Desmemoria
Quiz¨¢ el aspecto m¨¢s saludable de escribir para los dem¨¢s en este peri¨®dico, sobre todo cuando se polemiza a contracorriente, es la posibilidad que uno tiene de conocer la respuesta del p¨²blico antag¨®nico en el apartado Opini¨®n del lector, junto al chiste de El Roto. Yo he tenido la oportunidad de ir recibiendo una abundante raci¨®n de coscorrones a lo largo de los ¨²ltimos a?os. Hubo de todo, desde personas que reaccionaban airadas ante mis posturas nunca ambiguas hasta otras que se sintieron heridas por alg¨²n desplante y me lo hicieron saber con cortes¨ªa. A veces replico, utilizando el mismo espacio epistolar y, aunque sea duro o sarc¨¢stico, me mueve siempre un af¨¢n democr¨¢tico por contrastar ideas. Aprecio de verdad al adversario, porque me obliga a razonar.Eso, razonar, es lo que he hecho a prop¨®sito de una carta que me dirig¨ªa un joven (8-2-2000), en la que se confesaba "hasta los cojones" de que gentes "mayores" como yo, de esas que ahora tenemos "entre 40 o 50 a?os", le hablemos "de la guerra civil, de Franco y de la madre que nos pari¨®", ya que "a los hijos de la democracia" (aqu¨ª empez¨® a hablar en plural) "no nos interesa la manipulaci¨®n de la historia".
Deduje por el contexto que el t¨¦rmino manipulaci¨®n est¨¢ utilizado en el sentido de manosear o incluso, metaf¨®ricamente, de estudiar, profundizar, y esto me hel¨® la sangre en las venas, porque a pesar de la manifiesta unicidad de mi ardoroso lector -por m¨¢s que ¨¦l lo desee, s¨®lo se representa a s¨ª mismo-, no deja de inquietarme que cierta pol¨ªtica descerebradora, auspiciada desde discursos jam¨¢s inocuos, est¨¦ logrando a hurtadillas su objetivo: el de una ciudadan¨ªa sin referentes, inculta y orgullosa de serlo, despreciativa con los hechos hist¨®ricos del ayer e incapaz de analizarlos, adicta a noticias descafeinadas que le vienen envueltas en espect¨¢culo y que, tras ser consumidas como un Big Mac, se olvidan con la misma facilidad que nace el d¨ªa. Me refiero, en suma, al homo desmemoriado, el m¨¢s f¨¢cil de manejar, el que se confiesa apol¨ªtico o pasota, el que raramente reacciona si le pisan la dignidad, pues ni siquiera llega a enterarse.
A los pocos d¨ªas de su triunfo electoral, Aznar declar¨® ufano que la dial¨¦ctica entre derecha e izquierda es una antigualla y que, en su Espa?a que va bien, lo que buscan los votantes es buenos administradores, como ¨¦l. Borr¨®n y cuenta nueva, vino a decir, el pasado no existe, adi¨®s ideolog¨ªas, bienvenido Fukuyama. Comp¨¢rense estos razonamientos con otras dos frases de mi joven lector: "Estamos cansados de estos rollos. Vivimos cara al futuro".
Muy al contrario, yo creo que el futuro se construye tratando de no caer en trampas anteriores, y ¨¦sa es mi finalidad cuando hablo de una guerra que ni siquiera conoc¨ª o cuando traigo a la palestra los abusos del Pleistoceno que para algunos fue el franquismo, tratando de compararlos con abusos actuales de quienes hoy controlan nuestra existencia de manera sutil, pues al igual que, de haber vivido entonces, no hubiera deseado morir de un balazo, tampoco ahora deseo hacerlo a golpes de stock options, fraudes multimillonarios, subvenciones obscenas a colegios de ricos o Tierras M¨ªticas que s¨®lo buscan disneyficarme. Por eso, recuerdo.
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