La inevitable invalidez
?Por qu¨¦ se han de caer todos los toros de la vida? A mi que me lo expliquen.Saltan los toros a la arena y apenas han pegado dos carreras ya se est¨¢n cayendo.
La invalidez de los toros es una patolog¨ªa inevitable, al parecer, y nadie da explicaci¨®n acerca de sus causas.
Tonter¨ªas, s¨ª, se dicen muchas. Los taurinos son quienes propalan las tonter¨ªas y eso es lo que pone la cuesti¨®n bajo sospecha.
No todos los taurinos (muchos de los cuales son unos absolutos incompetentes) mas s¨ª buena parte de ellos, sobre todo los ganaderos con dignidad y sentido com¨²n, saben bien que, respecto a la invalidez de los toros, se est¨¢n propalando unas fantas¨ªas orientales y luego el p¨²blico las repite cual si se tratara de verdades absolutas.
Gonz¨¢lez / Tato, Ruiz, Garibay Toros de Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez (uno devuelto antirreglamentariamente al inutilizarse en la lidia, otro por inv¨¢lido), discretos de presencia, totalmente inv¨¢lidos, de media casta
Sobreros: 4? de Hermanos Astolfi y 6? del Conde de la Maza, ambos bien presentados, inv¨¢lidos absolutos. El Tato: estocada (silencio); pinchazo y estocada corta delantera (silencio). Ruiz Manuel: estocada corta saliendo volteado -aviso- y dos descabellos (insignificante petici¨®n y vuelta con algunas protestas); cuatro pinchazos y se tumba el toro (silencio). Ignacio Garibay, que confirm¨® la alternativa: aviso en plena faena, estocada ca¨ªda, rueda insistente de peones, tres descabellos y se echa el toro (silencio); media estocada muy tendida, rueda de peones y dos descabellos (palmas). Plaza de Las Ventas, 16 de abril. Algo m¨¢s de media entrada.
Los seis toros titulares y los dos sobreros que soltaron en Madrid estaban inv¨¢lidos, y ciertos espectadores justificaban con las tonter¨ªas de los taurinos su inexplicable invalidez.
He aqu¨ª un florilegio: antes las fincas eran grandes y ahora son parcelas, por lo que los toros no pueden moverse y se quedan entumecidos. Ha llovido mucho y tienen reuma. Los han traido en camin¨®n desde muy lejos y les entr¨® el estr¨¦s. El ruedo est¨¢ muy duro y se lastiman las pezu?as. El ruedo est¨¢ muy blando y sufren torceduras. Vienen demasiado gordos y se asfixian.
La verdad es que siempre llovi¨®, o hubo pertinaz sequ¨ªa, y los ruedos eran lisos o parec¨ªan pedregales (seg¨²n las plazas), y el transporte de los toros por carreteras infames duraban el doble que ahora, y su peso m¨ªnimo exigido era de 575 kilos, y ni por nada de esto ni por todo en conjunto se ca¨ªan.
Nunca jam¨¢s se cayeron cuantos toros trae la vida, hasta el momento presente, y ninguna autoridad responsable en la materia ha ofrecido la menor explicaci¨®n; tonter¨ªas aparte.
De manera que as¨ª est¨¢ la fiesta. Y pues tendido arriba nadie del p¨²blico tiene la culpa (a m¨ª, por lo menos, que me registren), ser¨¢ necesario ir tendido abajo e investigar a quienes pululan por los callejones y, con ellos, a la llamada autoridad competente, que en este vidrioso asunto de la invalidez de los toros se conforma con hacer el Don Tancredo.
Toros inv¨¢lidos a los que El Tato pretend¨ªa pegar derechazos. A uno de los inv¨¢lidos que m¨¢s se movi¨® -el primero- se los peg¨® bastante malos. El Tato vino a Madrid con sus habituales registros: toreo fuera cacho, naturalmente despegado, adelante el dichoso pico, olvidado del arte.
Tampoco es que se apartara demasiado de estas reglas Ruiz Manuel, aunque estuvo a punto de triunfar. Ruiz Manuel le hizo al segundo inv¨¢lido de la tarde una faena animosa, primero por derechazos, despu¨¦s por naturales (es el orden establecido por la tauromaquia moderna), corriendo la mano. Corri¨¦ndola e instrumentando muy largos los pases, con varias tandas incluso ligadas (una norma que la moderna tauromaquia no contempla), si bien pases y tandas los instrumentaba tambi¨¦n fuera de cacho. Al ejecutar el volapi¨¦ result¨® volteado y la emoci¨®n del momento revaloriz¨® su actuaci¨®n. Tard¨® el toro en doblar y quiz¨¢ por este motivo hubo escasa petici¨®n de oreja.
Al quinto intent¨® Ruiz Manuel torearlo con la suerte descargada, y la afici¨®n no acept¨® ni estas formas ni la invalidez del toro al que pretend¨ªa aplicarlas.
Toreo de mayor autenticidad ensay¨® el mexicano Ignacio Garibay, tanto en los lances a la ver¨®nica como en las suertes de muleta. No obstante, la excesiva duraci¨®n de sus faenas, y la flojedad y la falta de casta de su lote le impidieron el lucimiento.
Al cuarto lo descord¨® un picador. El vil puyazo trasero le debi¨® quebrar el espinazo (ya ha ocurrido antes y volver¨¢ a suceder), y el presidente envi¨® antirreglamentariamente a los corrales al parapl¨¦jico toro. La afici¨®n no hab¨ªa pedido que devolviera ese toro inutilizado en la lidia sino los otros cinco y los sobreros. Por inv¨¢lidos y sospechosos de manipulaci¨®n fraudulenta.
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