Pol¨ªtica educativa. Un centenario olvidado.

Hoy se cumplen cien a?os de la creaci¨®n del Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica y Bellas Artes. Sorprende que una efem¨¦ride tan interesante y tan cargada de contenido vaya a pasar inadvertida para la opini¨®n p¨²blica. Hasta el momento -que sepamos- las autoridades responsables del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura no han programado ning¨²n acto que permita recordar un acontecimiento tan relevante de la historia de la educaci¨®n espa?ola.No soy de los que piensan que el Partido Popular vaya a suprimir para la presente legislatura el Ministerio de Educaci¨®n. Ser¨ªa una torpeza inexplicable, escasamente conforme con su programa electoral, que tantos ciudadanos han refrendado. Me parece, por el contrario, que la educaci¨®n -y, por tanto, el ministerio que se ocupa de la misma- ha de tener, en la Espa?a plural con que hemos inaugurado el siglo, una especial relevancia.

Pero volvamos al centenario. La crisis de 1898, la guerra con Estados Unidos y el abandono de Cuba hicieron caer, el 1? de marzo de 1899, al Gobierno de Sagasta. La reina regente do?a Mar¨ªa Cristina llam¨® a formar Gobierno a Francisco Silvela, l¨ªder de la Uni¨®n Conservadora. El llamamiento de los conservadores al poder no respond¨ªa, pura y simplemente, al turno de partidos, sino al hecho indiscutible de que su jefe, don Francisco Silvela, representaba dentro del r¨¦gimen las posibilidades de una renovaci¨®n que se hab¨ªa hecho absolutamente necesaria despu¨¦s del desastre de 1898. Silvela intent¨® constituir un Gobierno de amplia base que incorporara a fuerzas que no fueran s¨®lo las del partido conservador, que lideraba el Gobierno, sino a otras distintas. Dos fieles adictos a Silvela, como Dato y Fern¨¢ndez Villaverde, se encargaron de las carteras de Gobernaci¨®n y de Hacienda, respectivamente, quedando el Gobierno constituido el 4 de marzo siguiente.

En el discurso de la Corona, el Gobierno formul¨® su intenci¨®n reformista proponiendo la reorganizaci¨®n del Ejercito y la Marina sobre la base del servicio militar obligatorio, la regulaci¨®n del ingreso y la estabilidad de los funcionarios civiles, una amplia descentralizaci¨®n administrativa en los ¨¢mbitos provincial y municipal, el reconocimiento de la personalidad de las universidades, la reforma del C¨®digo Penal y de Comercio, de la ley del jurado, de la ley electoral y un ambicioso plan de regad¨ªos y construcci¨®n de ferrocarriles, cuestiones todas ellas ligadas a la pol¨ªtica regeneracionista a la que se adscrib¨ªa el Gobierno.

La Ley de Presupuestos para 1900, de 31 de marzo de dicho a?o, presentada por el ministro de Hacienda, Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde, autoriza al Gobierno "para reorganizar en dos departamentos ministeriales los servicios que constituyen hoy la Secci¨®n 7 del presupuesto general de gastos -Ministerio de Fomento- sin aumentar los cr¨¦ditos votados para el ejercicio de 1900". Un Real Decreto de 18 de abril de 1900, firmado por la reina regente do?a Mar¨ªa Cristina y refrendado por el presidente del Consejo de Ministros, Francisco Silvela, determinaba la supresi¨®n del Ministerio de Fomento, creando en su lugar dos nuevos departamentos ministeriales, que se denominar¨ªan, respectivamente, Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica y Bellas Artes y Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras P¨²blicas.

Decidi¨® Silvela incorporar a la nueva cartera de Agricultura, Industria, Comercio y Obras P¨²blicas a Eduardo Gasset, joven director de El Imparcial -el diario de mayor circulaci¨®n- y diputado independiente de matiz claramente regeneracionista, y nombr¨® para encargarse del Ministerio de Instrucci¨®n P¨²blica y Bellas Artes a don Antonio Garc¨ªa Alix, vicepresidente del Congreso de los Diputados, parlamentario experto y auditor general del Ej¨¦rcito. Garc¨ªa Alix hab¨ªa nacido en Murcia en 1852 y, tras terminar los estudios de derecho, ingreso en el Cuerpo Jur¨ªdico del Ej¨¦rcito, donde lleg¨® al empleo de general auditor. En su juventud fue periodista de m¨¦rito y milit¨® en las filas del Partido Liberal, pasando luego al Partido Conservador. Fue elegido diputado por primera vez en 1886. Adem¨¢s de ministro de Instrucci¨®n P¨²blica, fue tambi¨¦n subsecretario de Gracia y Justicia, ministro de Gobernaci¨®n y de Hacienda y gobernador del Banco de Espa?a.

Hubo un inmediato deseo de poner en marcha el nuevo ministerio, confiando en la eficacia que la direcci¨®n y el impulso de un ministro responsable y propio deb¨ªa llevar a los asuntos educativos que se le encomendaban. Acometi¨® Garc¨ªa Alix una pol¨ªtica de reforma en numerosos ¨¢mbitos de la ense?anza y, en general, de todas las materias que correspond¨ªan al departamento, destacando su prop¨®sito de favorecer la ense?anza oficial.

As¨ª naci¨®, hace ahora cien a?os, un ministerio con el encargo espec¨ªfico de ocuparse de la instrucci¨®n y las bellas artes y que, desde noviembre de 1928, se encuentra instalado en el n¨²mero 34 de la madrile?a calle de Alcal¨¢.

Por all¨ª han pasado a lo largo de estos cien a?os, como ministros del departamento, personalidades relevantes de la vida espa?ola. Citar¨¦, sin ¨¢nimo de ser exhaustivo, desde el conde de Romanones, que sucedi¨® a Garc¨ªa Alix, hasta Marcelino Domingo o Fernando de los R¨ªos en la Segunda Rep¨²blica; Ruiz Jimenez o Villar Palas¨ª en el r¨¦gimen franquista; Aurelio Men¨¦ndez e ??igo Cavero, en la transici¨®n democr¨¢tica; Mayor Zaragoza, Ortega y D¨ªaz Ambrona y Gonz¨¢lez Seara, durante la etapa de UCD, y Maravall, Solana y Rubalcaba en los gobiernos socialistas.

Se ha perdido una magn¨ªfica ocasi¨®n al no haber aprovechado este centenario para recordar la importante historia de la educaci¨®n espa?ola de este siglo y rendir homenaje a tantos hombres y mujeres que han dedicado su vida a la ense?anza.