D¨¦ficit democr¨¢tico e inmadurez pol¨ªtica
En la nueva configuraci¨®n de la arquitectura pol¨ªtica postestatal hay no pocas cosas buenas, pero tambi¨¦n alguna francamente preocupante. Y quiz¨¢s un lunes de Pascua puede ser un buen momento para discutirla.Como es bien sabido, los viejos Estados est¨¢n perdiendo competencias en una doble direcci¨®n. Hacia abajo, en procesos de devoluci¨®n de competencias hacia regiones o comunidades aut¨®nomas, ciudades o ¨¢reas metropolitanas. Y hacia arriba, hacia organismos supraestatales como la Uni¨®n Europea, las Naciones Unidas o, por poner un tercer ejemplo nada irrelevante, la OTAN. Lo uno y lo otro no es sino aplicacion del viejo principio de subsidiariedad seg¨²n el cual las competencias deben ejercitarse en el nivel en el que son m¨¢s efectivas. Pero son tambi¨¦n modos nuevos de divisi¨®n de poderes, y as¨ª, junto a la cl¨¢sica divisi¨®n entre el legislativo, el ejecutivo y el judicial, emerge una nueva, vertical, entre regiones, Estados y supra-Estados. Conjuntamente, son una profundizaci¨®n de la democracia por v¨ªa de extensi¨®n: se acercan al ciudadano las competencias que le son pr¨®ximas, pero al tiempo se pone en com¨²n la soberan¨ªa de varios Estados para hacer frente a problemas comunes como son la unidad del mercado, la seguridad, la emigraci¨®n o el medio ambiente, que s¨®lo pueden abordarse de manera conjunta entre varios Estados.
Todo ello es positivo y en Espa?a tenemos experiencias satisfactorias en ambos sentidos.
Lo que es menos conocido y de creciente importancia es que ambas devoluciones tienen un muy distinto car¨¢cter cuando se analizan desde la l¨®gica de la democracia. Efectivamente, al menos en el caso espa?ol, la devoluci¨®n hacia abajo se ha hecho respetando escrupulosamente los principios democr¨¢ticos de modo que las competencias salen de un espacio de control democr¨¢tico, el del Parlamento estatal, para entrar en otro espacio de control democr¨¢tico, el del Parlamento regional. El control ciudadano del poder pol¨ªtico cambia de sitio, pero se conserva.
No ocurre lo mismo cuando las competencias se transfieren hacia arriba. En este caso, y a falta de Ejecutivos supraestatales responsables ante Parlamentos igualmente supraestatales, las competencias simplemente se escapan del espacio de control democr¨¢tico para entrar en una rara tierra de nadie. El tema es conocido en el ¨¢mbito de la construcci¨®n europea con el acertado t¨¦rmino de "d¨¦ficit democr¨¢tico", pues, efectivamente, las competencias trasladadas a Bruselas carecen de control por el Parlamento europeo, ante el que no responde ni la Comisi¨®n ni el Consejo. Pero otro tanto ocurre con la OTAN, como bien vimos en Kosovo; los Gobiernos toman conjuntamente (m¨¢s o menos) la decisi¨®n de entrar en guerra obviando (es una palabra suave) las exigencias constitucionales y sin sentirse obligados a dar cuenta de ello ante sus ciudadanos. El resultado es que, a medida que engordan los organismos supranacionales, la soberan¨ªa popular y la democracia enflaquecen. Aumenta la eficacia, pero tambi¨¦n el d¨¦ficit democr¨¢tico.
Y junto con ¨¦l, la irresponsabilidad, que tambi¨¦n se mueve en dos direcciones. Desde luego, se irresponsabilizan los Ejecutivos, pues no tienen Parlamento alguno ante el que dar cuenta, de modo que la l¨®gica tecnocr¨¢tica se impone por encima de la soberan¨ªa popular. Pero tambi¨¦n se irresponsabilizan los ciudadanos, pues, si nadie les pregunta, maldita la gana que tienen ellos de hacerse esas inc¨®modas preguntas y, caso de hac¨¦rselas, se dar¨¢n las respuestas m¨¢s c¨®modas, como pedir seguridad sin coste fiscal alguno o control de la emigraci¨®n con el coraz¨®n a la izquierda. Qu¨¦ m¨¢s da, si est¨¢ pap¨¢-Bruselas o pap¨¢-Clinton para tomar la decisi¨®n correcta. El electorado se desentiende de los temas de los que s¨ª entienden esos variados Ejecutivos, quienes, a su vez, pueden finalmente justificar su propia competencia aludiendo a la falta de madurez del electorado, con lo que se cierra el c¨ªrculo por el que cambiamos irresponsabilidad por eficacia. De modo que, al menos por el momento, no estamos a mitad de camino de construir un Estado democr¨¢tico mundial o una democracia europea, sino quiz¨¢s a mitad del camino de vaciar nuestras democracias, viejas o nuevas. Eso s¨ª, para hacerlas m¨¢s gobernables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.