El Racing vuelve a la andadas y empata otra vez en El Sardinero

Nuevo empate del Racing y van 12 en El Sardinero. No hay manera de romper el maleficio. Tras un comienzo prometedor, a los siete minutos Salva marc¨® un gol a pase envenenado de Munitis, parec¨ªa que el cuadro c¨¢ntabro iba a cosechar su cuarta victoria en casa. Pero todo era un puro espejismo. Poco a poco, su juego se fue diluyendo en la nada m¨¢s absoluta. S¨®lo brillaba con luz propia el talento de Munitis. Su fantas¨ªa estuvo a punto de plasmar el segundo gol, pero apareci¨® I?aki debajo de los palos y lo dej¨® todo en un susto.Munitis, para desgracia de todos, no repiti¨® la gesta del Bernab¨¦u. El hombre que desarbol¨® a los h¨¦roes de Old Tradffor, no pudo doblegar la resistencia que opuso el modesto Numancia. La conexi¨®n Munitis-Salva funcion¨® s¨®lo de forma espor¨¢dica, en el gol y poco m¨¢s.

Resulta inexplicable que no gane m¨¢s partidos en casa un equipo que cuenta en sus filas con Salva, cada d¨ªa m¨¢s pichichi con 26 goles, y Munitis, considerado el jugador m¨¢s desequilibrante de la Liga. Pero termina la temporada y el interrogante no encuentra una respuesta clarificadora. El Numancia aguant¨® el chaparr¨®n y termin¨® con vida la primera mitad. En la reanudaci¨®n, encontr¨® el premio a su cambio de actitud, adelant¨® l¨ªneas, jug¨® con m¨¢s ambici¨®n y adem¨¢s apareci¨® el oportunismo y el olfato de gol de Rub¨¦n Navarro. En una jugada sin mayor peligro, una falta sacada desde medio campo por I?aki, dio lugar a que surgiese el oportunismo de Rub¨¦n Navarro. El delantero del equipo soriano caz¨® el bal¨®n en el ¨¢rea peque?a y cabece¨® sin remisi¨®n a la porter¨ªa de Lemmens. La reacci¨®n del Racing no se hizo esperar. Ben¨ªtez intent¨® arreglar las cosas sustituyendo a Salva por el noruego Rushfeldt. El cambio pudo resultar efectivo si la madera no repele un remate del delantero noruego. Pero ya era tarde. Todo result¨® infructuoso. Aclamado por su p¨²blico, en premio a la gesta llevada a cabo en Madrid (2-4), el Racing termin¨® entre pitos y desilusiones. El empate, su triste sino, le persigue con sa?a y contumacia. Parece una fuerza imposible de conjurar.