Nacionalismo pr¨¢ctico y sentimental JOSEP RAMONEDA
Duran Lleida, en sus leg¨ªtimos afanes de renovaci¨®n y actualizaci¨®n del catalanismo de Uni¨®, pero tambi¨¦n de Converg¨¨ncia, ha puesto en circulaci¨®n la expresi¨®n "nacionalismo pr¨¢ctico". "El nacionalismo -ha dicho- tiene que dejar de ser esencialmente sentimental para pasar a ser insultantemente pr¨¢ctico". Puestos a adjetivar el nacionalismo, ?por qu¨¦ no cambiarle el nombre? El problema de ciertas renovaciones que quieren tocar partes esenciales de los conceptos sin que se note es que casi nunca acaban bien: o se acaba liquidando el concepto o se da marcha atr¨¢s sin haber cambiado nada. Hablar de nacionalismo pr¨¢ctico me recuerda la aventura de otro concepto: el marxismo cient¨ªfico. Queriendo dar una base cient¨ªfica al marxismo se le quit¨® buena parte de su fuerza, que ven¨ªa precisamente de su car¨¢cter moral e incluso sentimental, sin conseguir siquiera el reconocimiento o la legitimaci¨®n como ciencia.En tiempos en que no se entiende otro lenguaje que el de la eficiencia, Duran Lleida quiere hacer pasar al nacionalismo la prueba de su utilidad. "No se trata de arrinconar el sentimentalismo", precisa Duran anticip¨¢ndose a sus cr¨ªticos. Se trata de demostrar que el nacionalismo es ¨²til para los ciudadanos. Para ello, Duran indica los objetivos que hay que conseguir: "Una m¨¢s h¨¢bil gesti¨®n administrativa", "una profunda pol¨ªtica social", "una ¨®ptima gesti¨®n del territorio", "un combate activo y permanente contra los d¨¦ficits democr¨¢ticos", "un sistema de valores mediante enfoques distintos de nuestra escuela, de nuestra educaci¨®n, de los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n, reforzando la familia como n¨²cleo base de la creaci¨®n de estos valores", "una mejor pol¨ªtica fiscal interior" o "un equilibrio de la balanza fiscal con el resto del Estado". Pero ?qu¨¦ tiene que ver esta lista con el nacionalismo? Es una retahila de objetivos que, seg¨²n d¨®nde se ponga el ¨¦nfasis, configura un programa democratacristiano o socialdem¨®crata. Enunciarlos no requiere ninguna opci¨®n nacionalista, salvo que bajo la expresi¨®n "creaci¨®n de valores" se esconda una apelaci¨®n a lo patri¨®tico. Son unos apuntes de programa que m¨¢s de un partido podr¨ªa presentar en Catalu?a, en Espa?a o en cualquier otro pa¨ªs europeo.
Y no es de extra?ar que sea as¨ª, atendiendo al modo en que Duran explica su prop¨®sito: "La ¨²nica v¨ªa posible de fortalecimiento nacional radica en la necesidad de demostrar l¨®gicamente que el catalanismo y en consecuencia el hecho nacional son fruto de la raz¨®n". ?Qu¨¦ no es fruto de la raz¨®n? Todas las creaciones del hombre, aun las m¨¢s irracionales, tienen una base racional. Pero eso no demuestra nada, ni cambia la naturaleza del nacionalismo. Si se quiere decir que el hecho de no tener estado no supone la condena a un nacionalismo irracional, Duran est¨¢ en lo cierto. Pero m¨¢s bien la realidad es la contraria: la dimensi¨®n irracional y sentimental es com¨²n a todos los nacionalismos, incluidos los que tienen estado. Y precisamente por esto en muchos pa¨ªses con estado el nacionalismo ha operado como marco incontestado -no sometido a cr¨ªtica racional- para el desarrollo de la actividad pol¨ªtica. Cuando la pregunta "?qu¨¦ es Francia?" entra en el lenguaje p¨²blico, algo profundo est¨¢ cambiando tambi¨¦n en la naci¨®n que ha elevado, de forma m¨¢s redonda y sin fisuras, su potencia nacional a acto.
?Por qu¨¦ quiere Duran un nacionalismo pr¨¢ctico? Para convencer a quienes no se dejan seducir por los sentimientos, porque "el problema de los sentimientos es que no se pueden propagar a los que leg¨ªtimamente no los comparten". El nacionalismo debe mostrar su racionalidad y hacerse ¨²til "para que la comprensi¨®n de Catalu?a como naci¨®n sea general por parte de toda la comunidad catalana. Y en este campo se debe incluir tanto a los que no se sienten depositarios de una especial adscripci¨®n nacional como tambi¨¦n a los que creen que Catalu?a no es una realidad pol¨ªtica y que el ¨²nico demos existente y leg¨ªtimo es el espa?ol". Se agradecen estas voluntades integradoras en tiempos en que desde algunos nacionalismos, el vasco, por ejemplo, no se piensa en integrar sino en excluir, lamentando que hayan llegado los que vinieron de otra parte. Pero la situaci¨®n no deja de ser apor¨¦tica. Duran Lleida pide una especie de desarme sentimental como paso previo a una mayor integraci¨®n que haga ¨²til la naci¨®n catalana.
Duran indirectamente levanta acta de uno de los puntos negativos de los 20 a?os de pujolismo. En todo este tiempo no se ha conseguido que una parte significativa de la poblaci¨®n catalana se sintiera concernida por el demos catal¨¢n, como demuestra sistem¨¢ticamente la abstenci¨®n electoral en las elecciones auton¨®micas -a pesar de la coincidencia entre mayor¨ªa nacionalista y oposici¨®n catalanista en negar lo evidente-. Y ello ha ocurrido con la complicidad de la izquierda. Que Duran Lleida quiera romper este c¨ªrculo ahora equivale a una autocr¨ªtica. Si durante estos a?os no se hizo nada para ampliar el c¨ªrculo es porque ya iban bien las cosas como estaban, en la medida en que se iban sumando mayor¨ªas parlamentarias. Ha sido necesario que el nacionalismo de Converg¨¨ncia i Uni¨® entrara en declive para que se descubriera que su pervivencia depende de su utilidad. Para todos, por supuesto. Porque para algunos ya la ten¨ªa. Duran con este giro parece postularse no s¨®lo como sucesor de Pujol sino de Pujol y Maragall a la vez.
S¨®lo si sabe hacerse ¨²til el nacionalismo pervivir¨¢. Pero esto es com¨²n a cualquier otra ideolog¨ªa. Las ideolog¨ªas se desvanecen cuando dejan de servir en su funci¨®n de intermediario entre el hombre y la dura realidad. De hecho, Duran constata que los grupos sociales que dieron apoyo al nacionalismo empiezan a prescindir de ¨¦l, incluso a veces lo ven como un obst¨¢culo. Lo que Catalu?a necesita no es tanto un desarme sentimental como un marco com¨²n en el que se sientan c¨®modos los distintos sentimentalismos y las m¨¢s diversas racionalidades. Y esto no se hace pasando del nacionalismo sentimental al nacionalismo pr¨¢ctico sino trabajando democr¨¢ticamente para que las instituciones sean de todos y no est¨¦n ideol¨®gicamente secuestradas. Mientras Generalitat y nacionalismo se presenten como una misma cosa dif¨ªcilmente se conseguir¨¢ que el conjunto de catalanes reconozca la utilidad de las instituciones y su democr¨¢tica neutralidad.
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