Babel
No es grande mi acuerdo con fray Mart¨ªn Sarmiento, el fiel defensor de Feijoo, cuando explic¨® c¨®mo el castigo de Babel consisti¨® en que si alguien, pongamos el capataz de la c¨¦lebre Torre, ordenaba a un pe¨®n que puliese un pedrusco, el pobre esclavo se quitaba una sandalia; y si ¨¦ste ped¨ªa el botijo al vecino de andamio, recib¨ªa un caldero. Tal teor¨ªa expone bien el porqu¨¦ del derrumbe de aquella famosa m¨¢quina: el cielo pudo haberla destruido de un h¨¢lito, pero prefiri¨® que mediara el lenguaje. No obstante, si fray Mart¨ªn tuviera raz¨®n, habr¨ªa habido tantas lenguas como babilonios, con la consiguiente y sobrecogedora cat¨¢strofe humanitaria. Pero la damnaci¨®n no fue tan dura: dividi¨® a los hablantes en grupos de id¨¦ntica lengua, y los enfrent¨®, rompi¨¦ndose as¨ª el monoling¨¹ismo que el Para¨ªso hab¨ªa legado al mundo, ya fuera el s¨¢nscrito ese idioma ¨²nico, como han pensado notables eruditos, ya fuese el euskera seg¨²n opiniones no menos autorizadas. Pero la desgracia qued¨® ampliamente compensada por una ventura: el germen de los nacionalismos.Es en nuestros d¨ªas cuando fray Mart¨ªn tendr¨ªa raz¨®n, porque se ve amanecer la posibilidad de que cada humano posea su propio idioma, apart¨¢ndose del de la tribu: cada vez es mayor el n¨²mero de quienes emplean las palabras seg¨²n su ocurrencia, lo cual anuncia que al espa?ol va a sucederle otro idioma: el guirigay.
Por ese mal camino ha entrado ya de lleno el adjetivo culpable. Para todo habitante de esta lengua nuestra, culpable es la persona que tiene culpa, y culpa es, a su vez, la falta o delito que se ha cometido o se imputa. En nuestros d¨ªas culpable puede ser cualquier hombre o mujer que cometan lo dicho, pero tambi¨¦n los autores de hechos laudables y ben¨¦ficos; as¨ª, seg¨²n sentencia del entrenador del Real Madrid, el portero Casillas "ha sido uno de los culpables de que estemos en los cuartos". De final de Copa, se entiende, que es estaci¨®n de paso hacia la gloria. Resulta muy probable el origen lit¨²rgico de semejante traslaci¨®n: un himno religioso de estos d¨ªas pasados pone m¨²sica a un trozo de una homil¨ªa de san Agust¨ªn donde se califica de felix la culpa de Ad¨¢n, porque gracias a ella pudo acontecer la Redenci¨®n. As¨ª, pues, aunque infinitamente menor, es feliz la culpa de ese joven arquero. El cual ha merecido ser calificado, por su calidad, de muy valeroso, en dictamen emitido por uno de los infinitos p¨ªndaros que invaden noche y d¨ªa el espacio radioel¨¦ctrico.
Pero no es menos bab¨¦lico el lenguaje taurino, que, ¨¦l mismo, fue anta?o milagro de gracia torera, y ahora, con creciente frecuencia, se despacha con bajonazos al costillar del idioma. Sin ir m¨¢s lejos, cuando se ha dicho hace poco que, en la Maestranza, el toro insufl¨® una cornada grave a un matador. ?Qu¨¦ sorpresa la de ese deslenguado si alguien le informa de que insuflar es, como define inapelablemente el Diccionario, 'introducir a soplos un fluido en un ¨®rgano o en una cavidad'! El infolio no habla para nada de los cuernos, ni se sabe que el toro los hinque a soplidos.
El cambio de gobierno ha hecho so?ar a algunos con que a¨²n es posible reanimar el macilento sistema docente (?recuerdas, querido Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, cuando te anunci¨¦ que la reforma nos mandaba a la cuneta, al menos en lo atingente a lo poco que s¨¦?). El caso es que plumas ilusionadas con tal bienaventuranza, proponen remedios propios del 6 de enero. Una de esas recetas reconstituyentes pide que, en unos planes nuevos de estudio, se obligue "a los alumnos a consumar algunas actividades obligatorias". Ah, qu¨¦ bien si al infeliz arbitrista le hubieran obligado a copiar veinte veces el diccionario desde la primera palabra hasta la ¨²ltima, zuz¨®n, ¨²til vocablo, que, como sabemos, designa la conocida hierba emoliente.
He aqu¨ª que a un joven escritor le ha tocado ya su primer premio literario, y es entrevistado por televisi¨®n. La entrevistadora -no es machismo: era una mujer- le hace la pregunta de rigor, pero as¨ª: "Y ?a cu¨¢nto ascienden los emolumentos del premio?". No puede haber prueba m¨¢s contundente de nuestro viaje a Babel: emolumento o 'retribuci¨®n que se percibe por un trabajo acordada con quien paga' es tanto como dar caldero por botijo, seg¨²n hizo con toda probabilidad aquel alarife del frustrado torre¨®n. Lo malo de la cosa es que el barbipungente galardonado entr¨® al trapo y le inforni¨® de a cu¨¢ntas pesetas/euros ascend¨ªan esos emolumentos.
Otra piltrafa que hace temer un desastre como el b¨ªblico es el empleo que se est¨¢ haciendo de la locuci¨®n prepositiva en aras de. La cual significa 'en honor o beneficio de algo o alguien'. No lo entend¨ªa as¨ª el innovador analista del mundo del f¨²tbol que, explorando la clasificaci¨®n de los clubes, recomendaba al Atl¨¦tico que se echase alante (sic) en los tres partidos que restaban (sic) en aras de no despe?arse en la Segunda Divisi¨®n. Es uso que responde al machaqueo con que hoy se tunde el sistema de nuestras viejas preposiciones. En este caso, se da un empell¨®n a para y se mete en aras de; igualmente que, lo he dicho muchas veces, por la v¨ªa de suple a mediante, a trav¨¦s de jubila a por ("entraron a trav¨¦s de una ventana"), a se sustituye por sobre en el lenguaje del f¨²tbol ("el ¨¢rbitro pita falta sobre Sergi", lo cual sugiere la insidiosa sospecha acerca de qu¨¦ estar¨ªa haciendo ese se?or encima de Sergi); este sobre aqu¨ª excedente se escamotea a favor de en torno a ("habr¨¢ conversaciones en torno a la pesca"); y multitud de casos m¨¢s, a los que debe sumarse el andrajo en aras de.
Pero la cima de este desprop¨®sito babil¨®nico tal vez se encuentre en el peri¨®dico de una lejana ciudad que, al tratar de las minas antipersonales, asegura que este armamento militar ha sesgado y sesga la vida de miles de civiles". Dar el nombre de armamento (es decir, conjunto de armas) a las minas antipersonales es tan corrosivo para el idioma como llamar efectivos (esto es, conjunto de soldados o polic¨ªas con su material belicoso) s¨®lo a esas personas. Por cierto, alguien me ha rega?ado por dardear tal uso, dado que el diccionario ofrece otra acepci¨®n de efectivos: "N¨²mero de hombres que tiene una unidad militar, en contraposici¨®n con la plantilla que le corresponde". Pero, cuando se dice "la tropa desplazada a Kosovo est¨¢ formada por mil quinientos efectivos", lo que se quiere decir es otra cosa.
En la informaci¨®n figura tambi¨¦n el empleo un tanto raro de sesgar, que, antes, era esa cosa que hac¨ªan los sesgadores antiguos con una hoz. Lo dicho: Babel.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.