Fernando Savater reflexiona sobre el 'ombliguismo' nacional
Conocido por su intensa actividad acad¨¦mica y literaria, Fernando Savater, galardonado ayer con el Premio Ortega y Gasset de Periodismo al mejor art¨ªculo, es uno de los pensadores de referencia de la Espa?a actual. Catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del Foro de Ermua, sus agudos an¨¢lisis del conflicto vasco han tratado de combatir la intolerancia con una invitaci¨®n a la humildad de pensamiento y de juicio. El texto premiado, titulado El pr¨®jimo desconocido -que se reproduce a continuaci¨®n-, est¨¢ cuajado de su habitual sentido del humor y propone el ejercicio de "mirarnos a nosotros mismos como si fu¨¦semos ignorantes extranjeros", para ver que no somos el centro del mundo.El pr¨®jimo desconocido FERNANDO SAVATER
Hace pocas semanas, uno de los semanarios italianos m¨¢s le¨ªdos public¨® como ilustraci¨®n de un reportaje sobre Euskadi la fotograf¨ªa de un dantzari levantando la pierna en pleno aurresku ante el lehendakari Ibarretxe. El pie de la foto dec¨ªa algo as¨ª: "Ejercicios de artes marciales en un cuartel de la Guardia Civil en el Pa¨ªs Vasco". Tambi¨¦n es reciente la aparici¨®n de la edici¨®n espa?ola de una novela del enigm¨¢ticamente prestigioso Tom Clancy, en la que se cuenta un complot inveros¨ªmil de nacionalistas vascos y catalanes contra castellanos y andaluces. En la f¨¢bula, pr¨¢cticamente todo (nombres, lugares, costumbres, instituciones, etc¨¦tera) resulta deliciosamente absurdo... siempre, claro est¨¢, que uno le eche buen humor al asunto y recuerde que tambi¨¦n las novelas de Fu-Manch¨² nos hicieron disfrutar sin mayor fiabilidad sociol¨®gica. Tercer y ¨²ltimo episodio de esta breve antolog¨ªa de desprop¨®sitos: no hace muchos a?os dirig¨ª un curso de verano en la Universidad Men¨¦ndez y Pelayo de Santander, al que invit¨¦ a un destacado catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Sorbona, cuya obra estimo particularmente. Cuando en uno de los almuerzos le present¨¦ a mi mujer, nacida en Canarias, mostr¨® un c¨¢ndido asombro: "Ah, ?pero entonces los canarios no son negros?".
Por supuesto, la moraleja de estas an¨¦cdotas no es en modo alguno concluir que somos unos incomprendidos. Lo que quisiera se?alar, sin especial resentimiento, es lo siguiente: para italianos, franceses o americanos cultos (suponiendo que a estos efectos incluso Tom Clancy pueda ser considerado tan elogiosamente), la vecina realidad espa?ola y sus incidencias m¨¢s o menos antropol¨®gicas no deber¨ªan constituir un enigma ex¨®tico cuya oscuridad tenga que ser compensada con improvisaciones de la imaginaci¨®n. Sin embargo, ah¨ª tienen ustedes pruebas fehacientes de lo contrario. No creo que italianos, franceses o americanos (ni siquiera Tom Clancy) sean casos excepcionales en lo tocante a ignorar a su pr¨®jimo, luego cabe concluir que a nosotros nos ocurrir¨¢ m¨¢s o menos lo mismo en muchos aspectos relevantes de lo que sucede en otras partes que tampoco deber¨ªan sernos misteriosas. Y si en pa¨ªses con abundantes comunicaciones entre s¨ª, las personas ilustradas se equivocan tanto sobre sus vecinos... ?qu¨¦ no ocurrir¨¢ con las nociones que tenemos de sitios menos accesibles, como Ruanda, Timor, Chiapas o el Kurdist¨¢n!
Primera conclusi¨®n, por tanto: aunque tengamos m¨¢s informaci¨®n que nunca sobre casi todo, conviene ser cautelosos sobre lo que creemos saber de los dem¨¢s. Nuestros juicios sobre los lugares en los que no hemos estado personalmente o no hemos estudiado con detenimiento y contrastando datos deben ser siempre poco tajantes, sobre todo a la hora de clasificar en "buenos" y "malos" a los que participan en los conflictos que all¨ª ocurren y de los que tanto se nos habla.
Segunda conclusi¨®n, quiz¨¢ a¨²n m¨¢s interesante. Solemos suponer que nuestros problemas caseros, los antagonismos en que estamos envueltos o las reivindicaciones que consideramos m¨¢s perentorias constituyen la preocupaci¨®n dominante del mundo entero. Cada vez que en nuestro barrio alguien estornuda, damos por sentado que hasta en las ant¨ªpodas se apresuran a sacar los pa?uelos y el universo mismo se considera resfriado. Pero la humillante verdad es que a unos cuantos cientos de kil¨®metros, apenas se nos ve con mediana claridad y quienes distra¨ªdamente se fijan por un momento en nosotros suelen confundirnos con nuestros peores enemigos o ignoran lamentablemente el sentido para nosotros tan crucial de las disputas que nos atarean. Para relajarnos un poco, quiz¨¢ de vez en cuando debi¨¦ramos aprender a mirarnos a nosotros mismos como si fu¨¦semos ignorantes extranjeros...
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