Chile/Espa?a y sus memorias
El Colegio de Altos Estudios Europeos de Par¨ªs, promovido por la Universidad Complutense y presidido por su rector, Rafael Puyol, ha organizado con el Colegio Chileno de Abogados y con la Universidad Central de Chile un curso para profesionales del derecho sobre la funci¨®n jur¨ªdica y judicial en los procesos de integraci¨®n europea y del Mercosur. Las circunstancias de compartir, como director del colegio, la responsabilidad del curso con Juan Guzm¨¢n Tapia, que fue su coideador, a?adida a la actualidad del tema, han hecho que el tratamiento del caso Pinochet en Espa?a y en Chile est¨¦ siendo materia permanente de mis conversaciones aqu¨ª. El proceso de desafuero del antiguo dictador despejar¨¢ la primera de las inc¨®gnitas: si la Corte de Apelaciones rechaza el desafuero, bien apoy¨¢ndose en el art¨ªculo 19 de la Constituci¨®n de 1980 y en la garant¨ªa del juicio justo; bien en la prescripci¨®n de los delitos; bien en la persistente vigencia de la amnist¨ªa, el caso se cierra sin posible recurso ulterior. Por el contrario, si la Corte lo acepta, el proceso se transfiere a la Corte Suprema. Tanto la opini¨®n de los expertos como la medi¨¢tica vaticinan que se votar¨¢ el desafuero.?Qu¨¦ suceder¨¢ despu¨¦s en la Corte Suprema? ?sta puede confirmar el desafuero, con lo que el juez Guzm¨¢n podr¨¢ detener y procesar a Pinochet, o, al contrario, rechazarlo por suponerle incapaz de afrontar un juicio, lo que har¨ªa inviable cualquier otra querella referida a Pinochet y clausurar¨ªa definitivamente su proceso. Esta ¨²ltima eventualidad, calificada por muchos como un mal menor, parece tener amplia acogida en este pa¨ªs. Para el Gobierno, el hecho de haber juzgado a Pinochet supondr¨ªa haber cumplido el compromiso que asumi¨® y probar¨ªa que la justicia democr¨¢tica funciona en Chile; para los familiares de los desaparecidos, haber llevado al dictador hasta el Supremo ser¨ªa una satisfacci¨®n, aunque incompleta; y, para el Ej¨¦rcito, la imputabilidad de su antiguo comandante en jefe, muy dif¨ªcil de aceptar, podr¨ªa ser admisible en ¨²ltimo extremo si con ello se pon¨ªa punto final a la pinochetizaci¨®n de la vida pol¨ªtica y social chilena. Incluida la militar. Situaci¨®n que responde a los resultados m¨¢s concordantes de las encuestas de opin¨®n, seg¨²n las cuales cerca del 75% de los chilenos desea que Pinochet sea juzgado en Chile, pero sin que el juicio ocasione graves perturbaciones, pues ello permitir¨¢ legitimar la recuperaci¨®n de la tradici¨®n democr¨¢tica de la que este pa¨ªs se enorgullece. El soporte ¨²ltimo de la Mesa de Di¨¢logo, creada por el Ministerio de Defensa y en la que participan la sociedad civil, las asociaciones de derechos humanos y las Fuerzas Armadas, est¨¢ en la conciencia com¨²n de la hist¨®rica vocaci¨®n democr¨¢tica chilena.
Este problema remite al doble tema de los derechos humanos y las transiciones democr¨¢ticas, por un lado, y al de la impunidad y la memoria, por otro. Respecto del primero, o consideramos que los derechos humanos son el marco que hace posible la democracia, que son su requisito previo, o, por el contrario, los constituimos en su contenido y sustancia, cuyo logro pleno s¨®lo puede alcanzarse despu¨¦s de un largo ejercicio democr¨¢tico. Los radicales de los derechos humanos se apuntan a la primera opci¨®n; los dem¨®cratas pragm¨¢ticos, a la segunda. La prevalencia de una o de otra es determinante para la evaluaci¨®n de las transiciones democr¨¢ticas. Guy Hermet sostiene que la impaciencia de los integristas de los derechos humanos puede significar un grave riesgo en las fases de apertura y de consolidaci¨®n de las nuevas democracias. Las transiciones chilena y espa?ola corresponden, sin duda alguna, a este modelo de posibilismo democr¨¢tico. En cuanto a la impunidad y a la memoria, hay que conjugarlas inversamente, pues la variante m¨¢s absoluta de la primera es la ausencia de la segunda. A la amnesia empuja siempre la prudencia de los gobernantes -no destapemos la caja de Pandora- y con frecuencia la conveniencia de olvidar/ocultar el propio pasado. El juicio de Pinochet est¨¢ suponiendo una vigorosa sacudida de la memoria hist¨®rica chilena que Espa?a sigue evitando en cuanto a la suya. De aqu¨ª la acusaci¨®n que se nos hace de neocolonialismo pol¨ªtico-judicial al asumir el papel de justicieros democr¨¢ticos cuando nuestras miserias dictatoriales siguen cuidadosamente sepultas y silenciadas. Tal vez el despertar chileno pueda servirnos de revulsivo.
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