El l¨ªder de los 'veteranos' de Zimbabue promete que no habr¨¢ m¨¢s ocupaciones de tierras
Chenjerai Hunzvi, l¨ªder de los supuestos veteranos de la guerra de la independencia de Zimbabue y al que le agrada su alias, Hitler, ha prometido que no habr¨¢ nuevas ocupaciones. Es la versi¨®n oficial provisional. El presidente Robert Mugabe se comprometi¨® el jueves con la Uni¨®n Comercial de Granjeros (UCG, la patronal) a poner fin a los desmanes. Pero la violencia contin¨²a: en el distrito de Marondera, 60 kil¨®metros al noroeste de Harare, apareci¨® el cad¨¢ver de un hombre negro que desapareci¨® el s¨¢bado, d¨ªa de la muerte de David Stevens, y que ha resultado ser uno de sus trabajadores.
Zimbabue se ha quebrado en dos pa¨ªses paralelos y enfrentados: las urbes, que aborrecen la figura patriarcal del presidente Mugabe, de 76 a?os, a quien culpan del fiasco econ¨®mico, y el campo, donde se le idolatra y escucha su inflamado discurso nacionalista. En ese segundo Zimbabue es donde anida el riesgo de enfrentamiento civil. De las 4.500 granjas controladas por los blancos (12 millones de hect¨¢reas muy f¨¦rtiles), 1.000 han sido invadidas por una turbamulta de veteranos, algunos de los cuales apenas alcanzan los 15 a?os, y cuya disciplina y jerarqu¨ªa de mando parece tambalearse despu¨¦s de que los veteranos de la otra guerrilla de la independencia, la que lider¨® el difunto Josua Nkono, se han distanciado de los m¨¦todos de la Uni¨®n Nacional Africana de Zimbabue (ZANU, en sus siglas en ingl¨¦s) de Mugabe.En el distrito de Marondera, 51 granjas han sido abandonadas por sus due?os en los ¨²ltimos d¨ªas por temor a las invasiones.
Estratagema presidencial
La cumbre regional que se celebrar¨¢ hoy en las id¨ªlicas cataratas Victoria, uno de los muchos centros tur¨ªsticos vac¨ªos de Zimbabue, es una estratagema del presidente por difuminar su crisis implicando a otros en el asunto de la reforma agr¨ªcola. "Es cierto que hay que resolver este asunto en Zimbabue y en otros pa¨ªses tambi¨¦n, pero los m¨¦todos elegidos por Mugabe no parecen los mejores", sostiene una fuente diplom¨¢tica en Harare. En la cumbre de la Tierra celebrada en Zimbabue en septiembre de 1998, se alcanzaron acuerdos para una reforma consensuada, pac¨ªfica y con compensaciones a aquellos granjeros que decidieran libremente vender. No se ha cumplido una sola de sus recomendaciones.
Hitler y sus hombres son el instrumento del poder para complicar la celebraci¨®n de unas elecciones legislativas (a¨²n no convocadas, pero con la promesa de que ser¨¢n en mayo) y en las que Mugabe presiente dificultades. De los 150 esca?os del Parlamento, 30 son de gracia presidencial (nombrados a dedo). La oposici¨®n agrupada en el Movimiento para el Cambio Democr¨¢tico (MCD) empieza con 30 en contra. "Es dif¨ªcil que ganen los comicios; el MCD es fuerte en las ciudades, pero en las zonas rurales apenas tiene infraestructura y candidatos", dice el diplom¨¢tico. Mugabe no quiere ni siquiera una C¨¢mara con 30 o 40 diputados de la oposici¨®n. En la legislatura que acaba de concluir, con s¨®lo tres diputados desafectos, ha tenido que enfrentarse a numerosos denuncias de abusos y corrupci¨®n.
En Harare, la gente cree que asistimos al fin de un reinado. En una reciente encuesta divulgada por los peri¨®dicos m¨¢s cr¨ªticos, se dice que s¨®lo el 30% de los entrevistados culpa a los granjeros blancos de la crisis econ¨®mica. Pero en el otro Zimbabue, en el campo, el mensaje contrario ha calado. "No es una guerra de negros contra blancos, ni una cuesti¨®n de racismo", subraya un europeo con varios a?os de residencia en Harare, "es un problema pol¨ªtico". Los hechos parecen darle la raz¨®n. De los seis muertos contabilizados desde el s¨¢bado, cuatro son negros, y en el asalto a la granja de David Stevens, el primer blanco muerto en esta crisis, perdieron su trabajo las 250 familias negras que all¨ª viv¨ªan.
La promesa de Hunzvi de poner fin a las ocupaciones surge tras una reuni¨®n de cuatro horas con Mugabe y despu¨¦s de que el Tribunal Supremo de Zimbabue abriera un procedimiento contra ¨¦l por desacato que podr¨ªa conducirle a la c¨¢rcel. Pocos creen en las palabras de Hitler. "S¨®lo existen dos caminos: ordenar la retirada de los ocupantes y negociar una reforma que supere el problema, o quedarse con las mil hect¨¢reas controladas como bot¨ªn y no dar un paso m¨¢s", afirma el diplom¨¢tico. Muchos se inclinan por la segunda soluci¨®n, coincidiendo con la fecha de las elecciones.
Pero la gran pregunta es ¨¦sta: ?Obedecer¨¢n los veteranos una vez aprobada su fuerza? Ya en 1997 obtuvieron un buen bot¨ªn: 50.000 d¨®lares (cerca de nueve millones de pesetas) de premio, una renta vitalicia de 2.000 d¨®lares al mes y ayudas para los discapacitados. Entre esos discapacitados hab¨ªa dos ministros de Mugabe. En enero, el presidente duplic¨® las pensiones, y ellos, los veteranos, acabaron en d¨ªas con las existencias de radiocasetes y otros artilugios sonoros.
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