El entusiasmo del m¨¢s grande entre los grandes
El golf y el deporte espa?ol no ser¨ªan lo que es ahora si no hubiera existido un golfista nacido en Pedre?a (Cantabria) hace 43 a?os. Esta es una de las verdades dogm¨¢ticas que marcan la historia. Pero hay otra verdad menos extendida, y no por ello menos verdad, que dice que el golf europeo no ser¨ªa lo que es ahora si no fuera por el entusiasmo, el tes¨®n, la determinaci¨®n y el genio de un tal Severiano Ballesteros. En las m¨¢s grandes competiciones ha habido un antes y un despu¨¦s marcado por su protagonismo. El Masters de Augusta, por ejemplo, era un torneo grande y local. La chaqueta verde era s¨®lo un objeto de culto s¨®lo para los norteamericanos, parec¨ªa; s¨®lo los locales, exceptuando la incursi¨®n victoriosa del surafricano Gary Player en el 74, ten¨ªan la f¨®rmula ganadora. Hasta el 44? Masters, hasta 1980. Hasta que lleg¨® Ballesteros y gan¨®. Despu¨¦s del c¨¢ntabro, que repiti¨® victoria en el 83, la puerta se abri¨® para Europa. Toda su generaci¨®n se aprovech¨®: Faldo, Langer, Woosnam, Lyle. Tambi¨¦n Olaz¨¢bal se col¨® por el hueco. En los ¨²ltimos 20 a?os: 10 triunfos europeos, nueve norteamericanos, uno de Ocean¨ªa.
Y la Ryder Cup, m¨¢s todav¨ªa. Hasta 1977 se hab¨ªa celebrado 22 veces la competici¨®n bienal, que entonces enfrentaba a Estados Unidos contra el Reino Unido e Irlanda. El resultado global era abrumador: 19 victorias para los norteamericanos, un empate, y s¨®lo dos para los europeos, que no ganaban desde 1993. La competici¨®n estaba en crisis, sin patrocinador y a punto de desaparecer por la falta de inter¨¦s deportivo: el resultado se sab¨ªa siempre de antemano: goleada estadounidense. Pero algo nuevo hab¨ªa sucedido, un milagro deportivo que cambiar¨ªa para siempre el destino de la Ryder. En 1976, Seve Ballesteros, un chavalillo de 19 a?os, a punto est¨¢ de ganar el Open Brit¨¢nico. Es la gran estrella. Es un punto de ruptura con la historia, con la tradici¨®n. El siguiente equipo que se enfrentar¨ªa a Estados Unidos, ya en 1979, no ser¨ªa el perdedor habitual del Reino Unido e Irlanda, ser¨ªa el equipo de Europa. Todo, para incluir a Ballesteros, que para celebrarlo gana en 1979 el primero de sus tres Open Brit¨¢nicos (despu¨¦s a?adir¨ªa el del 84 y el del 88). Y aunque Estados Unidos sigui¨® ganando alg¨²n a?o m¨¢s, la Ryder nunca m¨¢s volvi¨® a ser una competici¨®n aburrida y previsible, se convirti¨® en uno de los grandes acontencimientos deportivos mundiales. En 1985, en The Belfry, Europa gan¨® por primera vez a Estados Unidos. Tres victorias m¨¢s se han producido desde entonces.
Severiano Ballesteros ya alcanz¨® el homenaje mundial cuando capitane¨® hacia la victroia a Europa en Valderrama, pero le faltaba un homenaje m¨¢s definido, un homenaje que englobara a todo un continente por ¨¦l liderado. Le faltaba el Trofeo Seve Ballesteros. Y su papel clave en la victoria no deja de ser la confirmaci¨®n de que su entusiasmo puede con todo.
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