"T¨² no 'sabe ingl¨¦"
Uno de los poemas antiyanquis de Nicol¨¢s Guill¨¦n (hubo malvados que le llamaron Guill¨¦n el malo, siendo el bueno el espa?ol, don Jorge) representaba un di¨¢logo en el que alguien se re¨ªa de los cubanos que sabiendo de todo no sab¨ªan ingl¨¦s: t¨² que tanto sabes, "t¨² no sabe ingl¨¦, V¨ªtor Manu¨¦". Le pusieron m¨²sica, lo cantaron en los paraninfos y re¨ªmos la parodia en la ¨¦poca en que no sab¨ªamos que no saber ingl¨¦s era tambi¨¦n nuestro drama. El otro d¨ªa el actor norteamericano Billy Cristal se mof¨® de Pedro Almod¨®var, el cineasta espa?ol, porque en la ceremonia de los Oscar ¨¦ste no hab¨ªa pronunciado bien las palabras contadas que le tocaban. Julio Ortega, profesor de literatura en la Universidad norteamericana de Brown e inspirador del programa Trasatl¨¢ntico, que pretende unir a profesores de espa?ol en Estados Unidos con profesores espa?oles para divulgar mejor nuestra lengua all¨ª donde prospera, cont¨® el otro d¨ªa en Casa de Am¨¦rica que esa mezquindad protagonizada por Cristal es reveladora de un estado de la cuesti¨®n. "T¨² que sabe has¨¦, Almod¨®var, si t¨² no sabe ingl¨¦". ?Y Billy Cristal? ?Habla espa?ol? Seg¨²n se desprende de lo que se oy¨® estos d¨ªas en Madrid es posible que lo necesite muy pronto para pedir una pizza en Nueva York o en Los ?ngeles, para pedir el ticket del metro en Chicago, para circular por la vida e, incluso, por los plat¨®s de Hollywood.Porque ellos creyeron que el ingl¨¦s ser¨ªa la lengua avasalladora y ya les est¨¢ saliendo el tiro por la culata. ?De veras? Hay datos, dicen, que llevan al optimismo sobre la lejana pero posible equiparaci¨®n de las lenguas. Por lo menos, ya nadie, pronto, se burlar¨¢ de Almod¨®var por hablar mal ingl¨¦s o se reir¨¢ del negro cubano porque no se sabe expresar en la lengua privilegiada de William Faulkner. Ahora mismo, en Nueva York, hablar ingl¨¦s es tan ¨²til como hablar espa?ol; la profesora Doris Sommer, que recopila chistes en los que se confunden las dos lenguas en Estados Unidos, dijo algo verdadero sobre Nueva York, y que funciona como un chiste. El chiste reza as¨ª: "?Saben ustedes qu¨¦ es lo mejor de Nueva York? No, no lo sabemos. Pues lo mejor de Nueva York es que est¨¢ muy cerca de Estados Unidos". En Nueva York, en Florida, en Chicago... ya no s¨®lo es la lengua espa?ola la que se va abriendo paso, se le pega a los candidatos a presidente de los Estados Unidos, impregna las ediciones de los diarios, se sit¨²a en las estanter¨ªas y se convierte en necesidad ineludible del biling¨¹ismo, sino que esa influencia empieza a ser social y arrolladora. Carlos Fuentes lo cont¨® muy gr¨¢ficamente: la salsa mexicana est¨¢ desplazando al ketchup... Para hablar como un neoyorquino, dijo una vez reciente The New York Times, aprenda espa?ol, y est¨¢n aprendiendo, a marchas forzadas. Fernando Rodr¨ªguez Lafuente, el din¨¢mico y espl¨¦ndido director del Instituto Cervantes, explic¨® que esa capital norteamericana -tan cercana a Estados Unidos- ha reclamado recientemente 600 profesores de espa?ol, y la industria de la ense?anza de nuestra lengua sigue en alza all¨ª y en la mayor parte de los Estados de la Uni¨®n...
?Falsas ilusiones? Los profesores espa?oles que presentaron en Madrid su programa parec¨ªan sinceramente optimistas; Juan Luis Cebri¨¢n, acad¨¦mico espa?ol, cont¨® que Bill Gates hab¨ªa llegado una ma?ana a la instituci¨®n a la que ¨¦l pertenece, se hab¨ªa reunido con V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha y con sus compa?eros de corporaci¨®n acad¨¦mica y hab¨ªa decidido que el diccionario espa?ol deb¨ªa ser una parte esencial de la oferta de Microsoft... La vida de la lengua, vinieron a decir todos, est¨¢ tan fresca y tan lozana que ya permite la introducci¨®n de vocablos for¨¢neos sin que se rompan los cimientos; lo que hay que hacer es cuidarla, saber, pero no situarse a la defensiva; Cebri¨¢n record¨® la an¨¦cdota de un presidente colombiano, hallado in fraganti con su secretaria por su propia esposa: "Estoy sorprendida", y el marido hallado en falso le reconvino: "Querida, el sorprendido soy yo, t¨² estar¨¢s estupefacta". Pues eso, hablar bien la lengua, para exportarla con salud, y para implantarla, all¨ª donde ya se habla, con la seguridad que da tener un idioma con tradici¨®n y con fuerza, para que cuando alguien diga "t¨² no sabe ingl¨¦" uno tenga la respuesta en la punta de la lengua.
Babelia
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