Gente con muchas repisas IMMA MONS?
El enigma. Al entrar en Sephora por primera vez, sent¨ª una extra?a desaz¨®n. Comprend¨ª en el acto que el motivo de mi inquietud eran las cestas. Sephora es el templo de los aromas niquelados, una inmensa y glamurosa superficie destinada en exclusiva a la gente de cosm¨¦ticos, no precisamente a precios de saldo. ?Es habitual comprar caros perfumes y cremas de 20 en 20? Sepan los no iniciados que una crema antiarrugas que te inspire confianza cuesta lo mismo que una plancha de vapor, aunque tambi¨¦n puedes encontrar una crema de la gama baja por el precio de una plancha de viaje. Sin embargo, y aun en el supuesto de que una plancha nos durara tres meses, ?coger¨ªamos una cesta al entrar en una tienda de planchas? Me inquietaban las pretensiones de Sephora: su objetivo no era el turista ocasional, ni el consumidor que se da un capricho (¨¦se no necesita cesta), ni las se?oras mayores con h¨¢bitos consolidados, sino un p¨²blico joven y urbano. Pero ?existe tal cantidad de gente joven con las suficientes repisas en el ba?o? No alcanzaba a distinguir entre los portadores de cestas nada especialmente chocante. Hasta que un d¨ªa reconoc¨ª un perfil en animado mon¨®logo ante un tubo de mascarilla exfoliante; una mano se oprim¨ªa una oreja, otra mano se tapaba otra oreja, del brazo colgaba la surtida cesta. Era mi vecina, a quien llamar¨¦ Updata para despistar.Los indicios. Updata tiene 27 a?os. Un d¨ªa, una aver¨ªa de antenas uni¨® nuestros destinos durante media hora y desde entonces estamos condenadas a saludarnos. Antes de habitar su apartamento, Updata lo someti¨® durante un a?o a sonoras reformas, incomprensibles para m¨ª, pues el apartamento era nuevo por estrenar y con lujosos acabados, pero ella se neg¨® a estrenarlos y los arranc¨® de cuajo, as¨ª que diariamente me dec¨ªa a m¨ª misma a grito pelado: "?Para cu¨¢ndo una ley que impida reformar lo nuevo?". Al fin se instal¨®. Pero aunque trabaja fuera todo el d¨ªa, los ruidos no cesan: su asistenta es una obsesa que lija y pule el parqu¨¦ a diario, y hasta dudo de que sea una asistenta, y hasta temo verla aparecer cualquier d¨ªa por un agujero del techo previa ducha de sangre a lo Doble cuerpo, de Brian de Palma. Cuando sub¨ª por lo de la aver¨ªa, pude comprobar que el apartamento est¨¢ en efecto muy aseado, a la par que globalizado, es decir, las reformas lo han dejado todo a la vista salvo el ba?o. Por esa misma ausencia de tabiques, constat¨¦ que Updata no ten¨ªa libros en soporte papel o, si los ten¨ªa, se avergonzaba de ellos. Esta ¨²ltima posibilidad se esfum¨® al percatarme de que, sin pudor alguno, exhib¨ªa el Diario de Bridget Jones, que sobre un muro bajo el cristal (pues estantes para libros no ten¨ªa) se ergu¨ªa asido por sendos sujetalibros como si esperara compa?¨ªa. Me pareci¨® una gran casualidad, como si todo apuntara hacia un mismo sitio. Pero ?qu¨¦ sitio? Supe que durante las reformas hab¨ªa estado en USA ejecutando cosas en una empresa de tecnolog¨ªa punta. Pertenec¨ªa a este tipo de forofos del buen rollo americano, esos que dicen que all¨ª te valoran por lo que haces y no por lo que eres. Si les mencionas los 20 millones de ni?os que en USA viven bajo el l¨ªmite de la pobreza, o los cientos de detenidos en las manifestaciones antiglobalizadoras, te miran como mirar¨ªa un ferviente macartista a una ingenua v¨ªctima de la p¨¦rfida propaganda comunista. Por todo ello, al verla en Sephora (no nos saludamos, pues ella hablaba con su m¨®vil y yo conmigo misma, aunque he adquirido la costumbre de apretarme las dos orejas con las manos para no llamar tanto la atenci¨®n), me dije: "Que Updata est¨¦ aqu¨ª es sin duda un indicio para resolver el enigma de las cestas. Pero una golondrina no hace verano ?D¨®nde est¨¢n las dem¨¢s?".
La resoluci¨®n del enigma. Y por fin, gracias a los cronistas de este diario, aparecieron m¨¢s golondrinas. En primer lugar, Garc¨ªa Posada dise?a un tel¨®n de fondo para el fen¨®meno en su art¨ªculo Apocalipsis blanco, referido a una red sembrada de analfabetos funcionales que no leen libros, s¨®lo mensajes (aunque creo que ocasionalmente pueden leer algun libro ameno, como los de Helen Fielding o Melissa Bank). Poco despu¨¦s, doy con la interesante caracterizaci¨®n de las hijas de Helen Fielding, de Empar Moliner. Pero lo que me proporcion¨® un alivio definitivo fue la cr¨®nica Optimistas sin causa, donde Ignacio Vidal-Folch se atreve a darles un nombre en mi opini¨®n inmejorable: generaci¨®n Amena. Ahora ya puedo entrar en Sephora sin sentir aquella inquietud tan rara, debida a la incomprensi¨®n de un fen¨®meno que se me escapaba. Y se me escapaba porque las golondrinas Amena son m¨¢s bien transparentes (no como los antiguos pijos) y adem¨¢s muy limpias. Estanter¨ªas, no tienen. Pero, a cada momento, les crecen repisas nuevas.
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