?Por fin la izquierda?.
Para la izquierda europea ¨¦ste ha sido un Primero de Mayo confuso, violento, esperanzador. Confusi¨®n nacida de la aton¨ªa pol¨ªtica de las fuerzas progresistas, de la vigencia del pensamiento ¨²nico y de la primac¨ªa de los viejos planteamientos institucionales; violencia, resultado de la frustraci¨®n e impotencia del mundo del trabajo condenado a elegir entre la precariedad y el paro; esperanza por la minoritaria pero en¨¦rgica voluntad de salir de ese pozo.Confusi¨®n que ha encontrado en Roma, de la mano del papa Juan Pablo II, ese extraordinario vendedor, su m¨¢s brillante expresi¨®n. Pues el Papa no s¨®lo ha conseguido apropiarse en exclusiva de la Fiesta del Trabajo y jubilear globalmente a todos los trabajadores, sino que se ha constituido, con el aval de los tres grandes sindicatos italianos, en protagonista principal de sus reivindicaciones y expectativas. Ritualidad en el desfile masivo de Hannover y en las promesas al aire del canciller Schr?eder y de los l¨ªderes sindicalistas sobre la disminuci¨®n del paro y la mejora de las condiciones laborales que sonaban tan a m¨²sicas pasadas. Combatividad en Hamburgo, Berl¨ªn, Londres, Zurich y otras ciudades de Europa, donde grupos reducidos de 1.000 a 5.000 personas han organizado manifestaciones que nos vienen de los modos y pr¨¢cticas de las luchas urbanas. Un conglomerado de organizaciones neosituacionistas, radicalecologistas, anarquistas, marxistas, internacionalistas, enarbolando los colores verde-rojo-negro y reivindicando la desobediencia ciudadana, han alborotado el per¨ªmetro de Trafalgar Square y han lanzado la guerrilla jardinera.
A estas acciones de contestaci¨®n del capitalismo mundializado, entusiasta y voluntariamente ca¨®ticas, que se quieren continuadoras de las de Seattle, Washington y Dakar, se han a?adido innumerables debates a la b¨²squeda de propuestas alternativas. La asociaci¨®n People's Global Action, que comienza a coordinar a numerosos grupos radicales, y la iniciativa de Pierre Bourdieu de poner en ¨®rbita un gran movimiento social europeo intentan asentar estas m¨²ltiples emergencias en un marco conjunto. ?Es posible? El soci¨®logo franc¨¦s, en el manifiesto que public¨® el Primero de Mayo, nos invita a participar en los Estados Generales que tendr¨¢n lugar en las pr¨®ximas semanas (informaci¨®n en www.raisons.org). Su prop¨®sito es elaborar una carta que fundamente te¨®rica y pol¨ªticamente su existencia y establezca las bases de su estructura internacional. Sus ejes centrales son la resistencia al dogma del beneficio, la descalificaci¨®n del credo de la mercantilizaci¨®n de la realidad que impone la mundializaci¨®n neoliberal, la impugnaci¨®n del principio que pretende que las actuales condiciones econ¨®micas del trabajo exigen la precariedad del empleo, el combate por la igualdad como derecho humano. Le acompa?an en la convocatoria la avanzadilla del mundo sindical -la confederaci¨®n campesina, los n¨²cleos m¨¢s innovadores de la SUD y la CGT en Francia, de IG Metall en Alemania, de la CGIL en Italia- y algunas de las asociaciones m¨¢s comprometidas en la lucha antisistema -parados, antiOMC, etc¨¦tera-.
?Puede todo ello desembocar en la izquierda social y pol¨ªtica del siglo XXI? S¨®lo se destruye lo que se sustituye. La sola contestaci¨®n sin propuestas gradual y sucesivamente operativas se autoconsume en su propia agitaci¨®n. De ah¨ª la urgencia de repensar la idea de progreso y sus estrategias. ?Qu¨¦ papel puede tener la sociedad civil global en la gobernaci¨®n del mundo? ?C¨®mo regular primero el mercado mundial y sustituirlo luego por un mundo que no agote su raz¨®n de ser en el intercambio comercial? ?C¨®mo devolverle a la gente la confianza en lo p¨²blico y com¨²n, la voluntad de participar?
No parece que la soluci¨®n est¨¦ en crear macroinstancias coordinadoras sino en reforzar la constelaci¨®n de acciones concretas que persiguen objetivos espec¨ªficos y relevantes. La convergencia de sus resultados puede ser el z¨®calo que se reclama. ?Cabe, por ejemplo, multiplicar el modelo de la asociaci¨®n ATTAC y de su lucha contra la especulaci¨®n financiera? Tal vez ¨¦sa sea la v¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.