El juicio contra los dos libios acusados del atentado de Lockerbie comienza hoy
Los familiares de las 270 v¨ªctimas mortales del vuelo 103 de Pan Am cre¨ªan que el d¨ªa del juicio jam¨¢s iba a llegar, pero hoy, despu¨¦s de m¨¢s de 11 a?os obsesionados con la b¨²squeda de la verdad, ver¨¢n sentarse en el banquillo de los acusados, en la antigua base militar estadounidense de Camp Zeist, en el centro de Holanda, a los dos libios denunciados por la fiscal¨ªa escocesa de ser los responsables materiales del atentado: Abdel Basset al Megrahi, de 48 a?os, y Al Amin Jalifa Fahima, de 44.
Los dos libios fueron acusados en noviembre de 1991 por fiscales escoceses y estadounidenses de colocar un artefacto con explosivo Semtex en el jumbo de Pan Am que estall¨® en el aire, a 9.500 metros de altura, 38 minutos despu¨¦s de despegar de Londres con destino a Nueva York el 21 de diciembre de 1988, y cay¨® sobre la localidad escocesa de Lockerbie causando la muerte a 259 pasajeros, en su mayor¨ªa norteamericanos, y a 11 personas en tierra. Camp Zeist, una antigua base a¨¦rea de la OTAN en Holanda, rodeada de bosques, se ha convertido ahora en territorio de exclusiva jurisdicci¨®n escocesa y en el centro de una febril actividad con la llegada de los familiares de las v¨ªctimas y de cientos de periodistas.
180.000 pruebas
La fiscal¨ªa, que en su investigaci¨®n entrevist¨® a 15.000 testigos y recogi¨® 180.000 pruebas materiales, asegura que los dos presuntos autores del atentado eran agentes del servicio secreto de Libia que escondieron el explosivo en un radiocasete colocado en un malet¨ªn Samsonite facturado en Malta con destino a Londres para ser embarcado luego en el vuelo 103 de Pan Am siniestrado.
Los dos presuntos culpables, que alegaron su inocencia al ser entregados por Libia hace un a?o a Holanda, mantienen que s¨®lo eran empleados de las l¨ªneas a¨¦reas de Libia en Malta, que no eran agentes del servicio secreto de Gaddafi y que "asesinar inocentes" choca con sus "principios isl¨¢micos m¨¢s fundamentales".
La entrega de los dos acusados fue el resultado de casi una d¨¦cada de sanciones econ¨®micas impuestas a Libia e intensas negociaciones diplom¨¢ticas que incluyeron la intervenci¨®n de Nelson Mandela, adem¨¢s de m¨²ltiples esfuerzos privados de los familiares de las v¨ªctimas. Los dos libios, instalados ahora en la c¨¢rcel de Camp Zeist -la m¨¢s cara del mundo considerando que s¨®lo tiene dos reclusos-, gozan de un r¨¦gimen de prisi¨®n con beneficios especiales negociados en su entrega, como una sala especial para oraciones orientada hacia La Meca, una dieta alimenticia especial que excluye el cerdo, televisi¨®n en ¨¢rabe, paseos y ejercicios al aire libre y la visita de familiares y abogados defensores.
Entre los familiares de las v¨ªctimas hay unanimidad en torno a que el veredicto que sea emitido en este proceso no pondr¨¢ punto final al caso Lockerbie, un laberinto judicial envuelto en teor¨ªas de variadas conspiraciones que incluyen la participaci¨®n de Ir¨¢n y la cooperaci¨®n de Siria en el atentado. "Si son encontrados culpables, quedar¨¢ claro que nos enfrentamos a un caso de puro terrorismo de Estado", dice Burt Ammerman, cuyo hermano Thomas viajaba en el vuelo 103. "Si no se demuestra su culpabilidad, tendremos que preguntarnos entonces qui¨¦n lo hizo", a?ade.
Escepticismo
Ammerman, director de una escuela secundaria en Nueva Jersey, ha dedicado sus ¨²ltimos 11 a?os al "activismo pol¨ªtico para buscar la verdad". "No creo que se haga verdadera justicia, porque Muammar el Gaddafi es un dictador que jam¨¢s ser¨¢ presentado ante la justicia. Si se persigue a un dictador como ¨¦l, otros dictadores en otro lugar del mundo pueden ser los pr¨®ximos, y la comunidad internacional no est¨¢ preparada para ello", advierte. Ammerman, que fue presidente de la asociaci¨®n de familiares de las v¨ªctimas estadounidenses del vuelo 103 durante los primeros cinco a?os siguientes a la tragedia, ha afrontado desde entonces "un desaf¨ªo detr¨¢s de otro". Su actividad "fue una forma de mitigar el dolor de la p¨¦rdida", y ahora, cuando comienza el proceso, siente que ha logrado "cumplir el objetivo". "Tengo que ver a los dos acusados en la sala del tribunal. Ellos sabr¨¢n que estar¨¦ all¨ª, y sabr¨¢n que estoy all¨ª por mi hermano", concluye Ammerman.
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