Esto es lo que hay
El cuaderno azul result¨® menos opaco de lo que hubiera querido Aznar, pero, en su m¨¢s puro estilo, escondi¨® algunos nombres hasta el ¨²ltimo minuto. El ascenso de Mariano Rajoy a la vicepresidencia primera es, sin duda, el rasgo m¨¢s relevante y el m¨¢s positivo del nuevo Gobierno que Aznar present¨® ayer en sociedad para esta legislatura, en la que cuenta con mayor¨ªa absoluta. La continuidad de Rato -que refuerza su posici¨®n pero sin ascender de rango- es otro de los mensajes oblicuos a los que se muestra tan aficionado el presidente. Como contrapartida, Aznar asume el riesgo de situar a Piqu¨¦ -aun sin cerrar su expediente judicial- en una palestra de tanta proyecci¨®n p¨²blica como es la cartera de Exteriores. El nuevo Gabinete contiene, en fin, ocho nombres nuevos, entre ellos tres mujeres de probada capacidad al frente de carteras relevantes, y elimina a los ministros m¨¢s abrasados del anterior equipo. Dentro de la l¨ªnea de continuidad que cab¨ªa esperar tras los brillantes resultados de marzo, el nuevo Gobierno ofrece a primera vista un perfil m¨¢s centrista que el anterior. S¨®lo queda esperar que se confirme en los hechos.La presencia de Rajoy como coordinador de la actividad pol¨ªtica le convierte en la pieza clave para desarrollar la oferta de reformas consensuadas que present¨® Aznar en su investidura. El talante personal y la tendencia de Rajoy a reducir la conflictividad all¨ª donde otros tienden a agravarla le otorgan ventaja frente a su antecesor Cascos a la hora de negociar con la oposici¨®n, pero tambi¨¦n seguramente a la de plantarse frente a las eventuales exigencias abusivas de los nacionalistas vascos, una de las cuestiones m¨¢s afiladas de la legislatura.
No ser¨ªa Aznar quien es si no hubiera compensado los gestos de proximidad hacia Rodrigo Rato desplegados en la campa?a con la se?al cautelosa de nombrar otro vicepresidente por encima de ¨¦l: para no hacer expl¨ªcita la condici¨®n de delf¨ªn in p¨¦ctore que casi todo el mundo atribuye al ministro de Econom¨ªa. Sigue ¨¦ste en la misma posici¨®n, asume directamente un sector tan estrat¨¦gico como el de la energ¨ªa y descarga la pesada gesti¨®n directa de Hacienda en manos de Montoro, miembro de su equipo. No ha logrado, sin embargo, la presencia en el Gabinete de una de sus mejores colaboradoras, Elena Pisonero.
La continuidad de Piqu¨¦ era una de las inc¨®gnitas que escond¨ªa el cuaderno azul. Su condici¨®n de investigado en relaci¨®n a eventuales delitos societarios como gestor de Ercros colocaba al presidente ante la disyuntiva de mantenerle en el Gobierno -con el riesgo de que una imputaci¨®n formal le deje al borde del cese- o prescindir de ¨¦l, con el riesgo de que se interpretara como confirmaci¨®n de las sospechas. No s¨®lo ha decidido mantenerle, sino ascenderle a uno de los ministerios m¨¢s visibles. El perfil de Piqu¨¦ encaja con el de un jefe de la diplomacia atento a la dimensi¨®n econ¨®mica de las relaciones internacionales. Pero es evidente que Aznar asume su mayor riesgo con este nombramiento.
Su funci¨®n de portavoz ser¨¢ desempe?ada, como ministro sin cartera, por P¨ªo Cabanillas, hasta ahora director general de la radiotelevisi¨®n p¨²blica. Es de esperar que, pese a ese antecedente, acierte a diferenciar la propaganda de la informaci¨®n en sus relaciones con los medios. De los dem¨¢s debutantes destaca el nombramiento de Anna Birul¨¦s para el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa. Se trata de una profesional solvente muy cercana a Piqu¨¦, pero su procedencia directa de Retevisi¨®n la coloca en una situaci¨®n extremadamente dif¨ªcil: est¨¢ obligada a desmontar las situaciones de monopolio que a¨²n mantiene Telef¨®nica, pero sus decisiones pueden ser objeto de sospecha. Tiene ante s¨ª un dif¨ªcil cometido. Las otras dos mujeres del equipo, Celia Villalobos y Pilar del Castillo, gestionar¨¢n los departamentos de mayor proyecci¨®n social: Sanidad y Educaci¨®n (que mantiene Cultura y Deporte). Aunque de formaci¨®n y car¨¢cter muy diferentes -populista la una, de s¨®lido bagaje intelectual la otra-, ambas se caracterizan por sus convicciones laicas, lo que tiene importancia en ministerios a los que han intentado condicionar los obispos.
La proyecci¨®n territorial est¨¢ presente en los nombramientos de Celia Villalobos (posible candidata futura a la Junta de Andaluc¨ªa) y Jaume Matas (ex presidente de Baleares, que dispondr¨¢ de la vitrina de Medio Ambiente para intentar recuperar esa comunidad), y probablemente no es ajena a la decisi¨®n de promocionar a Piqu¨¦ a un puesto de lucimiento desde el que pueda un d¨ªa competir por la presidencia catalana. Un caso especial es el de Mayor Oreja. Antes del fin de la tregua se daba por seguro que cambiar¨ªa Interior por otro departamento m¨¢s tranquilo desde el que preparar su candidatura en Euskadi. La nueva situaci¨®n ha determinado su continuidad, y es menos segura su candidatura a lehendakari, especialmente si Ibarretxe se viera obligado a convocar de inmediato.
Del resto de cambios carece de relevancia el de Posadas a Administraciones P¨²blicas; y la presencia del eurodiputado Miguel Arias Ca?ete en Agricultura confirma que en todo Gobierno de derechas tiene que haber un Arias como m¨ªnimo. En fin, Federico Trillo, que parec¨ªa predestinado a Justicia, desemboca al fin en Defensa, donde tendr¨¢ ocasi¨®n de desplegar sus conocimientos como letrado de la Armada. ?ngel Acebes se enfrenta a la tarea m¨¢s dif¨ªcil y necesaria: la recuperaci¨®n del prestigio de la justicia. Por si acaso, Aznar ha elegido a uno de sus hombres m¨¢s fieles.
El presidente despach¨® los secretos de su cuaderno azul con un lac¨®nico "esto es lo que hay". En conjunto, se trata de un Gobierno que enmienda algunos de los rasgos m¨¢s autoritarios del anterior. Hace cuatro a?os se consider¨® que la relativa debilidad del PP, obligado a pactar con los nacionalistas, hab¨ªa determinado algunas inclusiones y tambi¨¦n algunos descartes, y que el verdadero Gobierno de Aznar s¨®lo se conocer¨ªa el d¨ªa que alcanzase una mayor¨ªa holgada. Ahora ya la tiene. Y su aspecto general resulta m¨¢s homologable a la moderna derecha europea. Seguramente ello es reflejo de una maduraci¨®n de los propios dirigentes populares: la buena situaci¨®n econ¨®mica ha favorecido pol¨ªticas de concertaci¨®n social y el ¨¦xito de las mismas ha moderado a los m¨¢s extremistas. Y el paso por las instituciones ha convertido a pol¨ªticos antes muy irritados en conservadores tranquilos.
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