El Teatro Real y los convenios colectivos
En su libro Metro Capelle, del cual public¨® un adelanto su peri¨®dico el domingo 16, el se?or Lissner afirma: "...ning¨²n vicio de forma, ninguna carga pesa sobre la instituci¨®n, ning¨²n convenio colectivo...". Con respecto a estas declaraciones me gustar¨ªa explicar a ¨¦l, y especialmente a los actuales cargos directivos del Teatro Real, que en los convenios colectivos se determinan las reglas de juego entre los trabajadores y la empresa, es decir, se fijan las condiciones laborales, deberes y derechos de todos los que participan en cualquier actividad laboral de las sociedades democr¨¢ticas, creando el clima laboral adecuado para que las empresas funcionen correctamente. Lo que s¨ª son vicios y cargas es todo lo que describe en su libro referido al Teatro Real: el amiguismo, las arbitriaridades, la lucha pol¨ªtica, y en lo m¨¢s significativo, la falta de independencia en la gesti¨®n de la empresa, lo que perjudica en extremo a los m¨¢s de 250 trabajadores del teatro, restando eficacia y profesionalidad a su funcionamiento. Tanto es as¨ª que el ¨²nico acuerdo negociado entre el comit¨¦ de empresa y la fundaci¨®n, un plan de estabilidad laboral para el 95% de la plantilla, la ejecutiva (es decir, la parte pol¨ªtica) lo tuvo que firmar apresuradamente ante una convocatoria de huelga, cuando ya se hab¨ªa negociado previamente tres meses antes.No se entiende c¨®mo se puede decir que la Fundaci¨®n Teatro L¨ªrico es privada cuando el 100% del presupuesto es p¨²blico, todos los cargos directivos son de la Administraci¨®n o elegidos por ella y el edificio tambi¨¦n es p¨²blico. La gesti¨®n que se dice privada sigue criterios de empresa p¨²blica en la mayor¨ªa de los aspectos, mientras que en otros son dudosamente privados, ya que priman los intereses pol¨ªticos, como se?ala el propio Lissner, frente a los criterios profesionales.
La dependencia pol¨ªtica es tal que en la reuni¨®n del pasado mes de enero entre Rodolfo Benito con el gerente del teatro, en la cual estuve presente, para pedir la incorporaci¨®n a la fundaci¨®n del personal subcontratado, el se?or Cambreleng dio a entender que, adem¨¢s de no tener competencias, estaba en funciones, con lo cual se desentendi¨® del tema. Si, por otra parte, no hay representante legal de la empresa hasta que se nombren los nuevos cargos en la ejecutiva (como nos comunic¨® el jefe de personal la semana pasada, al intentar por segunda vez formar la mesa de negociaci¨®n del convenio), ni tampoco tenemos director t¨¦cnico, creo que es evidente la desidia que produce esa dependencia pol¨ªtica.-
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