El ADN descubre las siete 'Evas' de Europa
Bryan Sykes, un profesor de gen¨¦tica humana de la Universidad de Oxford, ha analizado el ADN de 6.000 europeos actuales y ha alcanzado una conclusi¨®n fascinante: todos los pueblos europeos son descendientes de s¨®lo siete mujeres, las siete Evas de Europa. La ¨²ltima de ellas vivi¨® hace unos 10.000 a?os en Oriente Pr¨®ximo, y sus descendientes se fueron extendiendo poco a poco hacia el oeste con la reci¨¦n inventada agricultura. Pero coexistieron con los europeos que ya estaban all¨ª: los hijos de las otras seis Evas. Lo m¨¢s sorprendente es que la primera de estas Evas, cuyos herederos tambi¨¦n se esparcen hoy por toda Europa, vivi¨® en Grecia hace nada menos que 45.000 a?os.Las otras cinco Evas, siempre seg¨²n Sykes, vivieron en los siguientes lugares y ¨¦pocas: una en el C¨¢ucaso hace 25.000 a?os. Otra en Toscana hace 17.000 a?os. Otra en Espa?a, tambi¨¦n hace 17.000 a?os. Otra en el ¨¢rea de los Pirineos, hace unos 13.000 a?os (los descendientes de ¨¦sta son los m¨¢s abundantes en la actualidad en toda Europa). Y otra en el centro de Italia, hace 10.000 a?os.
"Los resultados tambi¨¦n muestran que, en cualquier rinc¨®n de Europa, la gente es una mezcla de todos esos clanes antiguos", ha declarado Sykes a The Times. "La ¨²nica excepci¨®n son los lapones del norte de Noruega y Finlandia, que no se han mezclado con nadie. Por lo tanto, pretender que las divisiones ¨¦tnicas en Europa tienen un fundamento gen¨¦tico es absurdo".
Las conclusiones de Sykes se basan en el an¨¢lisis del ADN mitocondrial, un peque?o grupo de genes que no est¨¢n en el n¨²cleo de las c¨¦lulas, sino en unos org¨¢nulos llamados mitocondrias, que son las factor¨ªas energ¨¦ticas de la c¨¦lula. En la fecundaci¨®n, el espermatozoide no aporta mitocondrias: el ¨®vulo las pone todas. Por lo tanto, el ADN mitocondrial se puede usar como una especie de registro geneal¨®gico de la l¨ªnea materna, transmitido de madres a hijas.
El ADN mitocondrial es muy ¨²til para hacer comparaciones entre individuos y deducir de ellas su proximidad gen¨¦tica y la historia de sus linajes. La raz¨®n es que, a diferencia de los genes del n¨²cleo, el ADN mitocondrial no se mezcla en cada generaci¨®n. Por lo tanto, permanece estable excepto por las ocasionales mutaciones que sufre al azar. Estas mutaciones ocurren una vez cada 10.000 a?os, en promedio, lo que permite usar las variaciones en el ADN mitocondrial como un reloj.
Las 6.000 muestras analizadas por Skyes revelan que todos los ADN mitocondriales europeos se pueden clasificar en siete clases. Cada una de estas clases debe provenir, seg¨²n el genetista, de una sola mujer. Las comparaciones detalladas, la abundancia relativa de cada clase en cada zona de Europa y el reloj mitocondrial le han servido para precisar d¨®nde y cu¨¢ndo vivieron esas siete Evas, como qued¨® expresado m¨¢s arriba.
La especie humana actual surgi¨® en ?frica, tal vez hace unos 100.000 a?os, y se extendi¨® desde all¨ª a todo el mundo. Los primeros de estos humanos modernos debieron llegar a Europa hace unos 45.000 a?os, en buena correspondencia con la edad de la primera de las siete Evas europeas. Las otras seis pueden representar migraciones posteriores.
Sykes fue uno de los genetistas que analiz¨® el ADN del c¨¦lebre hombre de hielo, el cuerpo de unos 5.000 a?os de antig¨¹edad que apareci¨® en un glaciar austriaco en un excelente estado de conservaci¨®n. Tambi¨¦n se vio implicado en una curiosa investigaci¨®n con un sello inconfundiblemente brit¨¢nico. Hace unos a?os, aparecieron en las cuevas de Cheddar, en Somerset (Reino Unido), unos restos humanos de unos 9.000 a?os de antig¨¹edad que ahora se conocen como el hombre de Cheddar. Lord Bath, que era el propietario de los terrenos donde se hallan esas cuevas, quiso saber si el hombre de Cheddar era uno de sus gloriosos antepasados, y llam¨® a Sykes para que analizara el ADN de los restos. Para espanto del arist¨®crata, el ADN del hombre de Cheddar result¨® no estar relacionado con el suyo, sino con el de su mayordomo, que hab¨ªa aportado una muestra a modo de control.
Cualquier lector de origen europeo puede averiguar a cu¨¢l de los siete clanes pertenece. Sykes ha montado una empresa llamada Oxford Ancestors con ese objetivo. Basta entrar en su p¨¢gina (www.oxfordancestors.com), rellenar un formulario y enviar un peque?o raspado del interior de la boca. La prueba cuesta 120 libras (unas 33.000 pesetas). La curiosidad por conocer a la madre puede ser un buen negocio.
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