MEDIO AMBIENTE Ciudades sostenibles JAVIER MARCOTEGUI ROS
Sostiene el autor que sin un conocimiento de la realidad y una colaboraci¨®n de todos,
la ciudad del futuro nunca ser¨¢ ecol¨®gica.
La necesidad de conservar el medio ambiente va perfil¨¢ndose, afortunadamente, al menos en el horizonte de Europa, como principio ordenador de toda actividad humana con incidencia en el medio natural.La cuesti¨®n m¨¢s espinosa sobre la que se ha avanzado en menor medida es determinar qu¨¦ h¨¢bitos de conducta individual y social debemos desarrollar para conseguir el objetivo de integraci¨®n de nuestra actividad en las estructuras del ecosistema.
Con cierta frecuencia manifestamos una conducta contradictoria, sobre todo en el orden individual. Nos sentimos respetuosos con el medio, pero demandamos m¨¢s y m¨¢s recursos del mismo. Inventamos conceptos medioambientales de ordenaci¨®n, aunque nos conducimos al margen de ellos. Puede ser el caso de la ciudad sostenible y la moda de vivir en ciudades horizontales.
Este tipo de urbanizaciones pretende, y vende, una integraci¨®n en el medio y un respeto al mismo. Oculta, sin embargo, que requiere de infraestructuras urbanas menos eficientes (agua, saneamiento, electricidad ...) en la medida que sirve a una menor poblaci¨®n con pr¨¢cticamente igual coste, que consume un recurso limitado y no renovable, como es el suelo, y que crea la necesidad del uso del coche como medio de transporte urbano. A su vez, perjudica el contacto y la comunicaci¨®n, sentido ¨²ltimo de la ciudad. La incomunicaci¨®n fomenta, de forma parad¨®jica, actividades de ocio ruidosas, indebidamente ubicadas en las zonas residenciales de la ciudad.
Vaya por delante que ninguna ciudad es sostenible por s¨ª misma. Desde la perspectiva ecol¨®gica se ha definido a la ciudad como "un ecosistema cuya principal peculiaridad reside en la necesidad de contar con grandes recorridos horizontales de los recursos de agua, alimentos, energ¨ªa y combustibles, capaces de explotar otros ecosistemas lejanos y provocar importantes desequilibrios territoriales". La ciudad no es un ecosistema cerrado y no puede dejar de ser considerada, desde la perspectiva natural, sin tener en cuenta el entorno que la alimenta. La sostenibilidad solamente puede ser predicada conjuntamente entre la ciudad y su entorno. Es necesario conocer qu¨¦ superficie del territorio tiene capacidad para abastecer la ciudad y retornar los residuos que genera. Nace as¨ª el concepto t¨¦cnico de "huella ecol¨®gica".
Esta "huella" es inmensa y hay que reducirla si queremos alcanzar ciudades sostenibles. Navarra se encuentra elaborando lo que supone la "huella ecol¨®gica" para su territorio. Por poner algunos ejemplos, la "huella ecol¨®gica" de Bilbao es 281,7 veces superior a la superficie de su casco urbano y la de Barcelona, 460,7. Son niveles ecol¨®gicamente inasumibles por la naturaleza. La "huella" de cada ciudadano en Espa?a era, en diciembre de 1997, de 3,8 Ha/hab/a?o, de 7,7 Canad¨¢ y de m¨¢s de 10 en EEUU.
No obstante, tenemos que hablar de la ciudad sostenible para fomentar pr¨¢cticas de sostenibilidad. La ciudad es un hecho y la sostenibilidad (desarrollo sostenible) va m¨¢s all¨¢ de lo meramente ecol¨®gico: es el resultado del encuentro equilibrado de lo ecol¨®gico y lo econ¨®mico y social.
En estos momentos, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial vive en ciudades, quiz¨¢ se alcance el 70% en las pr¨®ximas d¨¦cadas; asistimos a un constante y progresivo proceso de fagocitosis de n¨²cleos urbanos peque?os por los grandes que generan metr¨®polis. Las ciudades utilizan las 3/4 partes de los recursos, el 75% de la energ¨ªa total consumida, y s¨®lo su ejecuci¨®n y mantenimiento distrae el 40% de los materiales de construcci¨®n utilizados, el 33% de la energ¨ªa y produce el 50% de las emisiones y residuos.
El transporte representa el 30% del consumo energ¨¦tico de los pa¨ªses desarrollados, con tendencia muy clara hacia el crecimiento. Hay que a?adir, adem¨¢s, los efectos intr¨ªnsecos derivados del transporte privado: la contaminaci¨®n de CO, CO2, NOx, S
2, el nivel de ruido, los espacios de aparcamiento necesarios... El coche es una m¨¢quina ineficiente y alcanza una relaci¨®n impropia entre la energ¨ªa consumida y las personas desplazadas. El coche nos ha desplazado de la calle, si no lo ha hecho ya de la ciudad. Si la observ¨¢ramos con cierta lejan¨ªa f¨ªsica y personal, concluir¨ªamos que se ha convertido en un gran aparcamiento. Las necesidades de circulaci¨®n de los veh¨ªculos hipotecan todos los dem¨¢s usos sociales, y llegan a afectar seriamente las condiciones de vida y el trabajo de los ciudadanos.El 40% de la energ¨ªa consumida por las ciudades europeas es imputable a los edificios. El dise?o, la orientaci¨®n, la iluminaci¨®n, la ventilaci¨®n y la construcci¨®n de edificios deben ser imaginados para conseguir menores consumos energ¨¦ticos. Estos deber¨ªan concebirse con la inercia t¨¦rmica suficiente para amortiguar convenientemente las variaciones exteriores. Ciudades bioclim¨¢ticas, ecociudades, deben ser t¨¦rminos comunes.
La recogida selectiva de basuras, la valorizaci¨®n de los residuos urbanos, la depuraci¨®n de las aguas residuales, el procesamiento adecuado de los residuos t¨®xicos y el ahorro en el consumo de agua deben ser pr¨¢cticas habituales. El crecimiento sin l¨ªmite constituye el pasado, el reciclaje permanente es el nuevo principio que sustituye al de crecer, usar y tirar.
Es necesario que los planeamientos urban¨ªsticos de nuestras ciudades vayan considerando estas cuestiones, integrando objetivos e indicadores ambientales, no s¨®lo socioecon¨®micos. Debemos buscar la mayor eficiencia energ¨¦tica de los edificios, la disminuci¨®n del transporte privado en beneficio del p¨²blico, el ahorro de agua, el reciclaje de los residuos y la eliminaci¨®n de ruidos para aumentar el bienestar.
Algunos instrumentos formales est¨¢n a nuestro alcance: el desarrollo de la Agenda Local 21, la Carta Aalborg de Ciudades Sostenibles, el programa de Buenas Pr¨¢cticas de Habitat II y el Plan de Acci¨®n de Lisboa.
No obstante, la pieza fundamental reside en el ciudadano. Resulta muy complejo el conocimiento de la realidad global, el dise?o y la aplicaci¨®n de soluciones. Sin embargo, lo es mucho m¨¢s darlo a conocer a la poblaci¨®n, agente principal de la contaminaci¨®n del medio, si no se est¨¢ dispuesta a soportar los costes medioambientales de su actividad. Es necesario interiorizar estos costes en la industria y en la conciencia ciudadana. Se ha dicho que "la forma y el c¨®mo funciona un habitante influye mucho en el medio ambiente del que forma parte". Sin su colaboraci¨®n la ciudad no ser¨¢ ecol¨®gica.
Javier Marcotegui Ros es consejero de Medio Ambiente, Ordenaci¨®n del Territorio y Vivienda del Gobierno de Navarra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.