Corinne Lepage Ex ministra y abogada de v¨ªctimas del 'Erika' ''Los voluntarios del 'Erika' hicieron un regalo a la petrolera"
Corinne Lepage es una mujer menuda y resuelta. Entre 1995 y 1997 fue ministra de Medio Ambiente con la derecha en Francia. Dos veces amenaz¨® con dimitir para no firmar sendas actuaciones que ella consideraba perjudiciales. Y en ambas gan¨®. Hoy, como abogada de 50 municipios y un centenar de particulares afectados por el accidente del petrolero Erika en las costas francesas el pasado 12 de diciembre, persigue a un fantasma. Esta semana estuvo en Madrid invitada por la Asociaci¨®n de Amistad Hispano-Francesa Di¨¢logo.Pregunta. ?Por qu¨¦ resultan tan impunes los delitos ecol¨®gicos?
Respuesta. Por dos razones. La primera, porque las infracciones en temas medioambientales se castigan poco. El derecho penal, en general, funciona s¨®lo en el caso de que haya riesgo para la salud causado por este ataque a los recursos. La segunda es de orden cultural. Hasta ahora los delitos contra el medioambiente no han sido considerados como graves. ?Es un problema de la conciencia colectiva o del poder pol¨ªtico? Constato que los jueces suelen ser m¨¢s severos que el legislador para este tipo de infracciones, siempre dentro de los l¨ªmites que tienen.
P. ?Son necesarias leyes m¨¢s severas en la UE?
R. Hace falta m¨¢s eficacia para aplicar lo que ya hay. Si existe una Europa de la econom¨ªa, la Europa de la justicia y la pol¨ªtica a¨²n es balbuceante.
P. El problema en estos delitos es encontrar un responsable.
R. No es as¨ª en todos los campos. En explotaciones contaminantes fijas es muy simple: el responsable es el productor. Hay un esfuerzo a nivel europeo para se?alar a un responsable, que luego, a su vez, puede pedir cuentas a un tercero, pero en ning¨²n caso esta tarea es de las v¨ªctimas. En derecho mar¨ªtimo es diferente: es un sistema organizado sobre la no responsabilidad. Existe una convenci¨®n internacional de 1969, modificada en 1992, que considera que s¨®lo hay un culpable, que es el propietario del buque y con una responsabilidad muy limitada. El resto, armadores o capit¨¢n, nunca dan cuentas salvo que haya una intencionalidad al provocar el accidente, lo cual es casi imposible de demostrar. El FIPOL nunca es suficiente para pagar los estragos.
P. Con estas trabas, ?c¨®mo plantea la defensa de las v¨ªctimas del Erika?
R. De dos maneras. Una, de la forma tradicional v¨ªa tribunales. Y otra, partiendo de una constataci¨®n muy simple: la Uni¨®n Europea aplica el principio de que quien contamina paga. En este caso, el productor de los vertidos es el que debe encargarse de limpiarlos. He pedido a los alcaldes que yo defiendo que promulguen decretos pidiendo a TotalFina que recoja sus vertidos. La compa?¨ªa es responsable, al menos, de haber elegido un barco podrido. No es normal que sea la v¨ªctima quien asuma el coste de la limpieza. Si TotalFina estima que hay otros culpables es ella la que tiene que buscarlos, pero no es papel de los ayuntamientos el limpiar un producto que, adem¨¢s, es peligroso. Es m¨¢s chocante en este caso porque el saneamiento se hizo a base de voluntarios. Es un regalo a los contaminadores tremendamente injusto.
P. La indemnizaci¨®n tras el accidente del Amocco C¨¢diz super¨® los mil millones de francos y s¨®lo contamin¨® un 5% de lo que ha hecho el Erika.
R. El Erika ten¨ªa menos petr¨®leo, pero mucho m¨¢s t¨®xico. Alcanz¨® 400 kil¨®metros de costa. Las consecuencias econ¨®micas ser¨¢n mucho m¨¢s importantes.
P. ?Se puede cuantificar el da?o?
R. Es dif¨ªcil. Estamos hablando de unas 80.000 aves muertas. En EEUU, cuando hay este tipo de accidentes se paga la repoblaci¨®n de aves. El FIPOL rechaza esta posibilidad.
P. ?Un ecologista es un buen ministro de Medio Ambiente?
R. No se c¨®mo responder porque yo no soy ecologista. Hay que luchar por lo que a uno le parece ¨¦tico. Como ministra hubo asuntos a los que dije que no. Uno de ellos se refer¨ªa a la autorizaci¨®n del cultivo transg¨¦nico. Yo no lo hubiera aceptado. Pero no tuve problemas porque el primer ministro me dio la raz¨®n. En el segundo caso, el Consejo de Estado anul¨® la autorizaci¨®n de funcionamiento de una gran central nuclear y el primer ministro quer¨ªa volver a ponerla en marcha. Yo me negu¨¦ porque en este momento no estaba garantizada la seguridad, y present¨¦ mi dimisi¨®n, que finalmente no fue aceptada. Al a?o de dejar el ministerio, los cultivos se autorizaron.
P. ?Por qu¨¦ rechaz¨® el cultivo?
R. Ped¨ª informes a los expertos sobre la posibilidad de que pudiera producirse una contaminaci¨®n gen¨¦tica. Unos me aseguraron que nunca, y otros, muy fiables, dijeron que quiz¨¢. Yo consider¨¦ que no pod¨ªa asumir la responsabilidad moral de lanzar un fen¨®meno irreversible sin garant¨ªas.
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