F¨²tbol y v¨ªnculo
Durante toda su carrera, Fran ha cargado con la etiqueta de pusil¨¢nime. Como la mayor¨ªa de los jugadores de clase, Fran no tiende a la demagogia. Su car¨¢cter retra¨ªdo abunda en el t¨®pico que se pretende de ¨¦l: un futbolista sin el punto de fiebre de los ganadores. El partido con el Zaragoza desminti¨® punto por punto esta idea del Fran fatalista y subsidario, de escasa presencia en los momentos decisivos.Su actuaci¨®n fue magn¨ªfica y emocionante. Sin caer en ninguna ret¨®rica populista, se hizo cargo de las necesidades del equipo en los duros momentos que atraves¨® el Deportivo en la segunda parte. Pidi¨® el bal¨®n, se implic¨® en la mayor¨ªa de las jugadas de ataque y utiliz¨® su indiscutible inteligencia para dar la vuelta al partido. Con otro dato a?adido: el desgarro del futbolista que se siente comprometido hasta los huesos con su equipo.
No conviene hacer nacionalismo barato con la sentencia Bosman, un maravilloso instrumento que no obliga a nadie a utilizarla de manera perniciosa. La libertad es necesaria en todos los ¨¢mbitos de la vida. Por supuesto, tambi¨¦n en el f¨²tbol. Sin embargo, este juego tambi¨¦n se ha forjado a trav¨¦s de v¨ªnculos sentimentales y sociales. En su ejecuci¨®n m¨¢s radical, la sentencia Bosman puede llevar al desarraigo, virus temible para cualquier equipo.
Son numerosos los jugadores extranjeros que han dado pruebas de un compromiso absoluto con sus equipos. En algunos casos, su importancia trasciende lo futbol¨ªstico. Figo, por citar un caso evidente, juega cada partido como si le fuera la vida. S¨®lo se puede sentir admiraci¨®n por ¨¦l. Probablemente es el gran icono del barcelonismo y uno de los jugadores m¨¢s respetados de nuestro f¨²tbol. Con el tiempo, ingresar¨¢ en el pante¨®n de los legendarios barcelonistas. Lo har¨¢ como gran jugador y como l¨ªder.
Pero Figo y todos los que siguen su ejemplo no pueden impedir la idea de un desequilibrio perverso. David Gill, director financiero del Manchester United, se?alaba recientemente en este peri¨®dico que la clave del ¨¦xito del club ingl¨¦s es el firm¨ªsimo respeto por la cantera. Es decir, la presencia de jugadores que sepan lo que significa vivir el Manchester de manera apasionada, con un compromiso m¨¢s fuerte que la sangre. Eso es lo que significan Scholes, Giggs o Beckham en el gran Manchester de los noventa.
No son pocos los clubes que han sido v¨ªctimas de la indiferencia de unos jugadores ajenos a la historia y las pasiones de sus equipos. Jugadores que vienen y van, jugadores a los que resbala cualquier compromiso de calado. Son los excesos de los nuevos tiempos, mal interpretados -en muchos casos por un simple caso de codicia- por los dirigentes de los equipos.
Importa, y mucho, el v¨ªnculo en el f¨²tbol. Importa que existan y proliferen jugadores como Ra¨²l y Casillas en el Real Madrid, como Guardiola en el Barcelona, como Mendieta en el Valencia, como Fran en el Deportivo. Ellos se?alan el camino. Ellos saben lo que significan en sus equipos. Ellos son excepcionales como jugadores, pero por desgracia todav¨ªa son una excepci¨®n en nuestros equipos.
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