Hay que intervenir en el mercado de divisas.
Somos espectadores pasivos de las percepciones de los mercados financieros, que se basan en miedos y prejuicios m¨¢s que en los datos desnudos de la econom¨ªa y se expresan en expectativas que generalmente se autocumplen. Es in¨²til que repitamos que no hay razones suficientes para someter al euro, nacido de la fusi¨®n de monedas tan fuertes y s¨®lidas como el marco, el franco y el flor¨ªn, al castigo que le someten los mercados. Pero ¨¦stos no se dan a razones. Las expectativas a la baja se han instalado en los centros de decisi¨®n y se est¨¢n autocumpliendo. Ahora hay que tratar de detener el tren de las expectativas.La subida de los tipos de inter¨¦s -el ¨²nico medio que parece decente- para ser efectiva tendr¨ªa que ser de dos puntos o m¨¢s, lo cual matar¨ªa irremediablemente la recuperaci¨®n de las econom¨ªas alemana, francesa e italiana y la creaci¨®n de empleo. A base de subidas de tipos podr¨ªamos llegar a un euro m¨¢s s¨®lido y estable, pero no por mucho tiempo, si a la vez hundimos las econom¨ªas en la recesi¨®n.
La l¨®gica de la situaci¨®n exige una intervenci¨®n decidida del BCE, en nombre de la defensa de la estabilidad de precios, que es su principal mandato, para frenar la ca¨ªda del euro, marcarle un suelo y definir una pol¨ªtica acerca de su paridad. La intervenci¨®n tendr¨ªa el efecto de ofrecer a los agentes que piensen que el euro ya ha ca¨ªdo mucho una raz¨®n de peso y un motivo o impulso psicol¨®gico para comenzar a comprar euros. Ahora estos posibles toros del euro no tienen ese impulso y siguen a la manada de osos, porque no se vislumbra una alternativa. Las ventas no est¨¢n causadas por el p¨¢nico ante un deterioro de la situaci¨®n en Europa, como fueron las ventas de pesos en 1994-95 por miedo a que M¨¦xico se quedara sin reservas y en Tailandia e Indonesia en 1997 por miedo a no recuperar las inversiones. Est¨¢n causadas por el instinto de reba?o.
Cuando las ventas las causa el p¨¢nico, la intervenci¨®n de las autoridades puede no ayudar mucho; pero, cuando la causa es cuando las autoridades se inhiben, la intervenci¨®n hace toda la diferencia. Las ventas de euros se justifican porque el mercado va a la baja y nadie quiere perderse las ganancias de una depreciaci¨®n, que nada tiene que ver por ahora con los datos fundamentales, sino con el reforzamiento de los operadores de divisas.
Me aventuro a afirmar que no har¨ªa falta una intervenci¨®n masiva para detener el tren de las expectativas, porque al presentarse la posibilidad cre¨ªble de que el euro se aprecie, la intervenci¨®n actuar¨ªa como una se?al para plantearse otra estrategia: la de comprar euros que, por otra parte, est¨¢ justificada y respaldada por los buenos resultados. M¨¢s a¨²n, pudiera bastar el mero anuncio de una intervenci¨®n dirigida a mantener el euro dentro del rango de valores que se juzgue adecuado para que las transacciones cambien de signo.
La pol¨ªtica de benign neglect (dejar con serenidad ol¨ªmpica que los mercados fijen la paridad externa), se justifica mientras la moneda se mueva en unos rangos razonables que no afecten el equilibrio interior de los pa¨ªses ni creen tensiones en las relaciones internacionales. L¨®gicamente esa pol¨ªtica debe tener un l¨ªmite. ?Va a dejar el BCE que el euro se deprecie un 50% o un 100%? Con tal depreciaci¨®n, exportar¨ªamos como locos, pero las importaciones ser¨ªan car¨ªsimas y empujar¨ªan la inflaci¨®n. Y si todo el mundo acepta que la ca¨ªda debe tener un l¨ªmite, ?por qu¨¦ no se anuncia cu¨¢l es, aunque sea pr¨®ximo, ese l¨ªmite?
Es de buen juicio decidir el momento de intervenir. Durante 1999 la benign neglect ha estado justificada y ha tenido ¨¦xito. Muchos lo aplaudimos como un buen a?o para el euro. Ahora es diferente; la depreciaci¨®n es muy grande y cada vez m¨¢s absurda. El momento de intervenir es ahora. Hacerlo m¨¢s tarde traer¨ªa malas consecuencias para la inflaci¨®n y el crecimiento. Estoy seguro que Summers y Greespan no habr¨ªan dudado en intervenir en EEUU para evitar un excesivo debilitamiento del d¨®lar que, v¨ªa inflaci¨®n y alto inter¨¦s, pudiera dar al traste con la nueva econom¨ªa.
Luis de Sebasti¨¢n es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de Esade.
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