Peregrinaci¨®n a Santiago

Volvimos a entrar en el nuevo Hospital Cl¨ªnico Universitario de Santiago. Esta vez no por el servicio ca¨®tico de urgencia, fuimos a eso de las once a radiolog¨ªa pedi¨¢trica. All¨ª hab¨ªa ni?os desde dos meses hasta adolescentes esperando por una simple radiograf¨ªa. El mostrador quedaba en una amplia zona en donde recog¨ªan los volantes dos o tres personas ajenas a un pasillo de la izquierda, con asientos repletos de ni?os con sus padres. Enfrente existen puertas numeradas, pero se entraba s¨®lo por dos de ellas; mientras, las impacientes criaturas, cansadas de mirar los improvisados dibujos de las paredes, corr¨ªan por el pasillo sin parar. All¨¢, de tarde en tarde, sal¨ªa alguien contento, pues, ?hubiera suerte!, las radiograf¨ªas estaban bien. Nada que objetar de los eficac¨ªsimos funcionarios, que, con seguridad, hicieron en aquella jornada mucho y sin parar. Nosotros salimos a las dos y media con la peque?a, sin almorzar, y con la esperanza de tener pronto la placa en nuestro centro m¨¦dico. Y por qu¨¦ no ha de haber un servicio similar en los actuales centros de salud en lugar de hacer unos 35 kil¨®metros de peregrinaci¨®n a la Compostela de los m¨¦dicos. No todos pueden acudir a una cl¨ªnica privada y pagar unas 1.500 pesetas por radiograf¨ªa. Y de los pacientes m¨¢s peque?os qui¨¦n se acuerda.Denuncio y protesto ante los responsables de este servicio p¨²blico por ¨¦ste y otros hechos que me callo en nuestro reci¨¦n inaugurado centro hospitalario.- .