Picador viene de picadillo
Picador es el que hace picadillo a los toros. Los diccionarios taur¨®macos no lo dicen as¨ª pero eso es porque est¨¢ obsoletos. En la moderna tauromaquia, sobre todo si la dirige Curro Romero, es tal cual se acaba de definir.Los picadores de Curro Romero hicieron picadillo a su respectivos toros, y el que pic¨® al cuarto lo dej¨® listo para hamburguesa.
Curro Romero a ese toro lo machete¨® en franca huida pero equivoc¨® la suerte: con vuelta y vuelta, y a la plancha, habr¨ªa tenido bastante. De manera que hubo de tomar el instrumento toricida y lo blandi¨® con t¨¦cnica comanche: apret¨® a correr, tir¨® el sablazo sin mirar siquiera y lo dej¨® prendido, como por ensalmo, en el morrillo. El toro, que ya no aguantaba su condici¨®n de hamburguesa, vacil¨® sobre las temblorosas patas, y cay¨® despenado por el golpe del descabello.
Rojas / Romero, Manzanares, V¨¢zquez Toros de Gabriel Rojas (11 se rechazaron en el reconocimiento), bien presentados, varios fuertes, otros flojos, manejables
Curro Romero: pinchazo hondo, rueda de peones y 10 descabellos (silencio); pinchazo en despavorida huida, rueda de peones y descabello (pitos). Jos¨¦ Mari Manzanares: dos pinchazos, rueda de peones y ocho descabellos (silencio); pinchazo, estocada corta ca¨ªda y rueda de peones (gran ovaci¨®n y salida al tercio). Pepe Luis V¨¢zquez: pinchazo, estocada y descabello (silencio); pinchazo, estocada corta y descabello (silencio). Plaza de la Maestranza, 27 de abril. 5? corrida de feria. Cerca del lleno.
Un arte que no-se-pue-aguant¨¢ llaman a esa figura.
El toro no merec¨ªa semejante humillaci¨®n. Bien plantado, con cuajo y plaza, tom¨® unos fren¨¦ticos capotazos de Curro Romero y embisti¨® a la acorazada de picar. Para su mal embisti¨®, pues el individuo del castore?o le meti¨® vara para ir pasando, las dos primeras veces tap¨¢ndole la salida, la tercera en los medios, con tan funesta sa?a, que sonaron los clarines cambiando el tercio y a¨²n segu¨ªa hundiendo el hierro en las carnes inocentes del animal.
Al primer toro, que ten¨ªa menor trap¨ªo y fuerza, el individuo del castore?o lo pic¨® comedido.Tampoco es que fuera a confiarse Curro Romero: dos tandas de redondos, pico adelante, metiendo cuanto pod¨ªa la tripa y mostrando hacia afuera la parte contraria, constituyeron su faenar, que dur¨® dos minutos. Y tras el habitual pinchazo, precis¨® para abatir al toro 10 golpes de descabello, el ¨²ltimo de los cuales se aplaudi¨® con pasi¨®n. Curro Romero, ya se sabe, despierta pasiones.
Los descabellos tambi¨¦n despiertan pasiones. Son cosas del querer. Uno de Manzanares, que hizo octavo, fue asimismo ovacionado apasionadamente. Manzanares es de esos toreros que cuentan con seguidores apasionados. Estuvo breve y dubitativo con su primer toro y la militancia aplaudi¨® jubilosa el sucinto trasteo.
Debi¨® ser una premonici¨®n de lo que suceder¨ªa en el quinto. Pues al quinto, no se sabr¨ªa precisar si aborregado o pastue?o, le lig¨® dos derechazos en otras tantas tandas, plenos de suavidad y armon¨ªa.
No se crea que dos m¨¢s dos derechazos (igual a cuatro) suman menguada creaci¨®n. El arte ni casa con las matem¨¢ticas ni conoce fronteras. Muchos coletudos quisieran dar (y muchos aficionados quisieran ver) cuatro derechazos ligados desde la templanza. La actual fiesta de los toros est¨¢ tan vac¨ªa de aromas que cuatro derechazos surgidos del toreo puro saben a gloria.
Despu¨¦s Manzanares pas¨® a los naturales y ya fue distinta cuesti¨®n. Presentaba la pa?osa a un lado, tan lejos cuanto le permit¨ªa la longitud del brazo, y al venir el toro, lo conduc¨ªa por las afueras haciendo la noria. O sea, el truco del almendruco. Y la afici¨®n conspicua se percat¨®. Y fren¨® el triunfalismo que ya invad¨ªa a la militancia manzanarista.
Un torero que si se decidiese a torear pon¨ªa todo el escalaf¨®n cara a la pared: ese es Pepe Luis V¨¢zquez. Mas no tocaba. Y se content¨® con cubrir el expediente.
Acudi¨® el p¨²blico a solazarse con el arte y se hubo de contentar con ver c¨®mo destazaban un toro hasta convertirlo en hamburguesa. Y no le compensaron con nada. Ni siquiera con cuarto de criadillas.
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