, desaparecido en 1924 en alg¨²n lugar entre los 8.500 y los 8.850 metros del Everest. Su hallazgo resucit¨® el enigma m¨¢s morboso del himalayismo: ?Murieron el propio Mallory y su acompa?ante Irvine antes o despu¨¦s de pisar la cima? ?Fueron ambos los aut¨¦nticos conquistadores del Everest, 29 a?os antes que Edmund Hillary?
Nadie ha podido resolver la inc¨®gnita. Nadie ha podido encontrar la c¨¢mara Kodak que portaba Mallory el d¨ªa de su desaparici¨®n, la que podr¨ªa desentra?ar el misterio. No parece muy posible. A medida que trascurre el tiempo, la posibilidad de hallar ese preciado objeto y, en su caso, que pueda desvelar el misterio, se reduce considerablemente.
"Puede que hubieran subido, pero no veo como pudieron destrepar el segundo escal¨®n, [una pared de 8 metros a 8.700 metros que hoy se supera con ayuda de una escalera met¨¢lica all¨ª fijada] con los medios de la ¨¦poca", razona el norteamericano de Washington Jake Norton, uno de los componentes de la expedici¨®n quer hall¨® los restos de Mallory.
Norton, gu¨ªa de alta monta?a, se encuentra atrapado en la ciudad china de Zhengdu, en el mismo hotel que la compa?¨ªa a¨¦rea china ha dispuesto para los ocupantes del vuelo Katmand¨²-Lhasa, desviado por una borrasca. Junto a Norton, en un garito destartalado, los componentes de la expedici¨®n Retena Odisea escuchaban hace unos d¨ªas atentos el relato de un tipo afortunado.
"No s¨¦ por qu¨¦ Mountain Zone (una revista de monta?a que publica en Internet) decidi¨® lanzar a la red s¨®lo esa foto, porque la realidad es que dispon¨ªamos de perspectivas del cad¨¢ver mucho mejores. Probablemente ser¨ªa para publicarlas poco a poco en los m¨²ltiples libros que en los ¨²ltimos meses han visto la luz", agrega Norton, que en breve conducir¨¢ a un grupo de norteamericanos al Cho Oyu.
Rastrear el c¨¢daver result¨® una tarea ardua mitigada por uno de los inviernos m¨¢s suaves de la d¨¦cada: el viento hab¨ªa barrido casi toda la nieve a 8.500 metros, dejando al descubierto un caos de rocas.
El equipo donde trabajaba Norton pose¨ªa detectores de metal que no sirvieron para gran cosa: fue la fortuna la que puso el cuerpo de George Leigh Mallory a sus pies. Conrad, miembro de la expedici¨®n de b¨²squeda, se agach¨® a ajustarse un cramp¨®n, se sent¨®, y al mirar a su alrededor advirti¨® que se encontraba junto a un cuerpo humano. Vio la ropa deshecha, un brazo, alg¨²n objeto... Era Mallory.
Una foto, una oraci¨®n
"En sus brazos todav¨ªa conservaba el vello y uno de nosotros le mir¨® la cara y vio alg¨²n rastro de congelaci¨®n, pelos... Miramos en sus bolsillos y encontramos varios objetos personales pero no su c¨¢mara", describe Norton. La familia de Mallory hab¨ªa solicitado a los expedicionarios que, ante la imposibilidad de recuperar el cad¨¢ver, leyeran una oraci¨®n a modo de oficio funerario. Despu¨¦s de leerla, cubrieron el cuerpo con piedras y contribuyeron a alimentar la leyenda del Everest.
Jake Norton pregunta por "esa expedici¨®n espa?ola que quiere recrear la gesta de Mallory". Se trata del grupo de Juanito Oiarzabal y del proyecto de Al filo de lo imposible, que en este caso no parece demasiado interesado en buscar la controvertida aguja en el pajar del Everest.
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