El viejo marinero
Hay cantantes que cuentan historias y otros que no. Allen es, evidentemente, del primer grupo. Por necesidad -un fraseo sosegado, un registro central poderoso, un talante cada d¨ªa m¨¢s dram¨¢tico- y por convicci¨®n profunda. Luce, adem¨¢s, Allen una cualidad fon¨¦tico-teatral muy inglesa. Las canciones de Arthur Somervell fueron, en este sentido, una bendici¨®n. Ah¨ª aparec¨ªa el viejo marinero -a lo Coleridge, a lo Melville, a lo London, a lo Stevenson- y la narraci¨®n como bandera de alta mar.Thomas Allen tiene dificultades evidentes en la zona aguda y no posee una sobrada suficiencia respiratoria en la actualidad. Sortea las limitaciones a base de seguridad, buen gusto, alta escuela y sentido com¨²n. Las canciones griegas de Ravel sonaron un poco a Britten: sobrias, rudas, con una melod¨ªa de tintes oscuros. En Duparc, la invitaci¨®n al viaje fue m¨¢s literaria que voluptuosa, m¨¢s cercana al lamento que al suspiro. Despleg¨® a toda vela Allen sus recursos interpretativos en Beethoven, particularmente en Adelaide. Schubert se qued¨® un poco en la orilla hasta que llegaron las propinas y Wolf estuvo m¨¢s intelectualizado que sentido.
Thomas Allen Thomas Allen (bar¨ªtono)
Jonathan Papp (piano). Canciones de Schubert, Beethoven, Wolf, Duparc, Ravel y Somervell. VICiclo de Lied. Fundaci¨®n Caja Madrid. Teatro de la Zarzuela, 24 de abril.
No fue un recital espectacular. Goz¨®, sin embargo, de la palpitaci¨®n de las perezosas colinas del verano, como dice una canci¨®n de Somervell, y tambi¨¦n de la brisa marina, de la habilidad de cautivar a trav¨¦s de las palabras y la melod¨ªa. El joven pianista Jonathan Papp llev¨® la embarcaci¨®n con solvencia
Babelia
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