McLuhan con boina
?Por qu¨¦ est¨¢ siempre enfadado Arzalluz? Circulan dos teor¨ªas, la m¨¢s amable de las cuales, defendida por un antiguo amigo suyo, es que no se siente a gusto en su papel; que la imagen de s¨ª mismo con la que se identifica es la del diputado que hace 20 a?os dej¨® el Parlamento para dar la batalla dentro del partido contra los sabinianos -aquel sector ultranacionalista que le llamaba renegado y comunista- y no la del Arzalluz sabiniano actual.La agudizaci¨®n de su mal humor en los ¨²ltimos tiempos tendr¨ªa que ver con el hecho de ser consciente de estar ocultando que su partido s¨ª estaba condicionado por un pacto secreto con ETA. Que esta organizaci¨®n ocultase a su vez su respuesta a las "especificaciones" del PNV revela la mala fe de ETA, pero no cambia lo fundamental porque las matizaciones del texto no cuestionan los dos puntos propuestos, sino las modalidades y ritmos de aplicaci¨®n. No se trata de creer a ETA -que tambi¨¦n miente cuando cree que le conviene, como cuando neg¨® su participaci¨®n en el atentado de la calle del Correo-, sino que as¨ª lo admite textualmente la respuesta del PNV: "Se nos ha propuesto y hemos firmado un acuerdo para dar paso a una nueva etapa" [de superaci¨®n de la existencia de "dos estrategias irreconciliables"]. Y, sobre todo, que durante todos estos meses ha actuado conforme a ese gui¨®n
Al PNV le ha pasado lo que a aquel personaje de Woody Allen que peroraba con gran aplomo sobre el verdadero pensamiento de McLuhan a la puerta de un cine. Hasta que aparece Marshall McLuhan en persona y le dice: "Usted no ha entendido nada de mi trabajo, tergiversa todo mi pensamiento". Aqu¨ª hab¨ªa muchos que juraban por la irreversibilidad de la tregua y gastaban sarcasmos contra quienes dec¨ªan que era una trampa; hasta que ha venido ETA a decir que, por supuesto, una trampa, y no un proceso de paz.
Esto ha sido interpretado como una confirmaci¨®n de que ETA va ahora a por el PNV: a intentar perjudicarle, golpe¨¢ndole donde m¨¢s le duele, para favorecer su desalojo de la casa del padre. Es una vieja idea de la generaci¨®n fundacional de ETA: el nacionalismo puro de Arana hab¨ªa sido convertido en autonomismo por unos burgueses m¨¢s atentos a sus negocios que a la libertad patria; ha llegado la hora de arrebatarles la bandera nacional para llevarla hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Esa idea, alimentada por la falta de libertades del franquismo, se revel¨® inoperante en la democracia, que puso de manifiesto el persistente pluralismo de la sociedad vasca. El Arzalluz de entonces comprendi¨®, frente a los sabinianos ortodoxos, que no hab¨ªa soluci¨®n democr¨¢tica fuera de un marco auton¨®mico en el que pudieran reconocerse tanto los nacionalistas como los vascos que no comparten esa fe.
Pero el bajonazo de ETA ha sido considerado por algunos nacionalistas y allegados la prueba definitiva de que lo que quieren los terroristas es favorecer la victoria electoral del PP. El mensaje impl¨ªcito es que la estrategia de populares y socialistas de intentar la alternancia llevando a Ajuria Enea a un candidato no nacionalista supone hacer el juego a ETA. Los compa?eros de ruta advierten del riesgo de que esa hip¨®tesis favorezca la ruptura definitiva del PNV con las instituciones; que boicotee el Estatuto y se tire al monte.
Desde luego, ser¨ªa grave que unas instituciones creadas para favorecer la integraci¨®n de los nacionalistas sean abandonadas por ellos y ocupadas por quienes no lo son. Es un riesgo a tener en cuenta. Pero no ser¨ªa democr¨¢tico convertirlo en un veto a la alternancia. La experiencia de un Gobierno no nacionalista es la rev¨¢lida que les queda por pasar a las instituciones vascas para acreditarse como nacionales (y no s¨®lo nacionalistas): que los ertzainas obedezcan a un lehendakari del PP o del PSOE, y que la telev¨ªsi¨®n vasca deje de tratar a esos partidos como extranjeros -"de obediencia espa?ola"- ser¨ªa un avance considerable hacia la normalidad democr¨¢tica. Adem¨¢s, el riesgo de que se vayan al monte se ve atemperado por el clientelismo. Una cosa es arengar en una campa y otra poner en riesgo la presencia de parientes, amigos y conocidos en los miles de empleos que dependen de las diputaciones y el Gobierno vasco. ?lava prueba que no pasa nada por que dejen de mandar los nacionalistas. Excepto que algunos piden explicaciones, (lo que ser¨ªa la otra posible raz¨®n del malhumor de Arzalluz).
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